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Huellas N.8, Septiembre 2017

PRIMER PLANO / Meeting de Rímini

Pero tú, ¿qué quieres aprender de tu trabajo?

Paolo Perego

Una muestra, treinta y nueve testimonios y muchos encuentros para afrontar las preguntas sobre el trabajo que nos afectan de cerca

«¿Entonces cuál es el criterio para decidir? ¿Un puesto fijo? ¿Un buen sueldo? ¿Y la familia?». Médico de mediana edad, profesional liberal. Ante él, la hipótesis de trasladarse del centro de Italia a la Valtelina tras ganar un concurso público. Otra conversación, esta vez con un hombre de 37 años: «¿Sabes que me voy a Roma? Un puesto de directivo. Me da un poco de miedo, pero me mudo allí. Es una ocasión». Mientras, en mis oídos resuenan las «menos horas que me han dado este año» y la ansiedad que expresaba una madre que trabaja como profesora de apoyo.
Esto pasó en el Meeting, entre los espacios dedicados a la exposición sobre el empleo titulada “Cada uno a su trabajo”. Pero sucede también en las conversaciones cotidianas. Se habla de problemas en la empresa, del futuro, de las dificultades, no solo económicas. Precisamente de aquí, de estas cosas sencillas pero que afectan a todos, partió un grupo de jóvenes recién estrenados en el mundo laboral para preparar una exposición. ¿Cómo elegir un empleo? ¿Cómo conjugar trabajo y familia? ¿Cómo afrontar el fracaso? «El mundo del trabajo está cambiando. No basta la preparación técnica. Hace falta otra cosa, elementos de la personalidad de cada uno que puedan ayudar a trabajar mejor y obtener mejores resultados. Amigabilidad, decisión… Estamos hablando de la estructura humana, no de técnica», explicó Giorgio Vittadini, presidente de la Fundación Subsidiariedad y uno de los comisarios de la muestra, veterano en Rímini.
Se dice enseguida que hay poco trabajo. Es verdad, tenemos tasas de desempleo nunca vistas en décadas, unas cifras que entre los jóvenes superan el 40%. Pero también hay una idea de trabajo (puesto fijo, contrato indefinido…) que todavía nos pesa y que nos dificulta avanzar al paso de este “cambio de época”, como lo ha definido el Papa Francisco.

Un acto de amor. Así es como Marco, Magdalena, Giuditta y otros veinte jóvenes, con sus preguntas, han salido al encuentro de cualquiera que pudiera contarles “cómo es para él”. A algunos los invitaron a Rímini para pequeños encuentros en el espacio “Arena Lavoro”, como parte de la muestra. Desde la empresaria Marina Salamon a Ferruccio Resta, director del Politécnico de Milán; del ingeniero Carlo Fumagalli al startupper digital Giovanni Zennaro. Un total de 39 entrevistas con profesores, manager, empleados. Hasta Silvana, bedela en un liceo milanés que sirve a los demás para «ser más yo», para ella el trabajo es «un amor» (la web de la exposición es www.ognunoalsuolavoro.com).
Un acto de amor, por tanto. «Un acto creativo. Con nuestro trabajo participamos de la Creación. El trabajo lleva dentro esta dimensión», dijo el padre Francesco Occhetta, periodista de la Civiltà Cattolica, en un encuentro con Mauro Magatti y monseñor Filippo Santoro, arzobispo de Taranto, presentando la Semana Social de los Católicos que se celebrará a finales de octubre en Cagliari. «Hace falta que el trabajo sea digno», dijo Santoro. «Y lo es si hace crecer a la persona, a la familia y a la sociedad. Para don Giussani es la expresión total de la persona. Se llama trabajo todo aquello que expresa la persona en su relación con el infinito».
¿Y en cuestión de condiciones? Los chicos de la muestra lo han debatido. Entre ellos, pero también con los miles de visitantes. Incluido Giuliano Poletti, ministro de Trabajo. Alguno aprovechó la presencia del primer ministro Gentiloni en el acto inaugural para pedir reformas. «Algo ya hemos hecho», respondió el jefe del Gobierno italiano, para luego resaltar su compromiso con los nuevos empleos, trabajando en los llamados jobs act y en políticas fiscales. «Pero hace falta “creer” en ello. Como vosotros».

Maestros. ¿Entonces cuál es la solución? «No queremos dar respuestas lapidarias», decían los guías al final de la muestra. Ellos ofrecían un camino a partir de una experiencia compartida. «Hace falta un maestro, por ejemplo. O empezar a dialogar con los colegas, que son compañeros y no enemigos…». Muchos se conmovían al pasar entre los videos y paneles: «La reunión a la mañana siguiente no fue igual», contaba uno. Otros señalaban objeciones: «No habláis de esto, de aquello, no dais respuestas».
«No es así. Mi padre ha cambiado. Ha venido a Rímini después de años de críticas», decía Emanuele, guía de la exposición. «Había perdido su trabajo hace tiempo y de ciertas cosas no quería oír hablar». Pero Emanuele le habló de la exposición que estaba preparando para el Meeting y de cómo estaba viviendo él su trabajo. «Ahora tengo mi propio catering pero antes trabajaba para una empresa austriaca en los grandes premios de Fórmula 1. Un ambiente difícil. Era el último en llegar, hablaban otro idioma, tenía poco tiempo libre». Su vida era hotel-autobús-cocina. «Un día me tocó poner hojas de menta como guarnición a los helados. Una hoja tras otra, miles de helados. Entonces empecé a preguntarme para quién hacía aquello, a quién iría a parar cada postre». Servir a alguien introduce aire nuevo, dice Emanuele. «Un afecto». Un acto de amor.