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Huellas N.5, Mayo 2017

BREVES

Cartas

a cargo de Carmen Giussani

ENCUENTROMADRID / Heridos por la belleza

«SI NO SE VE, NO SE CREE»
Quería compartir lo que dijo ayer Javier Prades durante la Escuela de Comunidad. Estaba respondiendo a una pregunta y, sintéticamente, vino a decir que el cristianismo tiene una condición tal que «si no se ve, no se cree». Insistía sobre el hecho de que la fe solo puede transmitirse a través de hechos y palabras vivientes (Peguy), y que solo así puede cambiar la vida, incluso la cultura, los esquemas de pensamiento. Por eso, EncuentroMadrid es un tesoro, un verdadero tesoro, como hecho pensado y vivido: hechos y palabras enlazados que muestran que el cristianismo es posible. Que lo imposible existe. Así que gracias por poder participar de este tesoro, por poderlo ofrecer al mundo.
José Luis

PRÁCTICAS DE EDC
Me costaba mucho volver a implicarme durante un año entero en el trabajo para EncuentroMadrid. Pero no podía resistirme a la provocación de muchos amigos, entre otros, Julián Carrón: el mundo cree que el mal vence al bien y cree que los muros son la solución. Ahora, a toro pasado, puedo decir que ha sido la vez que más a gusto he trabajado. Aunque siempre he visto Su mano, el trabajo durante EM implicaba para mí un “morir sin sentido”; invirtiendo mis fuerzas en cosas que no valían tanto la pena, trabajar en solitario, etc. En cambio, en esta ocasión han venido amigos y familiares y he podido estar con ellos. Los voluntarios, en gran parte por el asombro de vernos tan implicadas a Teresa y a mí, es como si se hubieran contagiado, y todos han trabajado con gusto. Prueba de ello es que se quieren implicar más el año que viene. También es la primera vez que no caigo enferma justo antes de que empiece EM. Tiene que ver con la unidad de la que habla la Escuela de Comunidad. Yo me siento más unida ahora que hace un año, disfruto de una mayor unidad en las relaciones. El Señor me hizo una profecía –«Sigue trabajando en EM para ver mi gloria»– y la ha cumplido: «cumple por consiguiente lo que a veces aflora en la conciencia del hombre como presentimiento o profecía». Ha sido suficiente fiarse de esa “chispa” que el Señor hizo brillar en mí, para poder disfrutar de una experiencia de verdad, de comunión y de virginidad. Y, ante todo, de ser abrazada hasta en lo más mísero de mí (mis pretensiones hacia los demás, entre otras cosas). El Señor me enseña a usar la razón y el corazón. No doy crédito. «Todo vale para la eternidad, nada cae en el olvido». No se olvida Él de lo que me pasó el año pasado: lo toma, lo hace suyo y lo redime. Ha tomado mi cansancio, mi rabia e incluso ira, y lo ha transformado. Él hace que «lo eterno se transparente en el presente», en su concreción llena de límites. En la libertad de expresión que ha nacido en mí respecto del año pasado; en ser libre, también, de los resultados. Y, sobre todo, en ser libre del temperamento del otro, y pedir (al menos) acogerlo como un don. Estoy muy agradecida porque estoy aprendiendo a ir al fondo de las cosas, a usar la razón, a argumentar, ¡a luchar! Esto es nuevo para mí en el ámbito del trabajo. Y siento que se me está educando en la virginidad, en ser libre en todas las circunstancias por estar apegada a un Amor que no defrauda.
Carla

UN ABRAZO VERDADERO
Hace unos días celebramos la Pascua de Resurrección del Señor con unos amigos. Al salir de la iglesia me di cuenta de que nos felicitábamos como cumpliendo un rito, sin que la Resurrección tuviera una incidencia real en nuestra amistad o en nuestras vidas. Ya ha terminado la Semana Santa, pensemos ahora en los toros y la feria… Esa noche me vino a la mente cómo habrían celebrado la Resurrección de Jesús los apóstoles, ¡con qué conmoción y estupor se habrían abrazado! ¡Qué diferencia! Yo quiero vivirla así, pedí esa misma noche. Con ese deseo llegué el viernes al EncuentroMadrid y me he visto correspondido y desbordado. Cada abrazo, cada mirada, cada testimonio, cada conversación ha sido ocasión de reconocer que Cristo resucitó, está presente y actúa cambiando el corazón de los hombres y el mío propio. EncuentroMadrid ha sido para mí un canto hermoso a su Resurrección. ¡Gracias!
PD: El domingo teníamos entradas para los toros en Sevilla pero nos pareció mejor quedarnos en Madrid unas horas más gozando del espectáculo.
Lolo

EL MONTAJE
El montaje del EM ha sido una de las cosas que más he disfrutado de mi vida. Me sorprendía a mí misma al verme descargar un camión, y otro, y otro, con una sonrisa que no me da, por ejemplo, estar en la playa con una coca-cola. Rodeada de amigos (porque hasta los que no conocía eran amigos simplemente por estar allí) y feliz por participar en primera persona de que algo tan bello saliera adelante. Además me sorprendió enormemente el trato recibido. Fui acogida por los responsables como si me conocieran, siempre pendientes de que estuviese a gusto en el trabajo que me había tocado hacer. Estuve dos tardes solamente, pero hasta cuando me tocaba ir a clase iba más feliz que nunca, con la conciencia de pertenecer a esta historia. Así dice un fragmento de la biografía de don Giussani: «La belleza no es solo la cumbre del coro polifónico, del paisaje alpino o del pasaje de música sinfónica: se encuentra en las cosas bien hechas, en la atención a la vida cotidiana donde nada es banal, donde todo es digno de recibir atención. Respetar toda la realidad, sin ensuciar el orden que le da belleza, quiere decir respetar el rostro de Cristo, principio y sustancia de toda belleza, que ha labrado en el corazón del hombre este deseo que la hace posible». En EM esto se me ha hecho presente en todo momento, y no quiero vivir por menos de esto.
Laura

LA SECRETARIA
He estado trabajando duro, junto con el equipo de Secretaría, durante todo el EM, en modo operativo y resolviendo imprevistos. Como todos los años, he terminado contenta. Pero ha sido una semana después cuando lo he entendido mejor: en la homilía del Evangelio de los de Emaús, el sacerdote nos decía que «el arder de los corazones» no se refiere a un aspecto emocional en el que parece que es solo el corazón lo que se moviliza sino que, ante el encuentro con el Resucitado, la persona entera se pone en movimiento. Esto es lo que hizo que los discípulos se pusieran en marcha entonces, entregando con toda su persona lo que habían recibido y siendo testigos en el mundo… y eso es lo que me ha hecho entender lo que tantas personas hacemos durante el trabajo de todo un año para EM: por agradecimiento a lo que vivimos y recibimos gratuitamente, nos entregamos como mejor podemos para ofrecerlo a todos los demás. 
Mati

EL CHÓFER
Este año no he realizado ningún traslado a diferencia de otros años; no fue necesario. Estuve vigilante, de guardia, el domingo, por si hubiera hecho falta; con mi coche lavado (una vez al año, coincidiendo con el EM…) y mi corbata roja. Fue mi pequeño “sí” al Señor. No pude estar disponible viernes y sábado por obligaciones laborales, pues así era el plan de Otro. He vuelto a ver grandes signos en EM17, para que yo vuelva a darme cuenta de que Él está porque actúa. Y me dice: «¿Lo ves?  Yo Soy».  Y no se cansará de repetírmelo.
Luis

LA AZAFATA
Soy una de esas personas que está a menudo «herida por la belleza», y suelo vivirlo como un “martirio” o dentro de una cárcel (valgan los ejemplos), apegada a una idea de belleza que me vende el mundo y que suele no coincidir con la pobreza y la misericordia humanas. Sin embargo, en estos días, parándome a ver cómo la gente trabajaba, sin ser un profesional del asunto pero dando su sí, me sorprendía mirando con ternura humanidades cambiadas. Y es algo bello. Por ejemplo ver a un chófer que, gratuitamente, baja temprano desde lejos, se pasa dos horas en el coche y no resopla en los atascos, cuando estaría en todo su derecho a hacerlo. O también, ¿en qué caja de garito alguien para la cola un momento, nadie de los que espera se queja, porque una madre se ha equivocado con el ticket de alguno de sus hijos? Te sorprendes en acto ante una humanidad que es bella y que interroga.
Yara 

SALA VIP /1
Este año estoy especialmente agradecida del trabajo de EM. Siempre estoy contenta cuando me doy a los demás. No he tenido que dejar ninguno de mis dolores, preguntas o cosas que no entiendo fuera de mi trabajo en la sala VIP. He comprobado que sirviendo estoy menos determinada por mis imágenes y estoy más contenta. Además, ha sido de gran ayuda para retomar el trabajo delante de mis alumnos, porque este fin de semana me ha enseñado a ver que cada uno de ellos tiene un valor inmenso, que cada persona que tenemos delante es un regalo. Y de hecho, en la forma de tratar a cada invitado se ve esta mirada sobre su persona.
Ana

SALA VIP /2
Últimamente estoy desconectada de todo lo que no sea estudiar, y me daba mucha pereza apuntarme de voluntaria. Hasta que María no me escribió directamente, ni me había planteado apuntarme de voluntaria. Pero os veía contentas, con toda la carga de trabajo que lleváis encima. Nunca me había parado tanto a pensar en que es un gran sacrificio el vuestro durante meses y meses, por lo que me ha sorprendido (más todavía) que cada año repetís. Esta mañana me he levantado pensando mucho en que ojalá pudiera yo ver todos los días lo que he visto en EM. Normalmente lo primero que hago es organizar el día y encender el ordenador, pero hoy me he parado un momento con el deseo de volver a ver tan de cerca al Señor como lo he visto en vuestra entrega total.
Carmen

Vía Crucis
EL MÁS HERMOSO DE MI VIDA
El Viernes Santo fui al Vía Crucis con el grupo de CL. Estaba Santi. A Santi le doy catequesis. Es como un niño grande. Tiene 40 y tantos años, con un problema en su personalidad debido a un accidente de coche. Hacía tres semanas que no venía a la parroquia, pero hoy se acercó a la iglesia y se disculpó por haber faltado. Había estado ingresado en el hospital, no supe muy bien por qué. «Acompáñame en el Vía Crucis», le pedí. Se sorprendió, y me dijo: «Yo no soy digno de ir en esta procesión». «Acompáñame», le dije, y se puso a mi lado. ¿Qué quería decirme el Señor? ¿Por qué había puesto a Santi en mi camino? Estaba muy desaseado, sin afeitar, olía bastante mal... de noche había dormido en un banco. Experimenté cómo él era una imagen de Cristo durante su pasión. Cada vez que respiraba su olor, lo trasladaba a Jesús, que tantos sufrimientos, golpes, heridas sangrientas, esputos y sudores de arrastrar la cruz había sufrido. Curiosamente, Santi se convirtió en el aroma más delicado y suave que jamás hubiese sentido. Me olía a Jesús, a su pasión que pasó por mí y, así, avanzamos por la rambla, hasta llegar al final. Se sentó a mi lado escuchando atentamente las oraciones y cánticos. Empezamos a salir pero él se quedó un buen rato, con la cabeza entre sus manos. Le dolía, me había comentado. Estaba hecho una piltrafa, como Jesús. Volví a su lado. Se giró hacía mí, tomó mi cara con sus manos desaseadas, me dio un beso y me dijo: «¡No cambies nunca!».
Cocolín, Tenerife

Venezuela
SEGUIR LO QUE ACONTECE
«El mayor aporte que le pueden dar a Venezuela es dar testimonio de Cristo en la realidad». Así nos dijo Julián de la Morena cuando vino a Mérida. Durante el último tiempo me he dado cuenta de que dar testimonio de Cristo no pasa a través de una serie de tareas o de un conjunto de actividades que tenemos que realizar, sino que fundamentalmente pasa a través de esa postura distinta frente a los problemas que nos otorga la pertenencia al movimiento, tanto que, en diciembre, mi prima Andrea me dijo: «El otro día te escuché hablando de la fe y a pesar de que no entendía lo que decías me di cuenta de que tú tienes algo que a mí me hace falta». A partir de allí surgió una linda amistad con mi prima, con ella que aparentemente no tenía ningún tipo de interés en la fe y en la religión. Por esa razón; porque debemos «seguir lo que acontece», invité a mi prima, que vive en otra ciudad, a un paseo que organizó el CLU de mi ciudad en Semana Santa. 
Ernesto me invitó a una actividad en la Laguna de Mucubají, que incluía una caminata hasta Valle Muerto en el Páramo la Culata. La caminata fue todo menos lo que yo había imaginado. Yo pensaba en algo bastante sencillo, un lugar cercano donde pudiésemos sentarnos a comer el arroz con pollo que habíamos preparado en comunidad desde el día anterior, hablar de Dios, jugar, cantar y volver. Lo que yo no había previsto era la magnitud del trayecto hasta Valle Muerto. Me resultó entre muchas cosas muy especial que mi primo me creyera capaz de ir y volver en una sola pieza porque la verdad es que dudo que cualquier otra persona en mi familia, exceptuando a mis padres, hubiera creído en mí para lograrlo. El trayecto fue exigente, empinado, rocoso e intimidante, pero al llegar allá comprobé lo que me habían dicho durante todo el camino: valía la pena. La vista era espectacular, al fondo del valle había un sinfín de frailejones de cientos de años de edad, el pasto verde y limpio se agradecía mucho luego de ver rocas y tierra por tanto rato. La soledad del lugar daba una sensación de tranquilidad y paz. Me sentía sumamente agradecida con Dios en ese momento por tener la oportunidad de recorrer el trayecto hasta allí y ser testigo de las maravillas que nos ha regalado. Nos sentamos debajo de un pequeño árbol porque estaba brisando y hacía bastante frío y nos pusimos a comer. Luego hicimos una lectura que nos hizo reflexionar sobre la obra de Jesús aquí en la tierra y cómo le daba el perdón a aquellos a quienes la gente consideraba como los mayores pecadores. Eso me hizo pensar en que Jesús no va por nuestras vidas condenándonos, sino que él está siempre dispuesto a perdonar, no evaluando el pecado sino el arrepentimiento. Los aportes de todos en el grupo fueron relevantes y nos dimos cuenta de que la Semana Santa representa un tiempo de profunda reflexión y acercamiento a Dios. Lo que estábamos haciendo no implicaba de repente estar en una iglesia, pero nos acercó a sus obras y a su espíritu. En lo personal, representa eso que en diciembre le mencioné a mi primo que sentía me hacía falta con respecto a Dios, para no ver las cosas como una imposición o una condena en cada acto sino como un estilo de vida y un sentimiento. No voy a decir que ya todo cambió para mí, porque no es fácil moldear las creencias de toda una vida, pero poco a poco se va despertando algo y me voy sintiendo más completa. No me queda más que expresarle a Ernesto lo agradecida que me siento por haberme permitido vivir eso con él y con todos los muchachos del movimiento en Mérida, quienes por cierto me parecieron personas muy especiales, acogedoras y fueron una parte esencial durante todo el trayecto.
Andrea, Venezuela

Yendo a Bocatas
TODO GRATIS
No quería dejar de contar lo que ha supuesto mi escapada este fin de semana con motivo del retiro de Cuaresma. Todo ha sido un ir sucediéndose de cosas que a uno le ensanchan el corazón y le hacen respirar. No me acuerdo de cuánto tiempo llevaba sin ir por Bocatas, pero ha supuesto para mí redescubrir la dinámica de la fe. ¡Todo gratis! Me he sorprendido en acto con una gratuidad hacia los que tenía delante que sé que para nada es mía. Le comentaba a uno de los universitarios, que estaba al lado mío, que yo por mi profesión suelo pasar mucho tiempo delante de gente sirviéndola, y que me sorprendía la forma en la que ellos se ponían delante de ellos con una sonrisa infinita. No había extrañezas, ni preferencias, ni reproches, ni un mal mirar, ni pereza, en fin, todo lo que a mí se me cuela constantemente delante de cada jornada. No, ¡en ellos no! ¡En ellos todo eso era gratis! Así me encontré yo el cristianismo. Y así creo que se lo pueden encontrar ellos. De camino a casa iba diciéndome a mí mismo: «Resulta que en mi trabajo de cada día tengo a todos mis clientes etiquetados. Vamos, que tienen más etiquetas que en un supermercado. Y aquí no me he encontrado con ninguna. Y mira que, puestos a poner, sí que se podría. Pues nada, Jano, desde mañana hablamos con el jefe ¡y que solo deje entrar a yonquis en el curro!». Que además son mucho más educados a la hora de agradecer lo que les das. Pero eso no solucionaría el problema. El problema lo soluciona aprender a mirar a mis clientes como aprendo a mirarles en Bocatas. Agradecimiento infinito de poder redescubrir la belleza de una caritativa como esta. 
Jano, Santander