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Huellas N.2, Febrero 2017

BREVES

Cartas

a cargo de Carmen Giussani

“OLLA SOLIDARIA” EN LA PARROQUIA
Querido Julián: Después de leer la carta que te envió el Papa, sentí la necesidad de manifestarte mi gratitud por el bien que a través del movimiento estamos recibiendo los amigos de la comunidad de CL de El Tocuyo, sintiéndonos los primeros pobres en ser acompañados en estos momentos de la historia. ¡Qué alegría experimenté cuando el Papa te agradece tu gesto de caridad!, pues es el mismo que tienes con los tuyos (nosotros). Siguiendo tu invitación a mirar lo que nos indica el Papa –«testimoniar con valor la autenticidad de la vida cristiana»–, aproveché la visita del padre Leonardo para tomar un café con él y otros amigos de la diaconía. Me preguntaba: ¿cómo hacer de la caritativa un gesto que nos ayude a todos a vivir con más autenticidad la caridad con los más necesitados? Entonces Leo nos hizo una propuesta: ¿por qué no hacer caritativa en la parroquia, donde se realiza la “olla solidaria” para dar de comer diariamente a más de 400 personas? ¡Nos pareció genial la idea! Cuando se lo propuse en Escuela de comunidad a los adultos y también a los jóvenes del CLU, todos se animaron a vivir este gesto con los más pobres. Y así surge la corresponsabilidad, involucrándose cada uno en buscar los alimentos, conseguir el dinero, hacer la transferencia para comprar, la logística para que sea un gesto digno. Involucramos a muchos familiares y amigos que no son del Movimiento, en mi caso participaron mis tres hermanas, sobrinos y mi mamá, cocinaron y sirvieron... Pero no solo esto, también mis Hermanas de la comunidad religiosa se esmeraron en la preparación de la comida y terminaron agradeciéndome este gesto cuando era yo la que debía agradecer su disponibilidad para el servicio. El domingo 29 de enero, unas 40 personas empezamos el día con la misa en la parroquia donde se realizaría la caritativa. Mi primera sorpresa fue cuando el sacerdote inició con la siguiente oración: «Hoy es la reunión de los pobres, de quienes se sienten necesitados de Dios y de los demás». Hice mía esta oración, resonó en lo más profundo de mi corazón: esta pobre soy yo, me siento necesitada de Ti y de quienes «nos recuerdan lo esencial de la vida cristiana», como decía el Papa en la carta hablando de los pobres. Ofrecí la Eucaristía con un gran sentido de comunión pidiendo que estos pobres que se reúnen hoy somos nosotros, ayúdanos a volver a descubrirte en ese pobre al que hoy le daremos de comer. Ningún adulto se quedó sin participar desde las 8am hasta las 3pm y otros hasta las 4pm porque se fueron a llevar comida a los presos por invitación del párroco. La comida alcanzó para todos, normalmente en este lugar se tiene por norma no repetir ni llevar en envases la comida y esta vez dio para repetir y llevar. El párroco, viendo que aún quedaba suficiente comida, propuso llevarla a los presos. Algunos de los nuestros participaron y fue una ocasión de ver otra realidad, estos presos reciben comida dos veces a la semana, por lo que nos lo agradecieron de corazón. Sin duda alguna ha sido una gran jornada de mucho trabajo pero ver la gratitud de quienes recibían un plato de comida (casi 400 personas) nos hacía reconocer que el valor y sentido de la caritativa era más grande que el cansancio. Y me hacía preguntarme: ¿por qué estoy aquí?, ¿cómo es posible vivir un gesto de caridad con los pobres cuando tú también experimentas la escasez de alimentos, medicinas y que el salario no te alcanza para vivir? Por último quería decirte que he vivido esta caritativa como un gesto de todo el Movimiento, pues sin el aporte que hace la Fraternidad, sin la compañía y las provocaciones de Leo y de todos los amigos que nos hacen sentir su cercanía, sería imposible sentir la realidad como aliada. Solo me queda decirte ¡gracias! Rezo siempre por ti y por el Papa.
Hna Rafaela, El Tucuyo (Venezuela)

Paraguay. Vacaciones del CLU
CANTANDO BAJO LA LLUVIA
En los últimos meses sentía una profunda insatisfacción ante la vida, una gran decepción. Sobre todo me rebelaba ante mis circunstancias concretas. Cuanto más deseaba la plenitud, más profundo era mi pesar. Sabía de sobra que esa actitud no era buena, pero no podía salir de aquello. La flor en la montaña me decía que estoy creada para la belleza, pero en este mundo “llueve” y parece que las injusticias ocultan a Dios, que hay situaciones en las que Dios no se mete. Desde el primer día de las vacaciones, Cristo salió a mi encuentro a través de pequeños detalles. Los testimonios de Ram y Aníbal, la película que vimos, me mostraron personas que apuestan por su corazón y afrontan con fe las injusticias y el dolor. Personas que no se conformaron con la desazón. Personas que persiguen un bien aun en las circunstancias más adversas. El día de la excursión en la montaña, al igual que muchas veces sucede en la vida, vivimos una experiencia extrema. Dios me puso al lado personas que seguían caminando bajo esa intensa lluvia que resulta peligrosa en la montaña. Cuando me temía lo peor, a mi lado tenía rostros que irradiaban certeza, estaban seguros, no tenían miedo. Caminando bajo la lluvia me enseñaban una manera distinta de actuar en medio de las dificultades. ¡Cuán grande se mostró la misericordia de Dios para conmigo al mostrarme algo así! «Él tuvo piedad de mi nada», tuvo piedad de esa actitud que me llevaba a la nada. Y también de mi olvido de que es él quien me da la realidad. La realidad es positiva porque él existe y desea mi plenitud humana más que yo misma. La lluvia en la montaña no fue una objeción, sino la condición del camino. Las dificultades de la vida no son una objeción, sino la condición para mi camino humano. En cualquier circunstancia la positividad es Cristo, que no me abandona ante la tormenta. Él me conoce más que yo misma y sabe mejor que yo lo que necesito para caminar.
Analia

TU GRACIA VALE MÁS QUE LA VIDA
El 19 de octubre, en circunstancias muy complicadas, nació mi tercer hijo, Leonardo, quien a los pocos días murió. El primer impacto, el primer pensamiento que tuve al mirarlo por primera vez fue: «Eres tan mío, y a la vez tan de Otro, porque no puedo darte ni una pizca de vida, no puedo regalarte ni siquiera un aliento». Luego han estado los amigos, la Iglesia (de quienes mezquinamente he renegado tantas veces) y la familia, quienes me han ayudado no solo activa y económicamente, sino de manera gratuita, libre y cariñosa. Puedo decir que no me han dejado solo un momento en todos estos días. Son rostros que con su fuerza y certeza, como una roca, me han permitido aceptar el dolor y mirar que en realidad mi hijo, con tan solo ocho días de nacido, tiene una misión y ya encontró el destino que todos buscamos. Por eso había que cantar durante su entierro, porque es tan misterioso como bello llegar a la plenitud. En esos días sentí muchísimo miedo, como nunca antes: espanto. Pensé: «No quiero que se haga tu voluntad, sino la mía»; no podía decir: «Hágase en mí según tu palabra»; no quería obedecer, no entendía, y ni siquiera quería entender, qué significa «ofrecer» este dolor. No me salían estas palabras de la boca. Pero entonces como ahora veo que no hay más que una alternativa: la nada en la que me ahogo fácilmente o la gracia que se me da a través de todos sus signos. Solo así puedo volver al juicio verdadero: «Soy tuyo, mi bebé es tuyo, te lo entrego. Lo acepto todo el tiempo que tú lo decidas, solo regálame la gracia de aceptar tus designios». Cuando Leonardo murió, mis hijos Sara y Daniel nos preguntaron a su mamá y a mí: «Y, entonces, ¿de qué sirvieron estos meses de embarazo? ¿Para qué te hicieron esa herida en la panza, para nada?». Esas preguntas y el dolor no me han dejado un solo día. ¿Realmente creo que está en el cielo?, ¿realmente creo en lo que digo? He descubierto que la falta de significado, que la realidad no tenga sentido, es el infierno en esta vida. Así es como lo que dice el salmo, «Tu gracia vale más que la vida», adquiere todo su valor; la gracia de que el Señor me conceda seguir comprendiendo que Dios hace buenas y nuevas todas las cosas. Nuevo el amor hacia mis hijos, hacia mi esposa. De alguna forma misteriosa y dramática ha comenzado una nueva relación con Cristo, más íntima, más cotidiana, más real.
Alejandro, Oaxaca (México)

LIBRE DE TODO LO DEMÁS
Esta mañana he leído la Escuela de comunidad y me he quedado con una frase que dice: «Es la dependencia de Otro lo que me hace libre de todos los demás». Después me he ido a Sevilla porque ha sido el juicio del robo que sufrimos en julio en la farmacia. Antonio, el hombre que nos robó, ha entrado esposado y me ha parecido más pequeño y más frágil de lo que lo recordaba, pero tiene mejor aspecto; está más limpio y un poco menos demacrado. Lleva en la cárcel desde que lo detuvieron ese mismo día. Durante este tiempo he intentado acompañar en su sufrimiento a mi prima Patricia, que es la que peor lo ha pasado. Ha estado de baja y en tratamiento. Aunque he intentado hacerlo lo mejor posible, percibo que no siempre he sido compañía real para ella. Sigo queriendo acompañarla. El primero en entrar a la sala he sido yo. Me han pedido que contara los hechos y siempre me he referido al imputado llamándole por su nombre, Antonio. En un momento dado, la fiscal me pregunta: «¿Por qué lo llama “Antonio”?, ¿acaso lo conoce de antes?». Mi respuesta ha sido sencilla. No lo conocía de nada, pero ese es su nombre. Cuando he terminado, antes de marcharme le he pedido al juez que me dejara decirle algo. Un poco sorprendido, me ha dejado hablar y le he dicho: «Cuando Antonio entró en la farmacia, lo primero que dijo fue que nuestra vida valía más que lo que él se iba a llevar. Esto me ha acompañado todo este tiempo y he caído en la cuenta de que la suya (su vida) también vale más de lo que se llevó. Por tanto, señoría, le pido que la sentencia pueda, de alguna forma, ir dirigida a restaurar su humanidad». En ese momento Antonio ha bajado la cabeza. Luego he salido tranquilo y respirando a pleno pulmón. ¡Qué potencia tiene la experiencia del perdón y la misericordia en quien la experimenta (en mí)!
Lolo, Osuna (España)

NECESIDAD
El sábado fui al Auditorio Nacional a un concierto de la ONE dirigida por el compositor polaco Krzysztof Penderecki. En el programa, un concierto para tres violonchelos compuesto por él mismo, además de otras piezas. El compositor, anciano venerable de 83 años, se dirige con paso decidido hacia el podio, seguido de los tres solistas, aguerridos caballeros dispuestos a entablar su lucha, lanza (arco) en ristre. El concierto presenta un único movimiento, diálogo intenso entre la orquesta y los solistas, sonidos que tejen una pregunta constante, trasladada de unas manos a otras, de unos arcos a otros, búsqueda, llanto nacido del corazón de lo real. Los tres caballeros luchan sobre su instrumento, se buscan con la mirada mientras hacen resonar en las cuerdas estos lamentos llenos de pasión. Emociona verles hablar, escucharse, gritar, responderse, conmoverse por lo que acontece y de lo que son protagonistas. Su canto se eleva junto con el de la orquesta, sonidos efímeros que desaparecen al instante. Termina el concierto. Todos aplaudimos entusiasmados. ¿Por qué? Dar la vida, dar la propia vida para escribir estas notas, dar la vida para otorgarles voz, para expresar... ¿Qué es tan importante expresar? Esta necesidad absoluta, inagotable, latido de todo corazón consciente en este mundo. El arte cuando es verdadero nos hace conscientes de nuestra necesidad.
Cecilia, Madrid (España)

Banco de solidaridad
DE LA ENTREGA DE ALIMENTOS AL FONDO COMÚN
Querido Julián: Llevo un año llevando mensualmente comida a unas familias con escasos recursos. Las necesidades son muchas y con los amigos de la comunidad tratamos de responder a ellas todo lo que podemos. La disponibilidad para socorrer las necesidades de las personas que encuentro me ha ayudado a caer en la cuenta del criterio con el que uso mi dinero. Este criterio es fruto del camino que sigo en el movimiento. Por eso he decidido redoblar mi aportación mensual del fondo común. Me apunté a la Fraternidad hace tres años y la decisión que he tomado ahora manifiesta mi deseo de pertenecer de forma aún más concreta al lugar donde experimento que Cristo está presente en mi vida y me educa constantemente.
Rossella

Biografía de don Giussani 1
LO QUE VENCE EL MIEDO
Cuando levanté la mano para decir que yo estaba disponible para organizar la presentación de la biografía de don Giussani en Monterrey, intuía que había algo bueno para mí. Pero lo que no imaginé es que sería una oportunidad para dar respuesta a las exigencias de mi corazón. Desde que me gradué resuenan en mí estas preguntas: ¿para qué estoy hecha?, ¿qué camino seguir en mi trabajo para que el mundo cambie y sea mejor, especialmente para los que más sufren y viven en la periferia social y existencial? Ante estos cuestionamientos me aqueja el miedo y la inseguridad. La Página Uno sobre La forma de testimonio arrojó luz para entender cómo responder a este miedo. Tal como Jesús resucitado ante el llanto de la Magdalena la llama por su nombre, así me ha llamado a mí a través de esta propuesta. Igual que a ella. Desde el inicio, cuando preguntamos a los amigos de México cómo habían preparado la presentación, nos dijeron que lo más importante no era el “qué hacer”, sino la conciencia con la que lo hacíamos y el deseo de testimoniar lo que hemos encontrado. Para mí, esta conciencia se plasmó en querer testimoniar la clara correspondencia que he encontrado con Giussani. No tenía la más mínima idea de cómo organizar un evento y a pocas semanas del día señalado, teníamos todavía una larga lista de cosas por hacer. Pero Adriana y María Rosa, luego Hugo y Víctor, así como cada miembro de la comunidad me ayudaron poniéndose manos a la obra. Con ellos experimenté cómo «se subraya lo positivo aun dentro de los límites, y se abandona todo lo demás a la providencia del Padre». Después de la presentación, la alegría de todos reflejaba la conciencia de haber encontrado “Algo” o más bien a “Alguien” a través de una amistad y del mensaje de don Giussani. Es la primera vez que tengo la experiencia de una verdadera comunidad, no de un grupo activista; una comunidad que, consciente del drama de nuestra historia –la violencia, la inseguridad, la corrupción, las barreras ideológicas, la cerrazón en vez del diálogo–, se mueve para comunicar a otros lo que permite vivir en plenitud en medio de circunstancias difíciles. Cristo ha respondido a mi miedo haciéndome comprender que no es el “qué hacer” de mi vida profesional lo que más me importa, sino la relación que, tanto yo como cualquier otra persona, tenemos con él.
Angie, Monterrey (México)

Biografía de don Giussani 2
LA ABUELA Y LA NIETA
En la presentación de la biografía de don Giussani pude dejarme seducir por su pasión por la música, por la belleza, por las personas. Me permitió mirar a los otros, a la vida y a mí misma hasta con ternura: ¡todos necesitados de Cristo! Mi nieta Luna Sofía de quince años –después de escuchar la presentación de la muestra a cargo de Lulú Pineda y Memo, y conocer algunos momentos de la vida de Giussani– me pidió el libro para leerlo ¡porque quiere conocerlo más! Me sorprende cómo la persona de Giussani puede despertar y corresponder a una joven de quince años. Ahora el desafío es acompañar este deseo de mi nieta. Quedamos agradecidos por esta profundidad, por esta intensidad de vida cargada de sentido; ello ha aumentado el deseo de darlo a conocer, de comunicar a los demás lo que vivo y cómo vivo. Ignoro el alcance y el bien que todo esto pueda tener, pero sé muy bien el bien que Giussani hace en mí.
Carmen, Puebla (México)