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Huellas N.4, Abril 2008

CULTURA - Hacia el Meeting 2008

EXEMPLA. Así renace lo antiguo en el arte italiano

Marco Bona Castellotti

El 20 de abril se inaugura en Rímini una gran exposición que evidencia el vínculo existente entre el arte italiano del siglo XIII y el arte clásico. Cien piezas extraordinarias que testimonian que el retorno a la antigüedad no respondía sólo a una preocupación estética

Un fragmento de bóveda craneal adornada por una corona de olivo es todo lo que queda de una cabeza, quizá imagen de Federico II, hecha pedazos por un desconocido presa de un rapto de furia.
Este fragmento de mármol, denominado Fragmento Molajoli por el nombre del gran arqueólogo que, en el 1928, lo recogió a los pies de una torre de Castel del Monte, es una de las piezas más curiosas de “Exempla”, la gran exposición del Meeting que se inaugura en Rímini el 20 de abril; se trata de uno de los rarísimos ejemplos de escultura monumental de la época de Federico II que se ha conservado. El catálogo completo no llega a las 50 unidades, y la razón fundamental de la terrible dispersión hay que buscarla en la damnatio memoriae decretada tras a la muerte del emperador Staufen, muerto de disentería fulminante en 1250 en el castillo de Fiorentino, en Foggia.
El castillo, reducido hoy a un cúmulo de ruinas, es uno de los lugares panorámicamente más cautivadores de Puglia. Como la mayor parte de las construcciones del periodo de Federico II, esas cuatro piedras infunden un cierto temor, lo que debe tener algún significado (sin fantasear más de lo debido). Castel del Monte, donde parece que Federico II no se alojó, es en cambio el único edificio intacto, o casi, de los más de 200 que el suevo hizo levantar, y es también el más valioso, adornado entonces y aún ahora de mármoles y de restos clásicos reutilizados en los revestimientos murales. No han quedado en el lugar más de siete u ocho esculturas, a su vez desfiguradas por una masacre que se prolongó en el tiempo, especialmente cuando el castillo, para cuya construcción Federico II se sirvió de arquitectos de la orden cisterciense, fue transformado en cárcel.
En la construcción de Castel del Monte, edificio inspirado sin duda en el modelo de la Cúpula de la Roca de Jerusalén y cuya función no está clara, se forma el mayor innovador de la escultura gótica italiana: Nicola Pisano, procedente de esa región, a quien los documentos llaman “de Apulia”. Entre 1240 y 1245 Nicola Pisano inicia su andadura bajo Federico II, quizá como arquitecto, tallista de camafeos y escultor, y allí precisamente asimila una dosis tal de cultura clásica que, una vez reelaborada a la luz de los más elevados testimonios toscanos y robustecida por la “verdad de vida” del gótico transalpino, inunda de referencias clásicas todo el arte de la Italia central.
Si en Federico II el constante retorno a la antigüedad clásica está a menudo determinado por razones políticas, para la mayor parte de los grandes artistas del gótico –largo periodo que cubre la segunda mitad del siglo XIII y parte del XIV–, lo antiguo se convierte en exemplum, es decir, modelo, prolongándose así de forma continuada una tradición que no se funda solamente en factores de estilo y de forma, sino en motivaciones sostenidas por una auctoritas y por el espíritu de la renovatio cristiana. De la nueva forma de pensar, «emerge consustancial la conciencia cristiana del valor del individuo como conquista de libertad y dignidad» (María Laura Testi Cristiani).
En el siglo XIII el arte retoma lo antiguo como herencia viva, mientras que en el Renacimiento los artistas se inspiran en el pasado clásico con una actitud nostálgica e intelectual, observándolo melancólicamente desde lejos como un periodo pasado e irrepetible.
El artista de ese siglo, desde Nicola Pisano, su hijo Giovanni (el mayor escultor de la edad cristiana junto a Donatello, Miguel Ángel y Bernini) y Arnulfo di Cambio, hasta Pietro Cavallini y después Andrea Pisano (e incluso el mismo Giotto), sabe fundir la idealización del arte clásico y el naturalismo del gótico europeo, alcanzando una extraordinaria variedad de expresiones, sensiblemente diversas entre ellas, en las cuales se evidencia la concreción realista que caracteriza este extraordinario periodo.
Esto es cuanto esta magnifica exposición, “Exempla”, desea documentar, en un itinerario rico en obras maestras (y no es un decir), del siglo XIII y clásicas.
Pero el tema de la exposición no debe asustar al público sólo porque no cabe en el restringido marco de los conocimientos ya adquiridos. ¿Tendría el Papa que abstenerse de citar a Dionisio el Areopagita o a Gregorio Nacianceno sólo porque pocos saben quiénes son?
La exposición incluye algunas obras que preceden a Federico II y otras que son signo de su cultura autocelebrativa; obras de Nicola Pisano y de Arnulfo (incluida una escultura de la fachada de Santa Maria del Fiore, en Florencia), de Giovanni Pisano (se puede ver la llamada Danzarina procedente del Baptisterio de Pisa, una profetisa que se contonea como una bacante), y un Rostro de Cristo pintado por un anónimo contemporáneo de Pietro Cavallini. El itinerario se cierra con un elemento del campanario de Giotto en Florencia, tallado por Andrea Pisano, que representa el Arte de esculpir. Algunas esculturas clásicas acompañan a estas piezas para evidenciar, hasta donde es posible, cuánto debe el arte del siglo XIII a la antigüedad clásica.