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Huellas N.11, Diciembre 2016

EDITORIAL

Una historia particular

Hay un doble hilo que enlaza la portada de este número de Huellas con la última página. El anuncio de la Navidad que se acerca, mediante el manifiesto que CL publica cada año para decir a todos la trascendencia que tiene este acontecimiento para nuestras vidas, y la clausura del Jubileo extraordinario, recordando que ha culminado el Año Santo pero no se agota su misericordia, ¡nunca! «Este es el tiempo de la misericordia», ha escrito el Papa en la Carta Apostólica Misericordia et misera: «Cada día de nuestra vida está marcado por la presencia de Dios, que guía nuestros pasos con el poder de la gracia que el Espíritu infunde en el corazón para plasmarlo y hacerlo capaz de amar». Es esto lo que la Navidad trae a este mundo. A nuestro mundo.

Aquel niño nacido en un determinado momento de la historia, su historia particular (en un lugar, en una familia, en una circunstancia histórica) llega hasta nosotros siempre a través de rostros y encuentros particulares, para hacer posible lo que dice el Papa. Para que la puerta de la misericordia permanezca abierta siempre, eternamente. Ofreciéndonos una y otra vez la posibilidad de volver a empezar, de levantar cabeza, de experimentar que nuestra nada es abrazada. No hay herida que la misericordia de Dios no pueda sanar. No hay separación, incapacidad, división que ese «poder de la gracia» no pueda recomponer. Gracias a aquel Niño lo podemos experimentar en nuestra vida, en el hoy de la historia.
En Él se hace presente el poder de la gracia que nos hace pasar de la seguridad puesta en lo que entendemos o hacemos nosotros a otra infinitamente más firme: la certeza de nuestra relación con el Dios que habita entre nosotros. Basta con mirarle para recordar quiénes somos: criaturas en manos de un Padre bueno. Y para saber qué somos: amados momento por momento, incondicionalmente. ¡Qué importante es entonces aprender a mirar para darse cuenta de que Cristo está vivo, porque actúa! «Aquel que podía contentarse con ayudarnos» quiso venir a quedarse con nosotros, nos recuerda san Bernardo.

En este número encontráis una “Página Uno” que profundiza en estas palabras. Y muchos testimonios de cómo actúa esta Presencia viva, sin cansarse de salir al paso de nuestra vida en las situaciones más duras o imprevistas. Desde el terremoto en la zona central de Italia que desde hace meses obliga a los que viven allí a preguntarse si hay algo o alguien que permita esperar y mantenerse de pie (nunca mejor dicho) cuando todo tiembla. Hasta las historias de Kazajistán, enésimo testimonio potente de cómo el cristianismo puede cambiar el corazón y la vida de cualquiera. Pasando siempre a través de rostros concretos. De una historia particular. La que entró en el mundo con la Navidad.