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Huellas N.5, Mayo 2008

SOCIEDAD - Benedicto XVI en EEUU

«Nos ha dado una extraordinaria lección de método»

Lorenzo Albacete

Desde los obispos en busca de respuestas sobre la evangelización hasta los no católicos más escépticos y alejados, todos han quedado sorprendidos por un hecho: un encuentro humano

Al final de su discurso a los obispos de los EEUU, el papa Benedicto XVI respondió a las preguntas de tres obispos, previamente seleccionadas por la Conferencia Episcopal. Los obispos coincidían con el Santo Padre en el que «el secularismo creciente en la vida pública y el aumento del relativismo en la vida intelectual suponen un nuevo reto», como demuestra el hecho de que «los católicos abandonan la práctica de la fe, a veces mediante una decisión explícita, pero la mayoría de las veces de forma callada, alejándose gradualmente de la participación en la Misa y de la identificación con la Iglesia». Sustancialmente, los obispos preguntaban «cómo afrontar dichos desafíos desde el punto de vista pastoral, para poder llevar a cabo más eficazmente la evangelización».
Estas preguntas han tocado un punto crucial, tal vez el más importante en la visita del Papa a los EEUU. Era una pregunta acerca del método. El problema de la evangelización radica precisamente aquí. Hay programas de evangelización en la mayoría de las diócesis y en muchas parroquias del país. Y sin embargo las preguntas de los obispos sugieren una preocupación por los resultados de todos estos programas. ¿Cuál es su eficacia real si aparentemente no se perciben cambios sustanciales? El Papa ha ofrecido respuestas concretas a estas preguntas, pero tal vez la mejor respuesta que haya podido dar es «Seguidme». La visita del Papa a EEUU ha proporcionado mucho más que los contenidos de una nueva evangelización; ha sido una extraordinaria lección sobre el método para llevarla a cabo de forma eficaz.
El primer componente de este método es el acontecimiento de un encuentro a través del cual una Presencia excepcional despierta o estimula los deseos fundamentales del corazón, tal vez adormecidos en gran parte o reprimidos durante mucho tiempo, tal vez en una búsqueda incesante de satisfacción. El atractivo de esta Presencia tarde o temprano empujará a preguntarse: «¿Se puede vivir así?». Este tipo de experiencia ha sido ampliamente testimoniado por todos aquellos –católicos practicantes o escépticos empedernidos– que han seguido al Santo Padre en su viaje. Muchos pensaban que Benedicto XVI no estaría a la altura de los retos de una exposición pública en aparente contraste con su carácter (sobre todo en comparación con Juan Pablo II, de gran carisma comunicador). Y sin embargo, solo con mirarle, cuando no al encontrarse con él, hasta los más cínicos se han visto obligados a admitir que algo inesperado y fascinante estaba sucediendo. Muchos (incluidos los seguidores de otras religiones no cristianas) se han atrevido incluso a hablar de un origen divino de la Presencia que se manifestaba a través del encuentro con esta persona de gran humildad; otros sencillamente han llorado.
Naturalmente, el encuentro más dramático de todos fue el que se produjo con las víctimas de los abusos sexuales perpetrados por sacerdotes. Es importante recordar que los participantes no habían sido elegidos por ser los más “abiertos” a la reconciliación con la Iglesia. Todos habían hablado de la pérdida total de su confianza en una Iglesia que había permitido el «abuso espiritual» sobre ellos. Además no consideraban que Joseph Ratzinger fuese particularmente comprensivo ante sus peticiones. Y en cambio, al haberse encontrado con él, al haberle estrechado la mano o dado un abrazo, al haberle escuchado hablar –todos ellos han subrayado la intensidad de este contacto físico– su corazón ha comenzado a deshacerse. Desde ese momento el contenido de muchos de los discursos del Papa Benedicto ha sido filtrado a través de ese insólito encuentro.

El experimento americano
El Papa ha alabado en repetidas ocasiones la experiencia americana, y ha afirmado la bondad y el valor del sueño americano. Al comienzo de su discurso en la Casa Blanca, ha afirmado: «Ya desde los albores de la República, la búsqueda de libertad de América ha sido guiada por la convicción de que los principios que gobiernan la vida política y social están íntimamente relacionados con un orden moral, basado en el señorío de Dios Creador. Confío en que los americanos encuentren en sus creencias religiosas una fuente preciosa de discernimiento y una inspiración (...) para edificar una sociedad más humana y más libre».
El segundo componente del “método de evangelización” del Papa ha sido el de valorar positivamente la experiencia americana. A los americanos les gusta que les quieran. Además el aprecio del Papa por el experimento americano de fundar y gobernar una naturaleza humana que tiene vocación por la libertad ha sido visto como un juicio auténtico, y no como una mera táctica diplomática. En un cierto sentido era una expresión de la consideración que las víctimas de los abusos habían experimentado en el encuentro con él. El tercer componente del “método” de evangelización perseguido por el Papa Benedicto durante su visita podría definirse como la “creación de una propuesta cristiana”. El Papa parte del juicio sobre el momento actual de la historia americana a la luz de las lecciones aprendidas de la experiencia de la fe y de sus dos mil años de historia. El Papa Benedicto ha resumido el desafío que debe afrontar la Iglesia en los EEUU con palabras que recuerdan sus discursos a los obispos latinoamericanos en Aparecida, Brasil. A pesar del contexto social completamente distinto del que vive América Latina, seducida por la Teología de la Liberación, el juicio es el mismo: «creo que la Iglesia en América tiene ante sí en este preciso momento de su historia el reto de encontrar una visión católica de la realidad y presentarla de manera atrayente y creativa a una sociedad que ofrece todo tipo de recetas para la autorrealización humana».

Testigo de la verdad
Al final, el Papa ha remarcado que la intención de su visita no era proponer un análisis sobre lo que es justo, malo o problemático en la religiosidad americana y en la búsqueda del sueño americano. Es el sucesor de Pedro, ha insistido, y ha venido como testigo de Jesucristo y de la verdad de Su identidad y de Su misión. Cristo está detrás del extraordinario encuentro que la presencia del Papa ha hecho posible. Es la fe en Cristo lo que nos ha permitido juzgar las circunstancias que nos rodean y reconocer el verdadero camino hacia la libertad. El Papa ha repetido esto a los católicos, a los cristianos, a los judíos, a los seguidores de otras religiones, a los agnósticos y a los ateos. En los EEUU el nombre de Jesús se encuentra por todas partes, y por eso el Papa ha especificado que el Jesús en cuyo nombre había venido es el fundador de la Iglesia Católica.
El juicio último sobre el impacto de la visita del Papa Benedicto a EEUU dependerá precisamente de esa libertad que los americanos tanto aprecian. ¿Encontrarán valor y apoyo para decir que sí a la propuesta del Papa? Sólo la Providencia lo sabe... Al día siguiente la atención del país había vuelto ya a la campaña electoral por la Presidencia. Los políticos tratan de ver cómo pueden atraer el voto católico. ¿Tendrán las palabras del Papa algún impacto sobre el voto de los católicos? Tal vez el comentario de E.J. Dionne, famoso comentarista del escenario religioso americano, resume muy bien lo que ha producido la visita del Papa: «Sospecho que los católicos americanos de todas las creencias políticas tendrán que vérselas con este mensaje. Por lo que a mí respecta, admiro la crítica expresamente católica de Benedicto con respecto al individualismo radical en las esferas moral y económica, y su insistencia en el hecho de que el mensaje cristiano no puede separarse de la realidad política y social. No me parece que el “espíritu de este tiempo” se vea tan amenazado en lo referente a la fe o la prosperidad humana como parece pensar Benedicto... Tal vez la tarea de la cabeza de la Iglesia Romana sea frenar un poco el entusiasmo de un pueblo totalmente modelado por la modernidad, como el americano. Si es así, Benedicto lo conseguirá».