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Huellas N.9, Octubre 2015

PRIMER PLANO

«¡Ayudadnos a permanecer aquí!»

Andrea Avveduto

El grito de la Iglesia de Oriente Medio mientras sigue el éxodo hacia Europa. Habla el obispo de Alepo GEORGE ABOU KHAZEN: «Huyen sobre todo los jóvenes. ¿Naciones Unidas? Que levante el embargo»

«Trabajar para que los cristianos puedan quedarse, trabajar por la paz». Son las dos prioridades de monseñor George Abou Khazen, el obispo católico de Alepo. Franciscano, de origen libanés, desde hace dos años guía a la pequeña comunidad de la diócesis más atormentada del mundo. Vive –diríamos nosotros– al otro lado de la barricada, en plena zona de guerra y cuida de los que no quieren, o no pueden, abandonar a Siria. Padre Abou Khazen no es optimista y teme que, antes o después, Siria se vacíe completamente de la presencia cristiana. «En Alepo faltan agua y electricidad. ¿Cómo se puede vivir en una ciudad así?».

Padre George, ¿puede contarnos cuál es la situación?
Con el ISIS a pocos kilómetros de Alepo, vivimos en el terror. Los distintos grupos de rebeldes están formado un frente común para ocupar la ciudad. Tenemos luz solo durante una o dos horas al día. Contamos con algunos generadores de electricidad, pero las familias deben pagarla y no pueden. En realidad, agua tendríamos en abundancia, gracias al dique sobre el río Éufrates, pero la controlan los yihadistas y a menudo nos la niegan por motivos políticos o por chantaje. Hemos tenido que buscar alternativas instalando cerca de la iglesia católica una bomba para llevar el agua a los ancianos, a los niños y a quienes no pueden procurársela por sí solos.

¿Hay una solución posible?
Lo digo siempre: ¡hace falta cortar los grifos de la guerra! Estoy en contra de cualquier solución militar porque aumenta el odio, los enfrentamientos, el deseo de venganza y las muertes. Pero el tráfico de armas hay que pararlo a toda costa. Es preciso cortar las fuentes de financiación de la guerra. Occidente no toma cartas en el asunto o –peor aún– hace como que no se entera. Y no solo. Si se dejara de vender armas y de comprar petróleo del ISIS, si se dejara de adquirir las obras de arte robadas, esta guerra acabaría. Persigamos a quienes trafican a costa de la guerra y pongamos fin a este estrago, porque están destruyendo un patrimonio enorme, están acabando con la gente y con los vestigios de la Historia.

¿Qué está haciendo la Iglesia por los sirios que se quedan en el país?
Ayudamos a los chicos con el estudio, les pagamos las tasas universitarias, ofrecemos algunas becas. En colaboración con las otras Iglesias cristianas –con las que ha madurado una unidad sorprendente– intentamos hacer frente a las necesidades cotidianas de todos. Tenemos muchos frentes abiertos. El peor es el de las enfermedades. Cuando alguien necesita ser operado y no puede hacer frente al coste de la operación, nos hacemos cargo de los gastos, en la medida en que podemos. Los hospitales públicos están inhabilitados y ¿quién puede pagarse hoy un hospital privado?

¿Os ayudaría que se pusiera fin al embargo?
Llevamos cuatro años pidiéndolo. También recientemente, cuando tuve la oportunidad de encontrarme con el subsecretario de Naciones Unidas, Stephen O’Brian. Se lo dije a las claras. ¿Cómo puede ser? ¿Naciones Unidas dice querer ayudar al pueblo sirio y, mientras, no levanta las sanciones? Ciertamente, así no perjudican a Assad, sino solo a la pobre gente, que de esta manera no puede ser ayudada.

¿Qué clase de ayuda os podemos ofrecer nosotros?
¡Ayudadnos a permanecer aquí!, para que Siria no se quede vacía, sin cristianos. Lamentablemente, están huyendo los jóvenes, los cerebros mejores, y una nación sin jóvenes es una nación sin futuro. Por lo menos la mitad se ha ido. Y ahora están en Europa.

¿Cuál es su mayor preocupación como obispo?
Si fuera por mí, nadie tendría que irse. Tenemos que trabajar para que la gente pueda quedarse, trabajar por la paz. Es difícil, pero no imposible. ¿Os dais cuenta de lo que significa vaciar a Oriente Medio de la presencia de los cristianos? Significa restarle una parte vital de su significado, por la importancia que tienen para el diálogo, para promover la paz y el progreso. La alternativa es volver atrás, al Afganistán de los talibanes, al salafismo, que ya está a las puertas de Europa.