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Huellas N.8, Septiembre 2015

PRIMER PLANO /Meeting de Rímini

Fascinados por las fronteras

Paolo Perego

Fuera los partidos, las opiniones y la búsqueda de votos. En Rímini se ha puesto sobre la mesa solo aquello de lo que realmente se puede volver a partir y construir

«Hablaremos de política, no de partidos y partidismos. Y del vacío estructural de nuestra sociedad». Los jóvenes, la crisis económica, los múltiples problemas que atenazan al bel paese. «Cuando el problema es que falta un sentido general, no bastan las medidas represivas». Giorgio Vittadini, en el Corriere della sera, en vísperas del Meeting ofrecía así la clave política para la edición 2015: «Enfrentarse al vacío proponiendo lo que de positivo existe en la sociedad».
De hecho, la política no ha faltado en este Meeting. Con la presencia de ministros, senadores y diputados de todos los partidos, para un diálogo a campo abierto empezando con un encuentro sobre “Volver a partir desde abajo”. En el estrado dos generaciones diferentes, provenientes de dos áreas políticas opuestas. Sin embargo, Luciano Violante, antiguo comunista y presidente de la Cámara, y Mauro Magatti, sociólogo de la Universidad Católica, hablan al unísono. «La política no se limita a “los partidos”», empieza Violante: «y se puede vivir de dos maneras, como mero ejercicios de poder o como servicio. Si la política no es un servicio, se quebranta la relación con la sociedad. Los partidos se atan al poder y pierden el contacto con la realidad». Una concepción que genera verdaderas patologías: «La anti-política, por ejemplo, o el populismo».

Cuestiones de fe… «En nuestro tiempo, las instituciones aparecen como un fortín», dice Magatti: «Pero es la sociedad quien las crea, en función de sí. No caen desde el cielo. Hoy necesitamos nuevas iniciativas instituyentes. Sin aportar, sin la capacidad de construir propia de la sociedad civil, las democracias no pueden sostenerse». Volver a partir desde abajo, efectivamente. Para Magatti, es lo que ha pasado siempre en las fases de transición: «Una oportunidad». La historia demuestra también que «cuando, en la tradición católica, la fe se debilita, pierde el vínculo con su contenido original, el país se desmejora».
También otra intervención, una de las más aplaudidas, se ha centrado en lo que fundamenta a la política, la de monseñor Nunzio Galantino, secretario de la CEI (véase el apartado): «La difusión del cristianismo es el evento que más ha revolucionado la historia de la humanidad y la manera de pensar lo humano». Para ilustrar las bases para el renacimiento de cualquier sociedad, Galantino partió precisamente del título del Meeting, es decir, de «la carencia que nos une a todos». La carencia «genera deseo», pero todo parece inducirnos a reducir el alcance de este deseo: «A menudo las orientaciones y las opciones se toman en base a intereses y fines inmediatos y pocos meditados, dictados por la búsqueda de lo útil sin tener un proyecto consciente». Un virus que reside en la idea de persona y de la sociedad que queremos construir.
El Evangelio introduce en la historia una nueva medida. Nada se censura más que esa carencia constitutiva de lo humano. En cambio, tomar conciencia de ella nos abre a los demás. En el fondo, aquí está la raíz del “bien común”. Este es el reto para los católicos, conforme a la imagen del “hospital de campaña” de la que habla el Papa: «Ser testigos de la caridad que nos ha alcanzado». Por eso la «ausencia» puede no ser «un límite sino una fascinación por las fronteras, aceptando los retos y la belleza de lo que estamos llamados a vivir». También en la política.

…y de conciencia. Una responsabilidad que Matteo Renzi ha remitido a todos hablando de “responsabilidad del yo”: «En una situación en que parece ganar el escepticismo, queremos aprovechar esta ocasión en positivo» para volver a ser «una tierra de oportunidades, no de añoranzas». En este sentido, es clave la educación. Al margen de esta conciencia, «Italia no puede volver a ocupar el lugar que le compete en el panorama internacional». Es necesario «recuperar la capacidad de maravillarnos. Somos propensos al litigio, provinciales. Pero globales cuando llevamos al mundo el mensaje de la belleza». Si la dirección es esta, en Rímini ya la hemos tomado desde hace tiempo.


La intervención
PERSONA Y SENTIDO DEL LÍMITE


Algunos pasajes del discurso de S. E. Nunzio Galantino, secretario de la CEI

La difusión del cristianismo es el evento que más ha revolucionado la historia de la humanidad y el modo de pensar el humanum. Creer en un Dios que sufre hasta la muerte, que es el punto dramáticamente más alto de nuestro límite; y creer en un Dios que vence el mal asumiendo sobre sí la debilidad ajena introduce una visión que cambia para siempre las categorías mediante las cuales pensamos lo divino. El mandato del amor, que para el cristianismo resume todos los mandamientos, nos lleva a entender a los últimos no como seres descartados, sino como personas que cuidar y levantar, compartiendo su destino. Por tanto, la escucha de las palabras de Jesús, la meditación de su ejemplo, la contemplación del misterio de la Pascua, nos brindan una luz inigualable sobre el hombre y representan una antropología del límite ya completa y perfecta. A nosotros nos toca comprender la luz que arroja sobre el hoy y traducirla en nuestro tiempo (…).

Una sociedad que hace del límite un recurso no valora los grupos y los Estados por lo que saben producir o por los recursos financieros de los que disponen, y trata por todos los medios, con hondo realismo, de levantar a los pobres para no favorecer un mundo a dos velocidades. Lo hace estando atenta a todos los pobres, a los que carecen de trabajo o lo han perdido, a los que viven en las zonas más pobres y económicamente atrasadas, a los que no están en condiciones de nacer y esperan hacerlo y gozar de la vida.
También la Iglesia se siente solicitada por esta antropología del límite a renovarse en sus estructuras, en las dinámicas decisionales y en las praxis concretas de las comunidades. (…) Una Iglesia que hace del límite un recurso adquiere ese estilo misionero tan invocado por el Papa Francisco, siendo cada vez más «un hospital de campaña», inclinada sobre los últimos, en los que se encierra la mayor riqueza, el mismo Señor, que la acogerá en el Reino de Dios.
Por último, una nueva y moderna conciencia de nuestros límites debe renovar la vida de la persona, de cada persona. (…) Una persona que hace del límite un recurso, aparta el instinto de defenderse de los demás, se abre con mayor facilidad a compartir las necesidades y, para el creyente, encuentra en la oración la vía de acceso a bienes mayores.

Una antropología del límite no se traduce en un elogio del límite mismo, sino en una exaltación del ser humano, capaz de generar un ideal de perfección que tenga en cuenta el límite y lo traduzca en historicidad, concreción, encarnación. La primera frontera que es posible alcanzar es la de ser más humanos. Para muchos de nosotros este camino coincide con el encuentro con Jesucristo, mediante la fe. En Él encuentra plenitud el sentido del límite humano y “sanación” de cualquier torcedura. Quienes lo hemos experimentado estamos llamados a testimoniar a los hermanos, respetando a quien recorre con fatiga el camino a la búsqueda de respuestas auténticas.
Solo cuando vivimos a la luz de estas consideraciones; solo cuando nuestra vida, consciente del límite, sigue sintiendo la fascinación por las fronteras, podemos reconocer como verdadera y hacer nuestra la intensa invocación de san Agustín: «Nos hiciste para ti, Señor, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti».