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Huellas N.8, Septiembre 2015

EDITORIAL

Como al inicio

Emergencia refugiados. Historias, dramas, rostros de personas que huyen de la guerra buscando refugio en otras tierras, en Europa. Imposible no sentirse sacudidos. En alguna medida, tocados personalmente. Provocados a preguntarnos: ¿por qué?
En la reciente asamblea internacional de responsables de CL, celebrada en Cervinia a finales de agosto, Julián Carrón señalaba el fondo de esta provocación, planteando una cuestión decisiva: «No nos falta la realidad. La realidad nos provoca continuamente. Si nos quedamos en nuestro sopor es porque lo que falta es el yo. Entonces el problema es ¿quién lo despierta?».

En el Meeting de Rímini se ha hablado mucho de emergencias. Siria y Oriente Medio, islam y diálogo interreligioso, Europa y la crisis, la educación… Sobra realidad, en efecto. Pero lo valioso es que se ha abordado también la cuestión de fondo. El Papa lo formulaba así en su mensaje: «Ante el sopor de la vida, ¿cómo despertar la conciencia?». ¿Cómo cultivar esa «sana inquietud» que llevamos dentro, esas preguntas que todo hombre lleva clavadas en el corazón, esa carencia que es como «una campanilla» que nos advierte de que estamos hechos para algo grande, de que «estamos sedientos de Dios»?

No hay respuestas prefabricadas. No hay fórmulas patentadas, con la garantía de que funcionen. El mismo Francisco nos lo recuerda cuando dice que «para la Iglesia se abre un camino fascinante, como al inicio del cristianismo». Se trata de un camino por descubrir, mientras todo a nuestro alrededor se desmorona.
En ese sentido, en Rímini hemos visto suceder hechos que nos abren caminos. Lo hemos visto en los encuentros, en el escenario y fuera. En tantas relaciones cara a cara que han dado lugar a correspondencias imprevistas (ucranianos y rusos que trabajan juntos para una exposición, rabinos e imanes que dialogan con un cardenal, hombres que han sufrido un secuestro y aprenden la hondura del perdón…). En algunos rostros que se han quedado grabados en nuestra memoria por la alegría impensable que reflejan, como el del padre Ibrahim Alsabagh, de Alepo. En un sinfín de relaciones que desbordan cualquier planificación. Se trata de hechos que hay que mirar hasta el fondo para captar todo su alcance cognoscitivo, para que nos indiquen una nueva dirección y no se queden simplemente en anécdotas bonitas.

Uno de los protagonistas del Meeting ha sido Abrahán. Como se ha comentado, con él aparece el método de Dios en la historia. El momento histórico en que el Misterio llama al hombre para que este pueda decirle “Tú”. Haciéndose escuchar, Dios lo despierta, hace emerger toda su estatura, sus preguntas y su sed. Porque «sin el Misterio, no existe el yo», como decía Carrón en el acto celebrado junto al profesor Joseph Weiler. Así, a través de un hombre, Dios cambia la historia. En Rímini, de alguna manera, lo hemos visto acontecer de nuevo. En el estrado, en las pantallas y en los pabellones de la feria, hemos reconocido las huellas de ese «camino fascinante». Y queremos seguirlo.