Una verdadera revolución
Cuando entrabas en la clase de cuarto de la ESO era imposible no fijarte en Quique. Aunque su inteligencia y curiosidad eran muy grandes, parecía una roca en medio de un desierto. Era tremendamente sólido pero poco a poco se resquebrajaba por dentro. Cuando llegó al colegio se encontró con que los otros chicos “fingían” ser amigos pero se reían de él. Quique recuerda: «Entonces, decidí encerrarme en mí mismo, y me dediqué por entero al estudio y a la natación; pronto me choqué con un muro. Caí en la cuenta de mis limitaciones, sabía que yo no podía darme la felicidad».
Las cosas empezaron a cambiar un año después, en primero de Bachillerato. En septiembre, su vida da un vuelco. «Me encontré con profesores –cuenta Quique– que nos miraban con un amor que sobrepasaba nuestros esquemas. De verdad les importábamos más allá del ámbito académico. Nos hacían implicarnos personalmente hasta el fondo de las cuestiones tratadas en clase, nos proponían salidas de estudio por distintas zonas de España, nos reuníamos una vez a la semana para hablar de nuestras inquietudes... y todo esto porque, como decían, querían compartir la vida con nosotros». Sus compañeros de clase y los profesores empiezan a ser verdaderos compañeros de camino.
Con el paso de los meses, Quique pasa de ser uno más de la clase a convertirse en una gran sorpresa para los que le rodean, incluso para sus padres. Éstos llegan a preguntarse: «¿Pero quiénes sois? Quique es otro. Nunca ha estado tan contento». Quique no para de preguntar y de levantar la mano, dentro y fuera de las clases. Necesita conocer más gente que comparte estas ganas de vivir. Sus profesores le invitan en abril al EncuentroMadrid. En apenas unas horas, un chico al que acaba de conocer allí se convierte en su mejor amigo: «Bastó abrirse de corazón a corazón para descubrir que dentro de nosotros había lo mismo. Desde aquel encuentro –que verdaderamente fue para mí un encuentro con Jesús– no he cesado de buscar relaciones igualmente verdaderas. ¡Y las he encontrado! Y va a más, y más, y más...».