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Huellas N.6, Junio 2008

SOCIEDAD - España

Cuando empezar es razonable

Álex Brenchat

El sábado 17 de mayo, en Barcelona, tuvo lugar la I Jornada de Recogida de Medicamentos en varias farmacias de la ciudad, una iniciativa puesta en marcha por la asociación Banco Farmacéutico con el objetivo de recoger medicamentos para cubrir las necesidades de las personas más pobres de la ciudad

El Banco Farmacéutico es una asociación sin ánimo de lucro que nace en España en el año 2007 al amparo de la Asociación Banco Farmacéutico de Italia, donde lleva ocho años realizando la Jornada de Recogida de Medicamentos. En el día de la Jornada, realizada una vez al año, los voluntarios del Banco Farmacéutico se presentan en las farmacias adheridas a esta iniciativa, para invitar a los ciudadanos a “costear” alguno de los medicamentos que luego serán donados a una determinada entidad asistencial de la ciudad. Dicha recogida de medicamentos es personalizada y destinada a una necesidad concreta de las personas asistidas por estas entidades, las cuales facilitan al Banco Farmacéutico un listado con los medicamentos que necesitan y que no se pueden costear.

La necesidad
¿Existe en España la necesidad real a la que responde el Banco Farmacéutico? O, dicho de otro modo; ¿es posible que en la España del Estado de Bienestar y de la Seguridad Social generalizada –incluso para inmigrantes sin papeles– existan personas que no se puedan costear los medicamentos? Para responder a esta pregunta hicimos un estudio en el que analizamos a 160 entidades asistenciales de Barcelona. Un 92% de las entidades que respondieron al estudio encontraban necesario una entidad como el Banco Farmacéutico que les aprovisionara de medicamentos de manera gratuita. Las personas asistidas por dichas entidades son niños vulnerables, inmigrantes, marginados, drogodependientes o sin techo, que no se pueden costear la parte del medicamento no cubierta por el sistema o que no llegan a poder obtener las recetas de la Seguridad Social por diversos motivos.

Incluso en nuestra sociedad
El Ayuntamiento de Barcelona calculaba recientemente que el número de indigentes está entre los 800 y 900. Según la publicación “Dónde comer, dormir y lavarse 2008”, que la Comunidad edita cada año, un total de 34 centros sociales en Barcelona dan de comer u ofrecen una cama a todas esas personas que duermen en la calle. De éstos, 19 son iniciativas con presencia católica (56%), mientras que sólo 8 pertenecen al Ayuntamiento, 2 cuentan con presencia cristiana no católica y otros 5 son privados. Jaime Castro en e-cristians.net explica: «Cada vez nos encontramos menos historias largas de marginación y con más personas que tenían una vida normal, pero que acaban en la calle a causa de un desahucio, la pérdida de un trabajo, una enfermedad o una ruptura familiar».
La creencia generalizada de que el Estado lo hace todo y lo abarca todo es falsa. Aunque pensemos que la sociedad del progreso tiende a minimizar o a acabar con los problemas, siempre habrá necesidades, aunque éstas cambien de rostro o de inquilino. Como dice el Papa Benedicto XVI en la encíclica Deus Caritas Est: «La caridad será siempre necesaria, incluso en la sociedad más justa».

Recollida de Medicamentos
En esta primera edición participaron 14 farmacias, 8 entidades asistenciales y 38 voluntarios. Estas entidades pidieron al Banco Farmacéutico tanto medicamentos no prescritos con receta de la Seguridad Social (un 74%), como medicamentos prescritos con receta de la Seguridad Social (un 26%). El 60-80% de los ciudadanos que entraban en la farmacia compraban algún medicamento, llegando a recoger un 32% de los medicamentos solicitados. Pero, sobre todo, ha sido conmovedor el testimonio de los farmacéuticos y voluntarios que participaron en la Jornada y que publicamos a continuación.


TESTIMONIOS

Se empieza por un “sí”
Cuando volví a Madrid, después de haber trabajado unos años en el Banco Farmacéutico en Italia y haber podido comprobar la bondad de esta iniciativa tanto para los beneficiarios como para las personas que participan en ella, me surgió la pregunta: ¿cuándo es razonable empezar una obra de estas característica? La pregunta surgió a raíz de la propuesta de Alex, un amigo de Barcelona, que conoció el Banco Farmacéutico en el Meeting de Rímini hace 3 años. Él sabía que yo había trabajado allí y entonces contactó conmigo para compartir su inquietud por hacer algo parecido en España. Desde entonces he seguido el desarrollo del Banco Farmacéutico en Barcelona gracias al sí de Alex, que ha sabido implicar a un grupo de personas en torno a este proyecto, entre los que están sus amigos del grupo de Fraternidad, pero también otros que se han ido agregando.
Josep María Puigjaner es farmacéutico, director de una importante revista del sector y, actualmente, presidente del Banco. Al terminar la Jornada de Recogida de Medicamentos nos decía sorprendido: «Lo que ha sostenido el Banco Farmacéutico hasta hoy ha sido la fe». En ese momento caí en la cuenta de que yo, en cambio, había dejado la fe aparcada, mientras mi razón seguía funcionando dentro de los límites que me habían llevado a pararme una y otra vez ante las dificultades: para empezar el Banco en España no bastaba importar un modelo ya listo; además del esfuerzo organizativo y de movilización de personas, había que adaptar la idea a la realidad farmacéutica y sanitaria española, etc. En cambio, en Barcelona, Alex se ha movido con un concepto de razón más amplio que el mío: «¿Es esta una necesidad que la realidad me plantea? Pues, entonces es razonable que nos movamos para tratar de darle una respuesta».
María García

Gestos de gratuidad
Vinimos desde Madrid tres personas para participar en la Jornada de Recogida de Medicamentos. Al principio, nuestra sensación era incómoda por el hecho de tener que ir al encuentro de la gente para explicarles la iniciativa. Esta dificultad nos obligó a profundizar en el motivo por el que lo hacíamos. Nuestra farmacia estaba situada en un barrio de gente muy humilde, donde la mayoría de los clientes que entraban eran pensionistas que venían con las recetas de la seguridad social, inmigrantes o gitanos… En cuando a la recogida, la cosa pintaba mal. Pero llegó el primer “quiero participar”, y después el segundo… hasta aquel anciano que ante nuestra invitación nos dijo: «Si ayudo no voy a ayudar con 4 euros, déme usted algo por lo menos de 10». Gestos de gratuidad pura que te conmueven, te interpelan y te llevan a reconocer: «Sí, verdaderamente el hombre está bien hecho y reconoce enseguida lo que vale». Dios quiera que éste y otros gestos de caridad se extiendan alrededor nuestro para educarnos en lo que es nuestra naturaleza original: el don de uno mismo.
Tres madrileños

Lo primero que sorprende es justamente el hecho de que exista una realidad así: personas que no se rinden ante esta misteriosa desidia y que encuentran la energía y el valor para juntarse con el fin de sostenerse mutuamente. Personas que llevan a cabo iniciativas económicas y sociales tratando de responder a las necesidades propias y de aquellos con los que viven. Tal como dicen estas palabras de Carrón en la última Asamblea General de la CdO, es una sorpresa que exista el Banco Farmacéutico, no sólo para los que se topan con la iniciativa, sino en primer lugar para mí. Y está claro que su fruto no depende de nuestro esfuerzo o nuestra capacidad.
De hecho, he sido perezoso a la hora de ofrecer mi ayuda a nivel informático, he perdido el entusiasmo y hasta he pensado que jamás funcionaría, pero nunca he dejado de dar mi “sí” a la iniciativa. Un “sí” no calculado, a partir de un atractivo y una fe en Él, en el que uno se siente libre de las consecuencias (del éxito o fracaso) y que, según mi experiencia, constituye la clave para que la esencia de la obra siga existiendo y generando. A su vez, uno se encuentra ante algo que ha engendrado pero que a la vez le está engendrando y educando de nuevo.
Doy gracias a todos aquellos que han permitido que exista una obra así, porque veo que es esencial para mi vida, no tanto por el bien que podemos generar gracias a ella (porque el fruto está destinado a gente necesitada) sino por el hecho de que vuelva a ser aire fresco para mí y me haga sorprenderme de nuevo, deseando con alegría, esperando con sencillez y manteniéndome lejos de la desidia en la que caería con mis fuerzas.
Josep Coves

La Jornada supuso una novedad para toda la gente que acudía en la farmacia donde estuve de voluntario. Casi cada persona a quien le explicaba la iniciativa me preguntaba cosas, para concretar, para entender el sentido de aquello y ¡se tenía que estar preparado! Es una iniciativa novedosa, y la gente necesita entender, sobre todo antes de dar un euro. Estoy muy agradecido a la farmacéutica, que colaboró como un voluntario más en la Jornada. Para mí fue una posibilidad más de entregar mi tiempo gratuitamente, una oportunidad para comprender que la vida es para entregarla.
Albert Seda

Desde el apuntarme como voluntario y participar en la Jornada hasta la valoración del día fue una novedad para mí. Y fue precisamente en la comida que hicimos en casa de Alex, después de la Jornada, donde pude entender la grandeza del gesto que habíamos tenido. Uno piensa que va a echar una mano y al final acaba aprendiendo que el regalo estaba hecho para él.
Pablo Toda

He aprendido que existe un modo de relacionarse con las cosas y las personas que es la gratuidad. Y lo he podido comprobar participando de voluntario en la Jornada. Yo, que soy muy tímido, me sorprendí explicando con total libertad qué era el Banco Farmacéutico y en qué consistía la Jornada con una sencillez y una naturalidad que no son normales en mí.
Enric Seda

Alex propuso esta iniciativa en una Escuela de comunidad en la que trabajábamos el tema de la libertad. Después de la Jornada salí contento. Me gustó particularmente ver cómo la gente respondía, sin duda, no debido a mis dotes como vendedor, sino porque se les estaba proponiendo algo que les interesaba. Ver cómo el seguir algo más grande me hacía crecer me pareció liberador. Lo más importante fue el juicio que hicimos entre todos y que dio más sentido a la alegría que tenía por haber participado.
Francesc Vives

Seguir la propuesta que me ha hecho el Banco Farmacéutico, hasta el último detalle (explicando la iniciativa a los ciudadanos, invitándoles a comprar alguno de los medicamentos que las entidades necesitaban, contando los medicamentos recogidos…), aunque al principio renegaba por tener que contribuir a este tipo de iniciativas, acababan comprándonos algo después de habernos escuchado a mí y a la farmacéutica. Este tipo de acontecimientos se dan por la gratuidad, por dedicar tu tiempo y esfuerzo con “otro” criterio. Particularmente impresionante para mí ha sido el cambio de mirada que la farmacéutica ha tenido hacia nosotros a medida que pasaba la mañana. Al final no paraba de hacer preguntas: ¿de dónde sois?, ¿por qué estáis aquí? Nos explicaba la soledad que veía en tanta gente que cuando va a la farmacia: no sólo necesita el medicamento si no alguien que le escuche... Estas cosas a mí no me ocurren en mi trabajo normalmente. Por eso ha sido una forma de aprender cómo tengo que ponerme frente a todo lo que hago.
Germán Fañanás

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