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Huellas N.7, Julio/Agosto 2013

BREVES

Lectura

a cargo de Elena Alonso Serrano

Las 99 ovejas que hay que buscar

Francesca Ambrogetti/Sergio Rubin
El Papa Francisco
Conversaciones con Jorge Bergoglio
Ediciones B
pp. 192 – 15,00 €

Soy Jorge Bergoglio, sacerdote. Una confesión me cambió la vida. Fue la sorpresa de un encuentro, el estupor de encontrarse con alguien que te está esperando. Desde ese momento para mí, Dios es el que te “primerea”. Uno lo está buscando, pero Él te busca primero. Uno quiere encontrarlo, pero Él nos encuentra primero. Entré en los jesuitas porque estaban en primera línea y por su vocación misionera. La vocación es ser objeto de misericordia, es ser elegido. También la oración es dejarse mirar por Dios. La Iglesia sólo puede ser misionera. De lo contrario, se asfixiaría en la autorreferencia. No debe quitar preceptos, sino facilitar nuestra adhesión, salir a la calle para encontrar a la gente. Veo a menudo a una Iglesia que se reduce a lo administrativo en lugar de transmitir la fe. Los laicos son un recurso; se convierten en un problema cuando se clericalizan. En cambio, para salir al encuentro de la gente basta el Bautismo. No debemos permitir que las ideologías predominen sobre la moral. Subrayar sólo lo negativo y lo que nos separa no es cristiano. Cristo aceptó a todos y sólo se redime lo que se acepta. Tener fijación con lo que se refiere a la sexualidad es una reducción moral y catequética del anuncio cristiano: la fe es el encuentro con Jesús. Algunos creen ser justos, vivir a la luz de la fe y seguir las enseñanzas del catecismo, pero no tienen la experiencia de ser salvados. Los grandes pecadores tienen esta experiencia de la gracia, porque el pecado es el lugar privilegiado del encuentro con Cristo, al que pertenecemos. Nuestra falta de identidad es falta de pertenencia. Esto es sintéticamente el corazón del libro-entrevista al cardenal Bergoglio, tres años antes de que fuera elegido Papa. No dejéis de leerlo.
Davide Perillo


Un instrumento para juzgar

Luigi Giussani
De la utopía a la presencia
Ed. Encuentro
(Disponible sólo en ebook)
pp. 362 – 18,00 €

Parecería normal que a los hombres, por encima de todo, les apremiara la vida y, con ella, por el yo y su plenitud humana. Sin embargo, todos sabemos hasta qué punto no es así. Por ello, cuando sucede, es algo excepcional. Este es el valor precioso de la publicación de los Equipes del CLU, que recoge de forma sistemática las intervenciones y las conversaciones de don Giussani con los responsables de los estudiantes universitarios de Comunión y Liberación, a partir de la mitad de los años Setenta. La lectura de estas páginas nos invita a entrar en un diálogo dramático, sin descuentos, cuyo tema es precisamente la vida. Se hace patente desde la primera página: «El problema no es la comunidad, soy “yo”. Se trata de la vocación que tiene mi vida», esto es, de la vida como vocación.
Mi vida está abocada al parangón universal con todo lo que encuentro a lo largo de mi existencia. Para esta aventura apasionante que es vivir, el Misterio nos dota de un instrumento, de un criterio para juzgarlo todo: nuestra humanidad, «este entramado de exigencias y de necesidades que somos». Contemplar a una persona convencida, como don Giussani, que usa este instrumento es un espectáculo apasionante. Es justamente este criterio el que nos hace percibir a Cristo como excepcional, como el único capaz de corresponder de manera exhaustiva a nuestra humanidad con todas sus exigencias. Este reconocimiento está en el origen de la comunidad. «La gente no se une por unas iniciativas; lo que une es el acento verdadero de una presencia, que viene de esa Realidad que habita entre nosotros y que llevamos “encima”: Cristo y su misterio que se hace visible en nuestra unidad».
Julián Carrón


Una defensa de la libertad humana

Fiódor M. Dostoievski
Los hermanos Karamazov
Editorial DeBolsillo
pp. 1104 – 12,95 €

Es conocida la historia de Fiódor Karamázov y de sus hijos: Dimitri, instintivo, apasionado y leal; Iván, duro, inteligente y desesperado; Aliosha, sensible y espiritual.
Un abanico de personajes que muestran cómo en el corazón del hombre se da la gran batalla entre Dios y el demonio por conquistarle. Dostoievski tiene la genialidad de dejar aflorar en sus personajes y novelas ese magma volcánico y, nos recuerda que hay algo a lo que nunca se puede renunciar, que es la libertad. Por lo mismo nos recuerda que la salvación sólo se encuentra en Jesucristo y que el camino que conduce a ella pasa por el sufrimiento. Dostoievski previó proféticamente las consecuencias del nihilismo revolucionario, pero sobre todo defendió a ultranza la libertad constitutiva del hombre. Esa libertad puede entenderse sin límites, totalmente desarraigada, y entonces tiene consecuencias fatales. Pero también puede existir la tentación de privar al hombre de ella para darle una felicidad que el hombre no elegiría. Esto es lo que Berdiaev, en su ensayo El espíritu de Dostoievski (Nuevo Inicio, 2008), entiende que nos enseña la “Leyenda del Gran Inquisidor”.
Cuando en cambio el hombre reconoce y acepta a Cristo con su libertad, puede llegar a decir lo que Dostoievski escribe en Los hermanos Karamazov: «La vida es un paraíso y todos nosotros estamos en el paraíso, la cuestión es que no queremos saberlo, porque si lo quisiéramos reconocer, la tierra entera se convertiría mañana mismo en un paraíso». La libertad se realiza sólo apoyándose en el amor que le precede: «No le tengas miedo [a Dios]. Es temible por su grandeza ante nosotros, es espantoso por su altura, pero es infinitamente misericordioso, por amor se ha hecho semejante a nosotros y con nosotros se alegra, trasforma el agua en vino para que no se interrumpa la dicha de los invitados, espera a otros, llama sin cesar a otros…».
Carmen Pérez


El yo que mueve la historia

Václav Havel
El poder de los sin poder
Ed. Encuentro
(Disponible sólo en ebook)
pp. 136 – 9,49 €

En la felicidad de nuestros veinte años o poco más, las de Václav Havel eran palabras pronunciadas en directo, live, de un desconocido disidente checo que estaba sufriendo lo que leíamos en sus textos, medidos y decididos. La de Havel era una pequeña pero conmovedora historia. Hoy el nombre de Havel es la Historia de Europa.
En el contexto actual la fuerza de este libro, El poder de los sin poder, sigue totalmente vigente. ¿Por qué? Porque habla del elemento que mueve toda historia, siempre, ese factor humano que se llama “yo”, sin el cual la historia sería mera zoología, las historias humanas serían sólo la evolución de una manada de simios. Havel cuenta cómo la conciencia, mucho antes que los comportamientos en acto, ha sido el verdadero motor que liberó a Europa del yugo totalitario. Nos explica que no existe un sistema malvado tan perfecto como para hacer indiferente e inútil cualquier resistencia del yo. Testimonia, con su laica mansedumbre bohemia, lo que san Juan Bosco afirmaba con decisión pastoral: todo hombre tiene dentro de sí un punto sensible al bien. La cuestión es si decidimos escucharlo, antes y a costa de cualquier heroísmo.
Brotan así en estas páginas las figuras y parábolas del hortelano, el fabricante de cerveza, los compañeros de celda que defienden a los disidentes en prisión, por bromas del destino futuros políticos luminosos, pues la historia, burlona, convirtió en profetas a aquellos malhechores. El poder de los sin poder no es la historia de Checoslovaquia (que ya ni siquiera existe), es la historia de una decisión por la verdad y por la libertad, es la historia del yo, en todo tiempo y lugar. Es la historia de cada uno de nosotros.
Tommaso Ricci