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Huellas N.8, Septiembre 2008

CL - La Thuile

La caritativa y el trabajo

Testimonios 1 (P. B.)

Desde los Bancos de Solidariedad hasta una escuela de negocios. Andrea Franchi y Bernhard Scholz contaron lo que se aprende obedeciendo a las circunstancias concretas

El jueves por la noche Andrea Franchi y Bernhard Scholz nos contaron qué significa para ellos comprometerse con la realidad; uno en el gesto de la caritativa y otro en el trabajo. Como gesto de caritativa, Andrea se ocupa desde hace algunos años de los Bancos de Solidaridad, grupos de personas que llevan a las familias pobres paquetes con productos de primera necesidad. Es un gesto muy sencillo que se juega por entero en la relación con las familias. «Es decisivo, porque me enseña a mirar quién soy: un pobrecillo que desea ser feliz. Y que ha tenido la gracia de encontrar la respuesta: Cristo. Es un desafío educativo porque cuando te encuentras ante una familia que no consigue llegar a fin de mes, no puedes hacer discursos. Vas allí con el paquete de comida y te pones frente a ellos con lo que tú eres», comienza Andrea. La finalidad, por tanto, es la educación de uno mismo. Andrea cuenta un hecho. «Dos amigas llevan el paquete de comida a una pareja de ancianos. Nace una relación bonita. Un día la señora dice: “Quiero enseñaros la foto de nuestra boda. Está en el desván”. Van juntas a buscarla. Abren un baúl: la foto se halla sobre unos cuantos fajos de billetes. Nadie dice nada. Después la anciana, casi llorando, explica: “Os pido perdón, son un regalo de nuestro nieto, pero no hemos tenido el valor de decíroslo porque teníamos miedo de que no vinierais más. Vosotros sois las únicas personas con las que nos sentimos queridos”. Estas dos amigas han seguido yendo a su casa, sin el paquete de comida, obviamente, porque ese gesto les servía a ellas». Dentro de un gesto de caridad sucede el cambio de lo humano, porque cambia la conciencia que tengo de mí mismo, cambio yo.
Bernhard, desde este año presidente de la Compañía de las Obras, tiene como profesión consultor y formador. En 2003 Giorgio Vittadini le invitó a crear la Escuela de Empresa. «Fue una provocación inmediata para mí, y me hizo reflexionar sobre mi trabajo, porque en Italia no existía una Escuela para pequeñas y medianas empresas. Partí de una cierta intuición, después hice una investigación, observé la realidad de las pequeñas y medianas empresas, formulé una hipótesis y comenzamos nuestra andadura». Hasta aquí, un recorrido normal. ¿Dónde estaba la diferencia? «Tenía la clara impresión de que este trabajo se me daba como una llamada, lo viví de manera más intensa. Esto me permitió darme cuenta de que las cosas que haces no son tuyas, te son confiadas. Este punto de partida ha permitido que incluso mi forma de observar, de comprender, de entender la realidad que estaba afrontando cambiara, es decir se convirtiera en obediencia. Para responder a los problemas debía obedecer a la realidad». Es un recorrido humano diferente que, partiendo de una problemática real, llega a una apertura hacia el horizonte infinito. Incluso en la gestión de una empresa.