IMPRIME [-] CERRAR [x]

Huellas N.3, Marzo 2013

BREVES

Lectura

a cargo de Elena Alonso Serrano

LIBRO RECOMENDADO

José Luis Restán
Diario de un pontificado 2011-2013
Padre hasta el final
Encuentro, Madrid 2013
pp. 120 – 15,00 €

«Desde primeros de octubre de 2012 hasta el final de este febrero de 2013, Benedicto XVI ha ofrecido una apretada síntesis de su magisterio. Todo empezó con aquella lección pronunciada sin papeles ante la Asamblea del Sínodo de los Obispos sobre la Nueva evangelización que dejó casi sin habla a los presentes en el aula. Con esa genialidad de gran pintor repitió una especie de nueva introducción al cristianismo, en la que comenzaba por tomar nota de la condición del hombre contemporáneo. (…)

La primera constatación es que podemos conocer a Dios sólo porque Él ha tomado la iniciativa, se ha dejado ver y tocar, se ha encontrado con algunos, les ha cambiado la vida y les ha enviado a anunciar el Evangelio a los confines del mundo. Es un dato esencial para todo su magisterio: el cristianismo no es una idea o un proyecto de vida, sino el encuentro con una Persona viva que nos trasforma en profundidad, revelándonos nuestra verdadera identidad. Y esa transformación se da a través de la razón y de la libertad humanas, dos palabras sin las que serían inexplicables el hombre, el teólogo y el Papa. En estos casi ocho años el Papa Benedicto se ha batido el cobre hasta la extenuación para mostrar que el Dios de Jesucristo es el único amigo verdadero de la felicidad del hombre. El único que responde hasta el fondo a su exigencia de sentido y el único que puede sostener su preciosa pero frágil libertad. Es el Dios que no nos quita nada sino que nos lo da todo. (…)

La iniciativa siempre es de Dios, y por eso la liturgia y la oración han sido centro de toda su atención hasta el final. De hecho su último servicio será el de la plegaria constante por la Iglesia que ha amado tanto. Pero evidentemente cada persona es invitada a responder, y el Papa Ratzinger identifica esa respuesta con dos palabras: confessio y caritas. Ambas las ha propuesto una y otra vez en estos cuatro últimos meses. En primer lugar es preciso confesar la fe, narrarla ante el tribunal del mundo que nos interroga, ya sea con curiosidad o con malevolencia. Sería inútil eludir esta condición estructural de la fe, y el Papa lo explica con una especie de dulzura implacable. (…)

Hay un paso final que no podemos dejar de mirar en estos meses trepidantes. La mirada de Joseph Ratzinger al camino de la Iglesia en la historia reciente. No en vano ha gastado todas sus energías en hacer palpable la “renovación en la continuidad”, el modo en que la única Iglesia vive y se encarna en el tiempo. A los obispos que habían participado cincuenta años atrás en el Concilio Vaticano II les explicó que “aggiornamento” no significa ruptura con la tradición, sino que expresa la continua vitalidad de la Iglesia. No significa reducir la fe rebajándola a la moda de los tiempos, sino como hicieron los padres conciliares, “llevar el ‘hoy’ que vivimos a la medida del acontecimiento cristiano, debemos llevar el ‘hoy’ de nuestro tiempo al ‘hoy’ de Dios”. La Iglesia, dijo a los seminaristas de Roma, es el árbol de Dios, y por eso no hay motivo para que nos dejemos impresionar por los truenos de dentro y de fuera. Y aunque el vendaval arranque las ramas secas y otras parezcan a punto de morir, el árbol siempre renace. Mientras los sabios del mundo peroraban sobre el cansancio del Papa, este realizaba la afirmación más audaz que pueda imaginarse: “el futuro es nuestro… la Iglesia es el árbol de Dios que lleva consigo la eternidad”. Sólo esta certeza explica adecuadamente el paso que ha dado Joseph Ratzinger, un paso que nos explica a todos de qué se trata. Pase lo que pase “el futuro es realmente de Dios”. Esta es la grande y humilde certeza que nos ha comunicado hasta el final».
(del Epílogo del autor)


Francesco Ventorino
Luigi Giussani, la virtud de la amistad
Encuentro, Madrid 2013
pp. 168 – 12.00 €

No obstante los más de treinta libros suyos, traducidos y publicados en español por Ediciones Encuentro, monseñor Luigi Giussani sigue siendo un gran desconocido para la mayoría en España y en el mundo de habla hispana. Es cierto que su nombre es conocido en bastantes ámbitos eclesiásticos como fundador del movimiento de Comunión y Liberación, y que una parte de sus textos son leídos y estudiados, con mayor o menor atención, por los miembros de este movimiento católico. Pero su figura – como siempre ocurre con los personajes que han hecho historia, mucho más interesante que sus mismos textos – corre el riesgo de quedar sólo en el recuerdo de quienes le conocieron. La publicación de este libro del sacerdote siciliano Francesco Ventorino, que sigue al excelente estudio del hoy cardenal de Milán, Angelo Scola (Luigi Giussani, un pensamiento original, Encuentro 2006 y al primer volumen sobre la historia de Comunión y Liberación del recientemente consagrado obispo, Massimo Camisasca (CL. Los orígenes, Encuentro 2002), y que será a su vez pronto seguida por otra aproximación a la figura y la obra de don Giussani de este mismo autor, tiene un simple objetivo: contribuir al conocimiento de la «persona», lo que redundará sin duda en una mejor comprensión del alcance y el significado de su imponente obra.
(Nota del Editor)


Aldo Trento
Yo soy Tú que me haces
Encuentro, Madrid 2013
pp. 168 – 16.00 €

Las cartas que se recogen en este libro dan testimonio de una plenitud afectiva en cualquier relación que el lenguaje cristiano llama “virginidad”. En palabra del autor, «la virginidad, o sea la caridad, es una plenitud afectiva que experimenta desde ahora la prenda de lo eterno. Es como el alba del yo al que se le da la gracia de experimentar lo que un joven que se enamora dice, lleno de ternura, a su amada: “Tuyo para siempre, te querré siempre”. En el fondo somos realistas, Camus tenía razón cuando ponía en boca de su personaje, Calígula, aquellas palabras: “Quiero la luna”, quiero lo que es imposible a nuestras solas fuerzas. O cuando Carl Marx escribía a su mujer: “Lo que hace de mí un hombre es mi amor por ti y el tuyo por mí”. Se ama, se es padre, sólo si se es amado, viviendo todo el espesor de lo humano, con sus pliegues hermosos, dramáticos e irónicos. Yo vivo haciendo compañía al hombre que grita porque está necesitado, ya sea niño, joven o enfermo terminal. Todo lo que ha nacido a mi alrededor es obra de Dios. Es Él quien lo ha creado valiéndose de mi nada. Él lo ha querido para que yo pueda hacer con todos lo que Giussani hizo conmigo: ofrecer la compañía que necesitan. Por eso, la primera vez que encontré un cadáver abandonado en la calle, lo recogí, lo llevé a casa y lo lavé. Y así un día tras otro. He recogido a los moribundos, a los abandonados, a enfermos llagados. Y Dios ha querido crear este conjunto de obras».
(P. Aldo Trento)


El Credo en imágenes
El arte como manifestación de la fe
(Promovido por la Delegación Episcopal de Cultura)
Arzobispado de Madrid 2013
pp. 280

Esta publicación, impulsada desde la Delegación Episcopal de Cultura del Arzobispado de Madrid, ha nacido en el marco del Año de la fe, promulgado por Benedicto XVI para el año litúrgico de 2013. Se trata de comentarios a algunos cuadros elegidos para explicar los principales artículos del Credo. La selección de las pinturas, pertenecientes a la colección permanente del Museo del Prado, no obedece únicamente a criterios formales sino, sobre todo, al profundo significado que transmite la iconografía de las distintas composiciones, que van desde el primer cuarto del siglo XII hasta el siglo XVIII. Conscientes de que estas obras no fueron expresamente realizadas para “ilustrar” un artículo de fe, las autoras destacan los enunciados de la Fe sirviéndose de la tradición cristiana de la que participaban los artistas que las pintaron y los fieles que las contemplaban. Cada estudio monográfico va precedido de unas breves palabras introductorias que subrayan aquellos aspectos en los que la obra manifiesta su vinculación con el artículo de fe para el que ha sido seleccionada. Además se presenta al autor de la misma para situarla en un espacio y un tiempo concretos, y se enriquece la interpretación con una lectura formal e iconográfica que nos lleva a descubrir la profundidad de significados de estas pinturas. El texto quiere ser una ayuda para “reconocer” las verdades que profesamos en el Credo. «“Reconocer” – explica Benedicto XVI – quiere significar la necesidad de descubrir el vínculo profundo entre las verdades que profesamos en el Credo y nuestra existencia cotidiana a fin de que estas verdades sean verdadera y concretamente – como siempre lo han sido – luz para los pasos de nuestro vivir, agua que rocía las sequedades de nuestro camino, vida que vence ciertos desiertos de la vida contemporánea».
La selección y redacción de los comentarios ha sido coordinada por dos profesoras de los Grados de Historia e Historia del Arte de la Universidad CEU San Pablo, que han trabajado con la colaboración de estudiantes de Historia del Arte de la Universidad Complutense de Madrid y la Universidad CEU San Pablo (el libro se puede pedir en el correo electrónico cultura@archimadrid.es o llamando al teléfono de la Delegación de Cultura del Arzobispado de Madrid, 913426779).
(José Miguel García)


Stratford Caldecott
El poder del Anillo. Trasfondo espiritual de El Hobbit y El Señor de los Anillos
Encuentro, Madrid 2013
pp. 240 – 22.00 €

Este libro trata sobre la espiritualidad de Tolkien, entendiendo como tal su conciencia y experiencia religiosa, las cosas que creía sobre la vida, la muerte y la verdad última. Tolkien fue un católico devoto, pero de algún modo se las arregló para escribir un libro del que tanto lectores cristianos como paganos, y gente en general que no tuviera una creencia particular, pudieran sencillamente enamorarse leyendo un buen relato de aventuras fantásticas. (…) ¿Qué es lo que hay en la obra de Tolkien que inspira esa particular devoción que es casi espiritual? Cuando a Viggo Mortensen, el actor que hizo de Aragorn en la trilogía de películas de Peter Jackson, le preguntaron por qué El Señor de los Anillos era tan popular, contestó: «Porque es una historia verdadera». En otras palabras, no es meramente una fantasía, sino que comunica algo que es verdad, algo que la gente siente y reconoce como importante para sus propias vidas. Esta es la razón por la que escribí este libro, como un intento de mostrar parte de la «verdad» que puede encontrarse en los escritos de Tolkien. Esta verdad no es histórica, ni filológica. La verdad sobre la que habla el libro es más sutil y mucho más profunda. Es una verdad sobre el comportamiento de las personas, sobre la vida moral, el valor, la integridad, la honestidad, y las constantes batallas que deben librarse para proteger a esa vida. Es una verdad también a un nivel más profundo sobre la realidad y el valor de la belleza.
(del Prefacio del autor a la edición revisada)