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Huellas N.8, Septiembre 2012

PRIMER PLANO / La naturaleza del hombre

«Estáis volviendo al origen»

Marco Alfieri*

Menos política, más cultura, exposiciones y diálogo… El corresponsal de un gran periódico relee (a su manera) la semana riminesa entre algunas críticas y una impresión: «He visto que Italia puede conseguirlo»

«Obras, cultura, comunidad y diálogo interreligioso…». El Meeting de Rímini 2012 ha vuelto «a los fundamentales de don Giussani», por usar una expresión eficaz utilizada por un exponente de peso del movimiento en una conversación con los periodistas.
Esta vez, la política ha quedado un paso por detrás, una vez retirada la pasarela institucional de los principales ministros del gobierno Monti. Por lo que he visto en la Feria, no creo que haya sido un menos. Especialmente en frentes en los que tiene poquísimo que decir. En el fondo, también el Meeting se ha adaptado a esta época de técnicos, como perfecto sismógrafo del poder italiano. Después de la edición de 2010, en la que se había consumado una primera distancia entre CL y el berlusconismo; después de la de 2011, inaugurada por un Giorgio Napolitano que, entre aplausos, vapuleaba a la izquierda y a la derecha invitándolas a encontrar de nuevo un espíritu de responsabilidad frente al abismo de la Segunda República (anticipando la actual suplencia de Monti), este giro se ha visto perfectamente en la semana riminesa. Esta vez no se ha hablado de federalismo ni de reforma de la justicia; no se han realizado encuentros temáticos con alcaldes y presidentes autonómicos, y no han acudido los secretarios Alfano y Bersani, amigos del Meeting. Incluso los campeones de la casa, Maurizio Lupi y Roberto Formigoni, han participado en encuentros en cierto modo secundarios: el vicepresidente de la Cámara en un escaparate del Grupo Interparlamentario sobre las reformas; el presidente de la región en un encuentro de autodefensa de los escándalos sanitarios. Pero había que reconquistar a una platea amiga después de la bomba que supuso la carta de Carrón a La Repubblica y el distanciamiento del cardenal de Milán, Angelo Scola.
Por tanto, espacio únicamente al premier y a sus ministros, vivido según el criterio de “suplencia necesaria” en la época del spread y de la emergencia que vive el país. Esto se ha visto en el poco entusiasmo suscitado por sus encuentros, en la escasa capacidad de suscitar emoción entre el pueblo de CL, acostumbrado a realizar baños de masas muy distintos. Tampoco se ha visto mucho por aquí a los banqueros después de las últimas ediciones, cuando el Meeting parecía el workshop Ambrosetti de Cernobbio. Esta ausencia no ha pasado inadvertida. Entre recesión y contracción del crédito, final de una época.
Creo que la vuelta a lo fundamental y la conversión obligada a la tecno-política del Meeting 2012 es hija por una lado de una debilidad (un movimiento seducido y abandonado por las promesas del Cavaliere e inseguro sobre su situación futura, mucho más después de la usura de los casi veinte años formigonianos en el Pirellone). Pero, por otro lado, ha vuelto a situar en un punto central el sentido verdadero de este evento, que había quedado en cierto modo velado por el aspecto mediático de la cartelera política y de la actualidad económico financiera. Lo más bonito de Rímini 2012 para un periodista que no pertenece a CL, pero que está lleno de curiosidad como el que suscribe, ha sido esto: la riqueza de historias, personas, exposiciones y encuentros capaces de desvelar talentos y una energía política desde abajo, demostrando que Italia no es un país moribundo como se cuenta o se escribe a menudo.

Crisis y destino. Tengo en la cabeza dos exposiciones preciosas como “El instante imprevisible. Los jóvenes por el crecimiento” y “Ad Usum Fabricae”, en las que gestos individuales y destino colectivo dentro de un horizonte de sentido se funden dando vida a experiencias excepcionales, a la vez populares y comunes. O también la experiencia de la cooperativa de la cárcel de Padua, en la que la capacitación laboral, que vuelve a dar a los presos dignidad y un objetivo, elimina prácticamente el riesgo de reincidencia. O bien el encuentro con el astronauta Nespoli, que después de seis meses en órbita ha contado sus pensamientos y sugestiones ante la visión de la tierra desde el espacio.
Se puede hacer lo mismo con Italia, nos dicen a contraluz todos estos acontecimientos. Basta con creer en ello. Las crisis son siempre momentos de discontinuidad. Y este año también lo ha sido Rímini.
(*enviado de La Stampa)