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Huellas N.8, Septiembre 2012

PRIMER PLANO / La naturaleza del hombre

Dante y la receta para salvar a la Unión

Marco Bardazzi

No podía faltar en Rímini un debate sobre la UE. Un jurista del Instituto Universitario Europeo de Florencia ofrece una nueva clave de lectura, que anticipa quizás un punto de inflexión histórico para el continente

¿Y si al final Beatriz se salvara? ¿Y si la Europa empantanada en su propio Purgatorio, siempre en riesgo de precipitarse hacia el Infierno, necesitara subir al Paraíso no tanto por los esfuerzos de Draghi, Merkel y Monti, sino por una mirada a la heroína de Dante?
El Meeting de las mil ideas para reflexionar será recordado también por una sorprendente y convincente receta para la crisis europea, que ha presentado en Rímini un jurista muy seguido en Bruselas y Estrasburgo. El profesor Luís Miguel Poiares Maduro, portugués instalado en el Instituto universitario europeo de Florencia, ofreció al pueblo del Meeting una nueva clave de lectura para los problemas de la UE, citando a Dante para indicar la vía de salida, en un debate que partía de sugerencias pirandellianas: “Europa: Una, ninguna y cien mil”.

No sólo reglas. «Virgilio no puede entrar en el Paraíso porque sólo está dotado de razón», recordó Maduro: «Es necesaria la intervención de Beatriz. La UE ha sido desde el principio un proyecto de la razón para controlar las pasiones políticas nacionales. Pero hoy corre el riesgo de convertirse en un proyecto concebido por los ciudadanos como la dictadura de una razón particular. Para evitarlo, Europa debe promover una pasión ideal entre sus miembros, de otro modo todo quedará reducido a una confrontación a favor o en contra del camino europeo». El problema de fondo, para el director del Global Governance Programme del Instituto europeo, es sencillo: no podemos pensar que se puede salir de la crisis actual sólo con más reglas, ya no bastan. No servirá desde el punto de vista económico, porque ninguna nueva regla tranquilizará a los mercados. Y tampoco será suficiente en el ámbito político para superar las tensiones nacionales. Hace falta una mayor legitimidad democrática de las instituciones europeas, mecanismos de solidaridad y la mutualización de la deuda. Es hora de que los Estados den un paso atrás y otorguen un poder real a los ciudadanos, para que éstos puedan reconocer el valor añadido que Europa puede aportar, no sólo los vínculos que impone. Más zanahoria y menos palo. Una verdadera solidaridad, basada en un aumento del presupuesto de la Unión («basta con un 3-5% más del PIB», aseguró Maduro, «y no habrá más necesidad de discutir sobre eurobonos»). Una unión política real que pase también por el hecho de que los ciudadanos puedan elegir al presidente de la Comisión, votando entre los candidatos que proponga el Parlamento Europeo.
Una aceleración, en definitiva, que vaya más allá del nivel al que trabaja el presidente Herman Van Rompuy, que corre el riesgo de encontrarse con el mismo límite que Virgilio: incapaz de proseguir más allá del Purgatorio sin la intervención de algo más grande y profundo que una simple reescritura de las reglas de la razón.
Maduro, ex abogado general del Tribunal de Justicia de Luxemburgo, es consultor de las grandes instituciones comunitarias y es posible que en Rímini haya anticipado de manera importante el punto de inflexión histórico que empieza a vivir el continente, que ahora debe decidir entre un camino de integración o de irrelevancia. No sólo repitió la receta sobre el escenario, sino también en la mesa, con los amigos que le llevaron a Rímini, los constitucionalistas Marta Cartabia (magistrada del Tribunal Costitucional) y Andrea Simoncini, y con un cenáculo de jóvenes juristas que se confrontan con los interrogantes que a todos plantea una Europa de la que resulta difícil enamorarse.

El tiempo apremia. Pero en el debate público, el jurista portugués se mostró de acuerdo con el vicepresidente de la Comisión europea Antonio Tajani y con el eurodiputado Mario Mauro al reconocer la gravedad de la situación actual. Un siglo después del atentado de Sarajevo que desencadenó la era de las guerras mundiales, de las dictaduras y de la guerra fría, nada puede darse por descontado en Europa. La crisis económica no es sólo un asunto de finanzas, sino un test para el futuro. Está en juego la supervivencia misma de las democracias. «El nacionalismo arrastrado por el viento populista constituye actualmente un grave peligro», advirtió Mauro. Sin confianza, lo que prevalecerá en Europa será el miedo, «y el modo de superarlo es actuar con coraje, porque el coraje genera esperanza. Hay que apostar por la Europa excepcional de la que habla Maduro. Y el tiempo apremia».