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Huellas N.8, Septiembre 2012

PRIMER PLANO / La naturaleza del hombre

«Me gustaría que mis hijos pudiesen verlo…»

Paolo Perego

Muchos son los empresarios y directivos que han pasado por Rímini. Entre negocios y relaciones, el encuentro con «un pedazo de cielo azul» en medio del cansancio y las ganancias nulas: «En el país de las barreras, esto es otro mundo». Tres de ellos cuentan lo que han visto

Del traje de chaqueta de un directivo de empresa a las bermudas con camisetas de colores de los voluntarios. De las largas mesas de las salas de reuniones a las mesas con manteles de papel de los restaurantes del Meeting. Muchos son los empresarios y dirigentes que durante la semana riminesa recorren los pabellones de la feria. Vienen por negocios o por relaciones a menudo en el ámbito de la Compañía de las Obras. Y en algunos el estímulo “Meeting” deja huella.

«¿Por qué os vais a una cosa de curas?». Tomemos como ejemplo a Luigi Marchesini, a la cabeza de una de las sociedades más grandes del sector inmobiliario de Bolonia, el Grupo Galotti: «Tenía unas horas libres en mi planning de reuniones, así que me fui a ver la exposición sobre los jóvenes y el crecimiento». Fue como una bofetada. «Estaba literalmente conmovido. Lloraba. Alguien que en un contexto gris como el de Italia hoy en día, piensa en construir el futuro». Él, católico «pero no demasiado…», que sin embargo dice que ha rezado siempre por sus dos hijos de veinte años: «Por su libertad. Y estos chicos de la exposición… Me gustaría que mis hijos también pudiesen verlo». «Una verdadera revolución», así define el Meeting: «Se dirige a la persona, y esto tiene un potencial enorme. Y se ve». Y, ¿respecto a su trabajo? «Nos esperan años difíciles, de mucho esfuerzo y poca ganancia. Pero venir aquí ha sido como encontrar un pedazo de cielo azul en medio de una tormenta».
Ahora entiendes mejor la exposición y por qué en un lugar como el Meeting no desentona hablar de crisis, desarrollo, crecimiento económico y trabajo, con gente del calibre del presidente Mario Monti, o de los ministros italianos Corrado Pássera y Elsa Fornero.
También para Domenico Brisigotti, responsable de los productos de la marca Coop en la homónima cadena de supermercados italiana, el Meeting representa una experiencia excepcional «que el país necesita en extremo». Este año ha vuelto, y ha recorrido a su aire los stands y las salas, porque le había llamado la atención lo que vio el año pasado. «Vienes a un lugar así, y en el país de las barreras ves que hay otro mundo, formado por un pueblo de jóvenes que miran al futuro. Algunos compañeros me preguntan: “¿Por qué vosotros, que sois rojos, vais al Meeting, que es cosa de curas?”. Pero, ¿cómo es posible no trabajar juntos?». Ellos también lo hicieron en los años setenta, dice: «Solo que después se perdieron los ideales y cambió la sociedad. Sin embargo, cuando miro mi empresa me doy cuenta de que las cosas más bonitas e interesantes han nacido precisamente siguiendo ciertos ideales». Y el Meeting rebosa de impulso ideal. Basta con mirar la relación entre los empresarios ligados a la CdO Agroalimentaria. «Para mí y para mi trabajo, una red como ésta es una garantía. No sólo por la calidad, sino sobre todo por lo que respecta a la ética y la legalidad. Y hoy en día esto es algo fundamental». Una oportunidad de negocios pero, sobre todo, humana.

La iniciativa de la persona. «Hace años que vengo al Meeting», explica Francesco Bernardi, presidente de DSE, una empresa boloñesa que actúa en el campo de la energía. «Cada año es un descubrimiento y a la vez una confirmación».
Es el encuentro con una dimensión de gratuidad, «desde la de los voluntarios hasta la de los interlocutores que encuentran un espacio aquí», algo extraordinariamente educativo, «y que además, aunque a menudo se olvide, forma parte de lo que es hacer empresa». Luego, están los jóvenes: «Las 400 personas que trabajan en mi empresa tienen una media de edad de 32 años. Cuando he visto la exposición sobre los jóvenes… Realmente, el problema no es el contexto o las condiciones, sino dar crédito a esa oportunidad, a ese instante imprevisible del que se hablaba en Rímini, y conjugarlo con nuestra libertad». ¿Es suficiente? «Hace falta sostener la iniciativa de la persona, y los empresarios están llamados a una responsabilidad social».
Un “humanismo” que se da entre aquellos que asumen los riesgos necesarios para construir algo: «También es cierto que las condiciones actuales han propiciado un cierto cinismo, y a menudo pensamos solamente en si el balance es positivo o no, en pagar los sueldos y dar al Estado lo que le corresponde». Es, en definitiva, el impuso ideal que tiende a decaer: «En este sentido, el Meeting es un ejemplo de lo contrario. Es una gran ocasión para relanzarlo».