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Huellas N.5, Mayo 2012

BREVES

Cartas

a cargo de Carmen Giussani

Ejercicios / 1
UNA PRESENCIA AMOROSA
Querido Julián: amigo irreductible, ¡qué bonito volver a casa para reemprender el trabajo después de estos tres días de Ejercicios! La evidencia de su Presencia amorosa ha vencido todos mis límites y desbaratado ‘‘todo lo ya sabido’’. El corazón ha acogido de nuevo a Aquel que le concede la paz. Y esto da ganas de vivir, sin ansia, prisa ni soluciones mágicas. Por primera vez, a través de ti y de todos los que me testimonian la evidencia de Su Presencia, he visto cómo Cristo me ama. Sé que lo traicionaré, pero Él me acogerá de nuevo como ya ha hecho en estos 52 años, tan buenos. Quiero compartir, también contigo, mi asombro por Cristo y por su amor por mí.
Marco, Milán (Italia)

Ejercicios / 2
¿EN QUÉ SE APOYA MI VIDA?
Al volver hoy al trabajo, después de los Ejercicios, mi jefe me recibió con una mala noticia, pues me dijo que tenía que despedir en breve a dos personas. Trabajo para una multinacional donde esto pasa a menudo, pero era la primera vez que me enfrentaba a esta situación. Debo decir la verdad, fue muy duro. Miraba la cara triste y preocupada de mi jefe, y me preguntaba: «¿Es cierto que la realidad es siempre positiva? ¿Hay algo que no se hunde en momentos así? ¿De qué apoyo claro y firme hablaba Julián?». Planteándome todas estas preguntas, de repente me volvieron a la cabeza las palabras que escuché en los Ejercicios: nuestra fuerza no reside en lo que hacemos, sino en el reconocimiento de aquello a lo que pertenecemos. «Yo soy Tú que me haces». Esta consciencia despertó mi corazón y me empujó a buscar cómo ayudar a mis dos compañeras de trabajos que se iban a quedar en paro. El ambiente, que antes estaba muy cargado y tenso, cambió por completo: nos pusimos a buscar posibles soluciones, alternativas de trabajo y dimos rienda suelta a nuestra creatividad. Mi jefe miraba alucinado y no entendía bien lo que pasaba.
Eva, Bratislava (Eslovaquia)

MI CAMINO DE ESTE AÑO
Querido Julián: Hace muy poco y con apenas unos días de retraso (suelo ser muy impaciente), supimos que estaba embarazada de nuestro cuarto hijo. Queríamos tener otro bebe, pero este deseo estaba acompañado de muchos peros: el dinero, el cansancio, el tiempo que siempre parece corto para mis otros tres hijos, y también, el qué dirán, el ser en muchas ocasiones, de alguna manera un motivo de escándalo, la que lleva la contraria en lo que supuestamente se espera de la vida. Cuando vi los resultados de la prueba que me hice, todos estos pensamientos vinieron de golpe a mi mente y el resultado fue una extraña explosión de risa y llanto incontenibles. En mi trabajo, surgieron inmediatamente los comentarios y las opiniones que esperaba. Una compañera les explicó a las otras que «es que ella confía en Dios. Dios proveerá». Yo prácticamente lo repetí, pero con un hilo de voz, como si tuviera vergüenza: «Yo confío en Dios». A los pocos días, recibí también un e-mail en el que mi tío me felicitaba por ser tan valiente, porque lo de que Dios proveerá no funciona en tiempos de crisis. Todo esto fue mí una gran provocación y tuve que enjuiciar lo que estaba viviendo. Me pregunté: «¿Qué significa para mí confiar en Dios?». Decir que Dios proveerá no podía significar que Dios resolvería todos mis problemas. Esto sería algo irresponsable. No significa tú métete en los líos que quieras, que luego yo te saco, ¿entonces? Al fijarme en todo lo que me había pasado en mi vida me di cuenta de que era otra cosa. Ha sido un año muy intenso. He vivido muchas alegrías, pero también me he encontrado frente al dolor de personas muy queridas para mí. Amigas que han perdido, una a su niña de 11 años, otra a su esposo de manera repentina, otra que sufre por una enfermedad muy dura. Pero lo más duro para mí ha sido la muerte de mi tío Alberto, al que quería como a mi padre. A pesar de este dolor, puedo decir que fue lo más hermoso que viví este año. Fueron tres meses de una relación profundísima con él y con mi familia, y principalmente con el Señor. Pude reconocer muchos signos de Su presencia, conmigo todo el tiempo. Vi el fruto de una fe madurada por la vida y también por la cercanía con mi abuela, que sorprendió a todos con una actitud diferente a las que tuvo ante la pérdida de sus otros tres hijos y de mi abuelo hace unos tres años. Mi tío Alberto era el más cercano a ella y quien intentaba suplir la falta de mi abuelo. La vimos ser más madre que nunca al entregar su hijo a Dios: empezó a decirle que no tuviera miedo porque la Virgen lo estaría esperando con los brazos abiertos. Ha sido necesario que yo mencione todos estos hechos, porque así me he dado cuenta de que la vida es otra cosa. La vida está hecha para esta intensidad, para esta belleza que nace de la relación con Cristo. Ahora sé que decir que yo confío en Dios, nace de esta experiencia. De saber que pase lo que pase, Cristo no me abandona, más aún, que me hace suya a través de lo que sucede. Aún los tragos amargos los convierte en elixires que te curan el alma. Y entonces, es razonable fiarme. Hacer este juicio me conmovió porque me di cuenta claramente que es Otro que me hace. A los pocos días, supe que mi embarazo se había malogrado. Este hijo vino y se fue, pero yo se que es una vida cumplida. Esto para mí es otro milagro. Definitivamente sería imposible para mí vivir al margen de la forma concreta en la que Cristo me alcanza. Repito las palabras de Pedro: «Señor, ¿a quién iré? Sólo Tú tienes palabras que explican la vida». Sólo Él permite que yo no pierda verdaderamente a este bebé, sino que espere en la certeza del reencuentro y permite que este amor sea para siempre.
Carla, Lima (Perú)

HUELLAS EN CARACAS
Este tiempo ha sido muy importante para mí para medirme personalmente con lo que significa la revista. He comenzado una relación con los salesianos por varios temas de mi trabajo, y les he pedido vender Huellas en la parroquia más cercana a mi casa que es la más importante que ellos tienen en Caracas, donde acuden unas 1000 personas a la misa dominical de las 12. La relación con el párroco es muy bonita y poco a poco con gran estima nos ha dado espacio incluso para que demos el aviso al final de la misa, una vez al mes. Esto ha sido para mí una ocasión de testimonio de cómo la revista es un instrumento precioso para documentar la experiencia cristiana que vivimos. Ahora, en Pascua, el párroco ha colocado el afiche de Pascua en la cartelera parroquial. Son cosas sencillas, pero muy importantes porque me implican en primera persona. Las últimas dos misas nos hemos quedado sin revistas y algunas personas me han dado su nombre y celular para reservarlas para el mes siguiente. Alguien incluso las pagó con anticipación.
Alejandro, Caracas (Venezuela)

FONDO COMÚN EN TIEMPOS DE CRISIS
Querido Julián: Mi empresa pasa por una crisis profunda. Por eso, con mucha pena, tuve que despedir a unos cuantos empleados y mi situación es bastante difícil. Llevo cuatro meses sin dormir bien, debido a estas graves dificultades. Sin embargo, estos últimos tres años han sido preciosos y no añoro nada (hemos construido mucho, ¡con la ayuda de Dios!). El juicio y la amistad contigo y con los demás amigos me acompañan de manera decisiva. A causa de estas dificultades económicas me veo obligado a reducir mi cuota del Fondo común. De todas formas, necesito hacer este gesto, porque me ayuda a recordar qué es lo esencial en mi vida y quién me construye. Mi mujer y yo hemos decidido que ella mantenga intacta su cuota porque, gracias a Dios, sigue cobrando su sueldo. Queremos dar gracias a Dios por esto, porque ya no podemos dar nada por descontado.
Giuseppe

GRACIAS A LA COMUNIÓN DE LOS SANTOS
Querido Julián: Annunciata, mi mujer, madre de Giuditta, Susanna, Giovanna y Emanuela, está ya en el Paraíso. Se fue el lunes de pasada Semana Santa, mientras rezábamos la jaculatoria que aprendimos de niños: «¡Jesusito de mi vida, quédate siempre con nosotros!». Sólo quería decirte que mis hijas y yo estamos bien. El Señor nos concede mucha paz. Me siento tranquilo y tengo la certeza de que Annunciata goza del Señor. Me dicen que es por mi carácter, o porque soy fuerte; me dicen que les doy lecciones de vida. Al hablar con la gente, sólo le cuento lo precioso que es la vida y estoy cierto de que Annunciata está con nosotros y al mismo tiempo en el Paraíso. Lo que a menudo me dice la gente al darme el pésame – «Te acompaño en el sentimiento», «¡Qué joven era!», «¿Qué tal están las chicas?», «¡Es injusto!, tienes que aguantar» –, me parece una banalidad y a algunos se lo digo. Lo que sí tengo claro es que estoy bien: ya no me duele el estómago. No te puedes quitar este ‘‘dolor de estómago’’ tú solo, con tu fuerza de voluntad. Julián, tú me dijiste que la única pena era la de no poder irme con ella ahora, y que lo más importante en la vida es decir sí a lo que se nos pide, como hizo la Virgen María. Lo hice, y ahora estoy bien. Siempre he creído en la vida eterna y que estamos aquí de paso, tan sólo por un breve período de tiempo. También siempre he tenido en la cabeza la frase de Alexis Carrel: «Mucha observación y poco razonamiento llevan a la verdad». Y he tratado de hacerlo. He observado claramente que Cristo, con su resurrección, ha respondido a todas mis dudas. Nuestra vida es eterna, sólo hace falta decir «¡sí!», como la Virgen María y Annunciata. Decir que sí significa repetir: «Si puedes aleja de mi este cáliz, pero no se haga mi voluntad sino la tuya». Los que sufren con Cristo y las familias que viven de Cristo son los compañeros que me ayudan a estar ante cualquier circunstancia que Él me ofrece. El peso específico de la oración del pueblo cristiano es más verdadero y real que la prueba más pesada que uno pueda pensar. He dicho que sí a Cristo, lo que tengo por más querido, y esto me ha colmado de gracia. No basta un razonamiento para aceptar Su voluntad, ¡el acontecimiento es inexplicable! Pero existe y es real. Estoy bien y la única explicación que puedo dar es que la educación recibida en el movimiento me ha permitido reconocer el sentido exhaustivo de la vida. Gracias a todos vosotros, signo concreto de la comunión de los santos, estoy bien.
Marco Cirmigliaro, Milán

TESTIGOS DE UNA HUMANIDAD NUEVA
Quería simplemente decir que Huellas es un “la leche”, un instrumento privilegiado de la relación que Cristo establece conmigo. Es muy fácil, para mí, reducir todo a las circunstancias, a mis capacidades y, muy a menudo, a mis decepciones. Sin embargo, cuando vosotros me enseñáis testimonios de personas como Tim Guénard, y muchísimos más, compruebo de nuevo cuál es el verdadero alcance de mi humanidad, qué tipo de vida corresponde a la amplitud de mi deseo. Y me siento lleno de gratuidad hacia Cristo, que me ofrece esta vida nueva al alcance de la mano.
Sebastian, Rochester (EEUU)

DOS HECHOS ELOCUENTES
En estos últimos tiempos han acontecido dos hechos que me hacen reflexionar. El otro día, me dijeron que había muerto un muchacho autista de 16 años que habíamos bautizado en el 2008, en San Juan Bosco, con los otros 36 chicos del hogar infanto juvenil de varones donde viven muchachos abandonados por sus padres. Por medio del padrino le hemos dado el nombre. “Manuelito” y la inscripción en el registro civil. En conclusión, los amigos y yo no hemos hecho mucho desde el punto de vista humano. Se puede hacer mucho más, como por ejemplo estar presentes y tantas otras cosas, pero hemos hecho lo más importante: que fuera hijo de Dios por medio del Bautismo y pudiera vivir como cristiano y morir en gracia de Dios. ¡Qué lindo ahora tener un ángel de nombre Manuelito que desde el cielo reza por nosotros! El segundo hecho también es muy conmovedor. Este sábado, 14 de abril, he confesado por primera vez a Stalin, le he dado la primera Comunión y la Confirmación. Es un muchacho, amigo nuestro, que pertenece al movimiento de Comunión y Liberación a quien conocimos hace unos meses por medio de su padrino, Patricio. Sus amigos le han ayudado a dar este paso importante en su vida. Fue conmovedor ver la presencia de Dios en una comunidad tan pequeña, ver a personas sencillas y humildes que, así como son, te ayudan a mirar la presencia del Misterio. Después de la misa hicimos una pequeña fiesta. Con la simplicidad de los cantos y del compartir, y por medio de algunas fotos muy simpáticas, pudimos ver en los rostros de las personas que participaban el gozo y la felicidad que nace del reconocimiento de la presencia de Dios. Me impresionó ver cómo la Misericordia de Dios cambia la vida, y esto lo he visto en la cara de Stalin: antes de la confesión, estaba un tanto nervioso y preocupado; después, enseguida su rostro se volvió contento y resplandeciente. Para mayor detalle les envío la carta que Stalin me escribió hace unos días.
Padre Alberto, Guayaquil (Ecuador)


POR QUÉ QUIERO HACER LA PRIMERA COMUNIÓN
Guayaquil, 16 de abril de 2012
Hola Padre Alberto, ¿cómo le va? Espero que bien.
Le saluda W. Stalin. La verdad es que me tomó por sorpresa que me pidiera que le escribiera sobre el por qué quiero hacer la Primera Comunión, pero en definitiva creo que me ayuda a tenerlo claro a mí también. Así que lo que escriba acá, también lo escribo para mí. Quiero hacerlo de corrido y sin detenerme mucho, así sale del corazón, ya lo pensé unos momentos. ¿Un testimonio? Puchica, no soy bueno escribiendo... aunque siempre he soñado con escribir un libro algún día.
Al pensar en por qué lo voy a hacer ahora, tengo que decir por qué no lo hice antes. Hubo un momento en mi vida que me marcó para siempre. Se dio el 4 de julio del 99, cuando sólo faltaban 7 días a que cumpliera 11 años. Algún ignorante (por decir lo menos), ese día acabó con la vida de mi padre. Digo “ignorante” porque él no sabía que acababa de matar a un padre de familia, de una gran familia, dejando huérfanos de padre a 8 hermanos. Ese momento me marcó de tal manera que trataba de encontrarle un sentido a lo que pasaba, un sentido que buscaba con un corazón destrozado por la gran pérdida. No ha sido fácil superarlo. Es difícil entender las cosas si no tienes alguien que te las explique, y nadie te las va a venir a explicar si no saben por lo que estás pasando, aunque siempre estuvo mi familia al lado y mi madre ha luchado siempre por nosotros. No me bastaban las típicas palabras de que “todo pasa por algo”, es casi imposible confiar en esas palabras. 
A partir de ahí, me olvidé de lo que eran las religiones, quizá de manera estúpida, pero así fue. Mi búsqueda de respuestas en esos momentos no me llevaba a Cristo. Y para ser sincero hasta le reprochaba el haberse llevado a mi padre. Pasé muchos años con esta gran tristeza. He participado en gestos de la Iglesia a lo largo de todos estos años, pero sin el mayor sentimiento de pertenencia a nada. Hace algunos años me di cuenta de cómo estaba viviendo y a partir de ahí traté de cambiar página. He intentado mejorar como persona y encontrar la felicidad todos los días. He intentado prepararme para poder ayudar con lo poco que sepa en este mundo tan conflictivo, y tan desigual.
Aunque podía percibir esa necesidad de algo que me faltaba, no he buscado a Cristo, sino que Él me encontró a mí. No es estando en casa como se extraña a la familia. El haberme alejado de Cristo todo este tiempo me ha permitido entender esa necesidad de un encuentro, esa rara experiencia de extrañar algo que quizá antes nunca conocí. 
Y sí que sabe hacer las cosas, porque fue por cosas de la vida que conocí a un montón de amigos, personas que son testimonios vivos de lo que es el cristianismo. No necesitaron darme ningún tipo de instrucción, simplemente me mostraban su forma de vivir. Me mostraban el verdadero sentido de la amistad, de una amistad que no se mantiene sola, que no existe sin un porqué. Existe un nexo que la mantiene a través de los años, es una amistad que existe por algo y para algo.
Esto despertó una gran curiosidad en mí: quiero entender quién es ese que los mantiene unidos. Quién o qué es eso que siempre les exige ir hasta el fondo de las cosas, y los obliga a interrogarse por cada cosa que viven. ¡Ahora, quiero vivir el cristianismo! 
Y para poder hacerlo he empezado por participar en la misa, en la cena de Cristo. Pero veía que no podía vivirla plenamente. Ahora tengo una necesidad grande de sentirme perdonado por Cristo, de poderlo recibir y de vivir agradecido por todo lo que me ha dado, por lo que me está dando, por mostrase en los rostros de las personas que me rodean. Agradecerle porque me acepta con todas las fallas que pueda tener, que me permite incluso fallarle, pero Él siempre está, que me exige el cuestionarme las cosas que vivo, para que trate de darle orden a mi vida. Y por ser Él quien me mantiene vivo y contento de vivir. Me siento honrado, y feliz de que usted quiera ser quien presida la ceremonia de mi Primera Comunión. Gracias por todo.
Stalin

BENDECIDO, AL CABO DE DIEZ AÑOS
Querido Julián: Hace unos momentos monseñor Ramón Castro y Castro, obispo de Campeche, me hizo un gran regalo, como un padre se lo da a su hija. Casi diez años han transcurrido desde que llegué a trabajar a este centro del gobierno para la Rehabilitación de chicos adolescentes, y apenas ahora la directora actual autorizó mi petición de bendecir las instalaciones. Así llegó el día de la misa. Tere me acompañó con su sobrino y dos señoras más en el coro. Una de las chicas en rehabilitación, que confesó una vez con mucho sacrificio, leyó la lectura. Los chicos participaron en la homilía haciendo preguntas al obispo, y lo mismo hicieron algunos del personal. ¿Por qué perdonar a los padres? ¿Qué significa tener hambre y sed? ¿Hambre de qué? ¿Sed de qué? ¿Cómo puedo mantener la esperanza cuando todo parece perdido? Monseñor Castro respondió a cada una de ellas, con gran paternidad. Luego bendijo todas las instalaciones, excepto una pequeña oficina donde la administradora se negó, aunque sus colaboradoras sí lo querían pues son católicas y yo vi su mirada triste. Así es aquí, México es tierra de misión.
Yamile, Campeche (México)

Banco de solidaridad
PARA QUIEN YA NO TIENE NADA
Hace más o menos un año, por motivos de trabajo, conocí a Antonio, el director de Servicios sociales de mi ciudad. Me llamó la atención su sensibilidad humana – me contaba con mucha pena el caso de tantas familia que pasan por graves dificultades económicas, y me decía que no sabía cómo responder a estas situaciones –, y le conté lo que hago con mi amigo Marco en el Banco de Solidaridad: llevamos una caja de alimentos a una familia necesitada. Después, le llevé el manifiesto de Pascua y le invité a leerlo con atención, sin pasar por encima, y él lo hizo. Cuando volví a hablar con él por otras cuestiones, me comentó el caso de una familia que no tenía nada para comer. Faltaba poco para la Pascua de Resurrección, y yo, movido por sus palabras, le dije que compraría lo necesario para llevar a esta familia una caja de alimentos. Antonio, me comentó enseguida que él también quería participar y compartir conmigo el gasto. Fuimos juntos a llevar la caja de alimentos a aquella familia. No es algo que se pueda dar por supuesto, para nada. De manera tan inesperada, me ha ayudado a entender que él y yo dependemos de la misma Presencia buena. Y que todo depende de Él.
Angelo

Honduras / La muerte de Eduby
BUSCAD CADA DÍA EL ROSTRO DE LOS QUE AMAN AL SEÑOR
El martes 1 de mayo, Eduby Rodríguez Chicas fue asesinado a tiros en una carretera del occidente de Honduras, por unos delincuentes que le asaltaron para robarle la moto.
Ingeniero Agrónomo, de 32 años, casado y con dos hijos pequeños, ha sido durante tres años el responsable de CESAL en la oficina de Tomalá (Departamento de Lempira). En estos años se ha ganado el cariño y la amistad de todos los que le han conocido. En los últimos meses Eduby rebosaba alegría y libertad, fruto de una conciencia clara del encuentro con Cristo que le había alcanzado. En uno de sus últimos mensajes en el Facebook escribió: «Enséñame, Señor, por la acción de tu Espíritu Santo, a tener siempre la disposición de obedecerte, que mi corazón tenga esa tendencia natural de buscar lo que es correcto a tus ojos y de descubrir tu querer. Obedecerte, Señor, incluso cuando los hombres quieran impedirme hacerlo, cuando por causa de ello tenga persecución, dificultades o serios problemas. Mi vida te pertenece, Dios mío, por eso te pido tu gracia para vivir siempre conforme a tu voluntad».

Soy hondureña y veo con dolor cómo desde hace algunos años los noticieros ubican a mi país como uno de los más violentos del mundo. De a poco uno se va acostumbrando y muchas veces lo vemos pasar de lejos, pero esta semana, tres hechos me han tocado de forma particular: un pariente raptado (gracias a Dios ya liberado), la familia de uno de nuestros amigos amenazada y Eduby, un amigo que trabaja en CESAL, falleció en un asalto. Fui a misa a pedir por él y me sentía muy dolida. Sabía que todo esto choca brutalmente contra lo que es mi corazón, y daba gracias a Dios porque ese dolor significa que estoy bien hecha. El salmo decía: «que todos los Pueblos den gracias a Dios», y yo pensaba: mi pueblo y yo (¡incluyendo los afectados en primera persona!) estamos llamados a dar gracias a Dios aún en medio de esta situación, y le pedía a Dios entender eso (casi como un reclamo), poder hacerlo mío de verdad. Luego, en el momento de la Consagración, fue como si el misterio de Dios se me desvelara. Comprendí que la razón por la que puedo dar gracias a Dios es que su Sacrificio es la esperanza de Eduby, que si aún no está viendo el rostro de Dios, está ciertamente muy cerca de verlo. Entendí que su sacrificio me llama a pedir por esas personas que tanto dolor provocan, porque Él mismo hizo eso antes de morir en la Cruz. Además, se me hizo más evidente nuestra tarea, la mía, la de todos los cristianos: enseñarle al mundo que el mal y la violencia no son la última palabra, porque la vida tiene un significado más grande. ¡Qué gran tarea! Le pido a Dios que tenga misericordia de nuestra nada y haga fecundos nuestros esfuerzos.
Enma

Han sido dos días muy intensos con muchas impresiones y emociones muy fuertes y llenos de detalles que ya os contaré. A modo de resumen lo que he percibido hoy después del entierro de Eduby ha sido una alegría y paz que no me esperaba. Se me ha hecho más evidente que el mal que hemos sufrido no ensombrece nada de todo el bien que ha hecho Eduby en CESAL. Incluso percibo que este bien crecerá si sabemos mirar a fondo. Estoy muy impactado por el cambio que había experimentado Eduby los últimos meses, y como otros se veían también implicados en este cambio. Los compañeros de trabajo han tenido un comportamiento verdaderamente ejemplar, y se nota en ellos también la huella de Eduby. Eduby y su mujer, Carolina, se habían inscrito para participar en los ejercicios de CL. Le mantendré ahora la propuesta, porque creo que es la mejor forma de acompañar a carolina y ayudarla a vivir lo que le ha pasado.
José