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Huellas N.4, Abril 2012

BREVES

Ensayos de subsidiariedad
SI LAS CIUDADES NO SE SALVAN “DESDE ABAJO”, EL REY (JUNTO AL PUEBLO) ESTÁ DESNUDO

Giorgio Vittadini*

Las intervenciones de entidades sin ánimo de lucro llegan donde no llegan los ayuntamientos. Una investigación sobre estas intervenciones muestra la “vía de salida”

Ya no hay más dinero. Los progresivos recortes del gasto público y las transferencias de competencias que antes asumía el Estado, hacen que los ayuntamientos ya no puedan responder como antes a las necesidades de la gente. Por otra parte, las empresas privadas no intervienen, ni quieren hacerlo, en la gestión de servicios que no aseguran dividendos para sus accionistas. La consecuencia inevitable es la que revelan los ciudadanos entrevistados para el Sexto Informe sobre la Subsidiariedad en Italia, titulado Subsidiariedad y… ciudad habitable.
En doce ciudades con más de 250.000 habitantes entrevistados, se registra una insatisfacción sustancial respecto a los servicios erogados por las administraciones de los ayuntamientos. Se vive cada vez peor y se corre el riesgo del deterioro de la calidad de vida cotidiana en una Italia que, a pesar de tanta retórica negativa, es de hecho envidiada por el resto del mundo. ¿No hay remedio pues a esta decadencia progresiva?
El Informe muestra una posible vía de salida que, de ser seguida, supondría una verdadera revolución cultural.
La segunda parte del Informe, en efecto, recoge algunas actividades nacidas de la iniciativa de realidades privadas sociales (“subsidiarias”): algunas personas, organizadas en comités, han transformado una zona degradada de Roma, la Garbatella, en espléndidos huertos autogestionados; un grupo de muchachos de Nápoles – los Fiarielli Ribelli – recupera plazas y jardines plantando nuevas alamedas; un núcleo de voluntarios, la asociación Amicobus de Turín, acompaña físicamente a ancianos y enfermos hasta las ventanillas o el ambulatorio; una asociación de estudiantes, la Ringhiera, crea el Centro Pompeo Leoni de Milán que da vida a una estructura habitacional de buena calidad residencial, con alojamientos de alquiler protegido; en Catania, el Colegio Campus De Aragona, además de ser una óptima residencia universitaria, propone actividades de acompañamiento educativo y cultural abiertas a la comunidad exterior; el centro para posgraduados de Portofranco, en Milán, y el Parsifal de la Zona de Expansión Norte, en Palermo, gracias al compromiso gratuito de los profesores garantiza un posgraduado de alto nivel para chicos italianos y extranjeros con escasos recursos; los polideportivos Pontevecchio, en Bolonia, y Europa, en Nápoles, garantizan actividades deportivas para muchos chicos que de otra forma estarían excluidos de ellas…
Estas y muchas otras intervenciones descritas en el Informe son ejemplos de una realidad más amplia de entidades sociales sin ánimo de lucro, que responden a necesidades a las que los Ayuntamientos no pueden o no llegan a responder.
Si se quiere evitar una “americanización” de las ciudades italianas, con pobres abandonados a sí mismos y ricos que pueden poner a disposición pública recursos para solventar las necesidades sociales, es necesario que estas iniciativas se difundan como una mancha de aceite. Para que esto suceda es preciso recobrar el deseo de bien que las origina y educarse en ello. Al mismo tiempo, hace falta corregir la tendencia actual, tanto de derechas como de izquierdas, a un nuevo estatalismo de las entidades locales, para que entiendan que un euro gastado para sostener estas realidades sociales se multiplica al igual que el talento de evangélica memoria en manos del siervo industrioso.
¿Hay esperanzas de que los políticos, ciertos periodistas y ciertos estudiosos descubran que de lo contrario el rey (y el pueblo) queda desnudo?
*Presidente de la Fundación para la Subsidariedad