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Huellas N.2, Febrero 2012

NIGERIA / Ataque a los cristianos

Sobre nuestra piel

Luca Fiore

Los ataques de Boko Haram, el miedo en las iglesias y una jihad anunciada mediante sms que está causando decenas de víctimas, mientras el gobierno asiste indefenso. ¿Qué está pasando en este país clave del continente negro? Viaje a las razones de un enfrentamiento que no es (sólo) religioso

«Llevo 27 años en Nigeria, pero la situación nunca ha sido tan grave». La hermana Caterina Dolci, misionera en el pueblo de Kona, en el norte del país, habla con voz firme aunque no oculta su miedo. Debía ser el día más entrañable del año. En cambio, la mañana del 25 de diciembre, fuera de las iglesias de Jos, Madalla y Gadaka el tiempo se detuvo. El estruendo de las explosiones atravesó el aire. Cuando la polvareda se disipó, en las calles aparecieron restos de automóviles y cadáveres. Más de 40 las víctimas, centenares los heridos. Era la ofensiva de los fundamentalistas islámicos de Boko Haram, los “talibanes” nigerianos. Sin haber tenido tiempo ni siquiera de enterrar a las victimas, llegó el ultimátum a las casas de los cristianos: «Tenéis tres días para marcharos o moriréis». Otra vez violencia, otra vez muerte. La noche del 20 de enero llegan hombres de Boko Haram vestidos con uniforme de camuflaje. Abren fuego de manera salvaje. Matan a 178 personas. La noche siguiente las bombas de los terroristas hacen saltar por los aires otras dos iglesias. En decenas de conflictos de este país dividido en dos, el norte musulmán y el sur cristiano, nunca se había llegado tan lejos.

Petróleo y pobreza. «El sentimiento que prevalece es el miedo», prosigue la hermana Caterina, que se encarga en Kona de una guardería con 500 niños: «Nos dicen que no salgamos de casa. Es peligroso reunirse, es mejor no ir a lugares concurridos. Los colegios están cerrados. Las motocicletas no pueden circular por la noche, porque son el medio preferido para los ataques de Boko Haram. Las iglesias están vigiladas por la policía». El miedo mantiene en vela a la gente, muchos permanecen despiertos para estar preparados en caso de ataques nocturnos. «Algunos tienen preparadas flechas envenenadas u otras armas improvisadas. Los musulmanes de por aquí, lo hemos visto a menudo en el pasado, saben que atacando a los cristianos provocarán represalias: así tienen el pretexto para justificar nuevos ataques».
El arzobispo de Jos, monseñor Ignatius Ayau Kaigama, pide a los cristianos que no cedan a la lógica de la violencia, pero admite que se ven obligados a vivir en el terror: «Boko Haram ataca en cualquier momento, en cualquier parte y con cualquier medio. El Gobierno parece incapaz de garantizar la seguridad. Sin embargo, debería tomar cartas en el asunto y hacer todo lo posible para identificar a los responsables y llevarlos ante la justicia».
La fractura entre los doce Estados musulmanes del norte y los veinticuatro Estados cristianos del sur se ha agravado. En muchos casos, se ha adoptado la sharia como ley fundamental del Estado, reduciendo a los no musulmanes a ciudadanos de segunda clase. Un duro golpe a la posibilidad de una convivencia pacífica. Una derrota para la libertad religiosa. Una herida para los cristianos nigerianos. Sobre su piel, sin embargo, se está jugando un partido mucho más amplio. Más allá de las luchas tribales y de los conflictos religiosos, Nigeria es un país estratégico no sólo para el equilibrio de África, sino también en el tablero internacional.
«Es uno de los países africanos más importantes», explica Aldo Pigoli, profesor de Historia de los Países Africanos en la Universidad Católica de Milán: «Es el país más poblado y la segunda potencia económica del continente, pero las estimaciones dicen que para 2020 su PIB superará incluso el de Sudáfrica. El país es, por tanto, un eje fundamental para el desarrollo y la estabilidad de la región. Nigeria tiene uno de los ejércitos mejor organizados de África y ha jugado un importante papel en las operaciones de peacekeeping (fuerzas de pacificación, ndt) con ocasión de los conflictos en Sierra Leona y Costa de Marfil. Con sus pozos del sur, es el primer productor africano de petróleo y el quinto proveedor de crudo de EEUU».
El petróleo se ha convertido en uno de los principales motivos de contienda en la lucha de poder entre el norte y el sur. Un negocio que no afecta al bienestar de la población y enriquece a los conocidos de siempre. Es la clásica paradoja africana: el país exporta petróleo a EEUU por valor de 30 mil millones de dólares, mientras que la gente corriente vive con apenas dos dólares al día. «La estabilidad de Nigeria debería preocupar a todos los principales actores de la política internacional», continúa Pigoli: «A EEUU por el petróleo; a China por los negocios y a Europa porque, en caso de colapso de este país, se enfrentaría a un flujo migratorio hacia el Mediterráneo».

El derrumbe de la confianza. El punto de inflexión de la crisis fue la celebración de las elecciones presidenciales del pasado abril. La primera votación realmente pacífica desde el fin de la dictadura militar en 1999. El vencedor fue el presidente saliente, el cristiano Goodluck Jonathan, que subió al poder tras la muerte de su predecesor musulmán, de quien era vicepresidente. Su adversario, el musulmán Muhammadu Buhari, no se quedó conforme con la derrota. ¿El resultado? Una retahíla de protestas en el norte. Muchos líderes musulmanes no conciben que el presidente de la federación nigeriana sea un cristiano y a nivel local no reconocen su autoridad. Por su parte, Jonathan no ha logrado ganarse popularidad ni siquiera en el sur: porque no parece capaz de garantizar la seguridad de los cristianos y porque ha intentado eliminar las subvenciones para la compra de gasolina. Jonathan sostiene que el dinero ahorrado con la eliminación de dichas subvenciones, que habrían llevado a redoblar el precio del carburante, se reinvertirá en relanzar el desarrollo del país: infraestructuras, educación, apoyo a la economía. «Pero el reto es que la riqueza obtenida del petróleo proporcione bienestar a la población», sigue explicando Pigoli: «Los grupos fundamentalistas tendrán éxito mientras la gente no vea que mejora su propia situación económica».
Al día siguiente del ultimátum de Boko Haram, los cristianos no han cedido a la tentación de huir al sur. Pero tras la segunda oleada de ataques, el miedo predomina y se ha iniciado el éxodo. «El problema es que también los musulmanes originarios del norte, pero que viven en el sur, se están preparando para volver», dice monseñor Kaigama: «Los acontecimientos evolucionan de manera muy peligrosa. El gobierno debe actuar con decisión para frenar la violencia y restablecer un clima de confianza».

Primavera islámica. «Aquí en Boka, y aquí cerca en Jalingo, la relación con los musulmanes ha sido siempre cordial», explica la hermana Caterina: «Pero después de todo lo que ha sucedido, resulta difícil fiarse. Los atentados son obra de unos pocos, pero el clima ha empeorado mucho. Mi pueblo es cristiano, pero los musulmanes han logrado construir una pequeña mezquita en el centro de la población. Desde hace tiempo existe un plan de conquista por parte de la comunidad islámica: compran la tierra, ofrecen dinero a quien se convierte, los jóvenes intentan casarse con las chicas cristianas... Estoy convencida de que la mayor parte de los musulmanes son gente sencilla que no quiere el enfrentamiento con los cristianos. Pero Boko Haram es la expresión más violenta de una manera de pensar cada vez más común».
Puede parecer extraño, pero uno de los factores que ha reforzado la posición de los fundamentalistas en el país ha sido la Primavera árabe. De ello está convencido Massimo Introvigne, actual representante de la OSCE (Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa, ndt) para la lucha contra el racismo, la xenofobia y la discriminación de los cristianos y de los seguidores de otras religiones: «Para el África negra era decisivo que desaparecieran figuras influyentes como Gadafi, Mubarak y Ben Ali. Representaban puntos de referencia porque iban ligados a la visión modernizadora del Islam y del mundo árabe. Su caída marca el fracaso político de aquellos que creen que el islam debe mirar a la modernidad, es decir, a Occidente. También los nigerianos han asistido a la derrota de sus líderes musulmanes que miraban a Gadafi y a Mubarak. Y ahora que el gobierno se halla en manos de los cristianos, se comprende por qué a los fundamentalistas de Boko Haram les resulta fácil conseguir adeptos».
En Jalingo, en el coche de un líder musulmán se encontraron armas. El hombre fue arrestado por la policía, aunque nadie cree que se quede mucho tiempo en la cárcel. El 11 de enero los cristianos del pueblo de Boka recibieron sms inquietantes: «Hoy a medianoche comenzará la jihad». Al día siguiente no sucedió nada. Es la estrategia de la tensión. No hacía falta anunciar el comienzo de algo que ya está azotando a este país.

UN GIGANTE JÓVEN
Nigeria es una república federal que comprende 36 Estados. Con sus 155 millones de habitantes, es el país más poblado de África. Sobre su superficie viven 250 grupos étnicos distintos. El 40 por ciento de la población tiene menos de 14 años; la edad media es de 19. En 2009 los enfermos de SIDA eran 3,3 millones. En 2010, el crecimiento del PIB fue del 8,4 por ciento. Es el décimo productor de petróleo del mundo. Los musulmanes son el 50 por ciento, los cristianos el 40, los animistas el 10. Desde hace años el país vive una situación de tensión a causa de los conflictos en el norte entre la mayoría musulmana y la minoría cristiana. En 2010 las víctimas de estos enfrentamientos fueron entre 300 y 500, 300 casas destruidas, 14 mil los desplazados.