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Huellas N.10, Noviembre 2011

PRIMER PLANO / El documento de CL

La crisis, un reto para cambiar

Yolanda Menéndez

Periodistas, profesores y hombres de negocios se han medido con el juicio sobre la crisis que CL ha difundido en Italia. En España, en vísperas de las elecciones, empezamos a difundir este mismo documento, que enjuicia también la situación de nuestro país y, sobre todo, ofrece una mirada distinta y lanza un reto. Lo reproducimos en las páginas centrales de este número, para un trabajo común con todos los que quieran “Construir en tiempos de crisis”, buscando la posibilidad que se encierra en este tiempo

La crisis avanza y no afecta sólo a la situación económica, sino también a la situación social y política. En las plazas de todo el mundo estallan las protestas, y en la vida diaria todos sufrimos una sensación de acoso y malestar. No se ve con claridad una salida.
Pero, en medio de esta situación, CL hace público un juicio sobre la crisis que se inserta en el surco de la tradición judeocristiana, y que nos reta a todos afirmando que «la realidad, en última instancia, es positiva». Además, se indican ejemplos y signos concretos para que todos puedan medirse con ellos. Pensar que basta con ir contra alguien para vencer la crisis no es racional. Todavía peor es cerrar los ojos ante la realidad. La realidad es positiva porque nos pone continuamente en marcha, suscita interrogantes y nos provoca a tomar postura ante lo que sucede.
No es lo mismo cumplir bien con nuestro trabajo que afrontar bien la realidad. Muchos negocios han fracasado por no adaptarse a la nueva situación. Las circunstancias cambian y exigen de nosotros una creatividad que sólo se desarrolla si aceptamos el reto de una realidad que sabemos positiva. Y todos reconocemos con facilidad esos momentos en los que la creatividad de un hombre arrastra a los demás y da lugar a algo nuevo. O cuando las circunstancias han agudizado nuestro ingenio y hemos dado un paso nuevo en nuestro trabajo.

En primera persona. Ya son muchas las reacciones de periodistas, profesores y hombres de negocio que se han comparado con este juicio, tanto en Italia como en España.
«En el panorama italiano, en el que estamos acostumbrados a decir lo que el Estado debería “dar” a cada uno, se nos interroga sobre cómo podemos responder en primera persona, sin esperar que la solución venga de la política». Antonio Polito, editorialista del Corriere della Sera, reacciona con estas palabras tras la lectura del manifiesto en Italia, y su respuesta bien podría valer para la situación española, donde también predomina la costumbre de esperar que el Estado lo resuelva todo. En ese sentido, subraya Polito, este manifiesto refleja «una posición muy original, y por tanto muy interesante».
Tras leer el manifiesto en su versión española, Mikel Buesa, catedrático de Economía, también ha subrayado que «la política no lo es todo y, por tanto, no se debe esperar de ella la atención completa a las personas desplazadas por la crisis» que sustituya el necesario protagonismo social, «pero también hay que exigir a la política que, más allá de los intereses partidarios, busque el mejor desempeño para los ciudadanos». También ha asegurado que es esencial «la apelación a lo nuevo, a lo que emerge del espíritu humano, de la creatividad, de la imaginación, de la ciencia, del conocimiento». Citando a Schumpeter advirtió «que la innovación es la fuerza fundamental que impulsa los ciclos económicos, de manera que su irrupción hace progresar a la economía y su agotamiento la conduce hacia la recesión y la crisis».
El empresario Roberto Snaidero, presidente de Federlegno, la patronal del mueble italiano asociada con la patronal española, destaca el valor de una mirada positiva hacia la realidad: «Aquí hay sustancia, no “filosofía”. Todos hablan de la crisis en términos negativos, y sin embargo estas líneas dicen que puede ser un estímulo para volver a empezar». Es la mayor provocación: que en un panorama de grave crisis en todos los ámbitos, alguien afirme que la realidad es positiva y la crisis, «la ocasión para recuperar los auténticos valores de la economía, es decir, para volver a generar bienes y servicios», afirma Federico Minoli, presidente de Unopiú, una empresa puntera de decoración. «Lo he visto muchas veces: personas que nunca habían estado unidas y que, ante una situación de riesgo, se ven obligadas a preguntarse por qué están juntas. Y entienden que el beneficio no es el fin último (…). Hace falta gente apasionada, dispuesta a ensuciarse las manos».

Un bien incalculable. En palabras de Mauro Magatti, decano de Sociología en la Universidad Católica de Milán, «no sabemos si conseguiremos mirar al río sin acabar dentro del agua, pero la única posibilidad que tenemos es asegurarnos de que existe otra orilla, aunque todavía no lleguemos a verla, pero que intuimos y buscamos. Una orilla que son en primer lugar los hombres y mujeres generadores, quese esfuerzan en buscar y pueden crear algo nuevo».
En una entrevista publicada en Páginas Digital, Juan Cotino, presidente de las Cortes Valencianas, incide en el factor de la persona como clave para la reactivación del crecimiento: «Son valores intangibles, ligados a la riqueza de las personas que pocas veces se tienen en cuenta. La potencialidad que tenemos cada persona en nuestro interior es un bien de un valor incalculable que deberíamos tener más en cuenta en nuestra sociedad. La capacidad para emprender, para crear, para pensar, para construir, para ilusionar... es precisamente lo que distingue a la naturaleza humana. En tiempos de crisis, estos valores cobran más importancia a la hora de construir».
Personas que forman «un pequeño país escondido», como lo define el periodista Giampaolo Pansa. «Pequeño y escondido, pero existe ese pueblo del que habla el manifiesto. Yo lo veo en mi barrio: los voluntarios, las cajas donde Caritas recoge ropa, ríos de gente de buena voluntad que se mueve con inteligencia. Pero yo me pregunto: ¿Y después? ¿Cómo llevar esto a la política? Es necesario proyectar en el terreno de la política esta actitud de confianza con un reclamo al sacrificio, a la innovación, a la solidaridad, al estar juntos en la misma barca, como dijo Napolitano».

El primer paso. Esta actitud es el primer paso para «la revolución cultural» que reclama Piero Ostellino, editorialista del Corriere della Sera. «El manifiesto dice que la crisis es positiva y yo creo que es verdad, porque nos obliga a repensar todas nuestras categorías, culturales y políticas». Y lo hace con un realismo que, en opinión de Stefano Folli, editorialista de Il Sole 24 Ore, «sacude las conciencias, porque tomar conciencia de los problemas con esta capacidad de fuerza moral es el primer paso, esencial en un momento como éste». Buesa también lo destaca: «El realismo es necesario y también lo es no dejarse llevar por un conservadurismo que impida cambiar las estructuras sociales y las actitudes personales».
Una ocasión histórica, según Enrico Letta, vicesecretario del Partido Demócrata: «Tomar nota de la crisis es un paso obligatorio. En los últimos años, las dos reacciones de las que habla el manifiesto –comportarse como si no pasara nada o buscar chivos expiatorios– han retrasado el proceso de maduración del momento histórico que estamos viviendo».