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Huellas N.10, Noviembre 2011

COMPAÑÍA DE LAS OBRAS / CdO Asamblea General

Libres para construir

Stefano Filippi

Corría el año 1986 cuando don Giussani degustó un buen vino blanco… Hoy la CdO prospera y sigue creciendo. Historia de una red de relaciones que atravesó cambios y dificultades, pero que se ha mantenido. De la educación a la política, el presidente Bernhard Scholz nos habla de lo que quiere decir arriesgar todo apostando por la persona, que «parece lo más frágil y, en cambio, es el punto decisivo, el más fuerte»

Stefano Filippi

La crisis que hace estragos, la economía que no se recupera, la política que se tambalea. Los católicos que buscan un mayor protagonismo en esta Italia confusa, la violencia que estalla en las calles. Desorientación y confusión por doquier. Y la Compañía de las Obras elige como lema de su Asamblea General de este 20 de noviembre: “En el camino de la libertad”. Hay que tener valor para hablar de libertad mientras las cuestiones urgentes de la política y la merma de los recursos estrechan los márgenes de maniobra. Pero no le falta valor a Bernhard Scholz, presidente de la CdO desde hace tres años.
En 2011 la asociación celebra su vigésimo quinto aniversario: corría el año 1986 cuando don Giussani degustó el vino blanco de Álcamo, producido por Sebastiano Benenati e invitó a Giorgio Vittadini y a algún otro amigo a ayudarle a comercializarlo. Desapareció la Democracia Cristiana, pasó “Tangentopoli”, una devastadora crisis económica amenaza muchas empresas, pero la CdO resiste. Scholz tomó las riendas de la misma durante los meses de la caída de Lehman Brothers. Durante estos años la situación internacional no ha mejorado, sin embargo, no nos sumamos al coro de las lamentaciones. «Entre nosotros hay empresas que van bien –dice–, otras tienen dificultades. Algunas han cerrado. Pero nadie ha vivido el cierre de su empresa como un fracaso personal. Es posible afrontar constructivamente los desafíos que nos plantea la realidad». Es una afirmación en la que vale la pena profundizar.

“En el camino de la libertad”. ¿Qué quiere subrayar la CdO en la próxima Asamblea General?
En una situación en la que muchos están condicionados por las dificultades debidas a la crisis y por las influencias externas, las circunstancias se pueden soportar o bien afrontar. Tenemos experiencia de que es posible crecer en libertad: somos libres para afrontar positiva y constructivamente los retos que tenemos delante.

Desafío fascinante pero arduo.
Sí, pero posible. Con dos condiciones: primero, que se reconozca y se profundice la experiencia personal de libertad; segundo, que exista una realidad social que sostenga la responsabilidad personal sin sustituirla. Sin un pueblo, sin una vida social verdadera, nadie puede mantenerse en pie.

¿Qué paso indica esta Asamblea respecto a la del año pasado?
Es un camino iniciado hace tres años cuando estalló la crisis. En 2008 el tema era “Tu trabajo es una obra”. El significado del trabajo como realización de sí mismo: de ahí nace todo, cualquier acción que una persona emprende es, por sí misma, una contribución al bien común. En 2009 subrayamos que “tu obra es un bien para todos”, tratando de identificar la relación entre el bien de la persona, el de la empresa y el de la sociedad. Son diferentes pero tienen un origen común en la persona que crea. El año pasado profundizamos en el origen de nuestra responsabilidad: no es una cuestión de “deber”, sino que cada uno responde a lo que tiene que afrontar en la vida a partir de un “ideal”. Cada acción responde a un criterio y hay que saber cuál es. El lema fue: “Una responsabilidad que crece con la fuerza del origen”. Para muchos de nosotros este origen es la experiencia de Comunión y Liberación. Este año queremos destacar que esta experiencia genera libertad, que es posible moverse libres de ataduras o, si queremos usar el gran paradigma evangélico, que es posible estar en el mundo sin ser del mundo.

Usted habla de una experiencia de libertad incluso en medio de las limitaciones. Con frecuencia la CdO ha mostrado que la crisis se puede vivir como una buena oportunidad. ¿Pero si las dificultades se imponen?
Hemos tenido historias de éxito y, gracias a Dios, han sido pocas las empresas que han tenido que cerrar. Pero el fracaso no es nunca de la persona. Si una persona es verdaderamente libre, puede afrontar de forma positiva también una crisis empresarial o incluso el cierre, no como un juicio negativo sobre sí mismo, sino como un aspecto de la realidad que hay que afrontar. Y puede volver a comenzar con otro trabajo. Entre nosotros hay ejemplos que muestran que esto es posible.

¿Cómo ayudáis a las empresas en riesgo?
De diferentes formas. Proponemos un trabajo conjunto. Nadie puede avanzar solo, mientras que una red de relaciones salvaguarda la autonomía de cada empresa reforzándola en un contexto operativo. Otra forma es la propuesta formativa: mejorar las propias competencias en los diferentes sectores. Proporcionamos servicios financieros. La CdO no tiene como finalidad tutelar el status quo, sino ayudar a cada uno a desarrollarse y crecer. Otro aspecto importante es impulsar la internacionalización que para muchas empresas se ha convertido en una posibilidad de crecimiento.

También entre vosotros habrá personas que han perdido el trabajo.
Tal vez el despido sea lo más doloroso de todo. Es una herida grave que tenemos que ayudarnos a afrontar. Por eso la verdadera y primera contribución que ofrecemos es un clima y una convivencia que ayuda a la persona concreta. Los mayores enemigos son la soledad y el miedo que debilitan a cualquiera. Trabajar juntos fortalece, anima y desarrolla capacidades latentes. Sobre todo permite vivir las dificultades sin que te determinen. Es imposible que uno solo consiga esto.

¿Qué le pide a la política la CdO?
Reconocer el hecho de que hay familias y empresas, con y sin ánimo de lucro, que cada día contribuyen al bien común y por tanto hay que apoyarlas. Es necesario valorar lo que existe, lo positivo. Y como una consecuencia inmediata pedimos una mayor atención a las cuestiones educativas: agilizar el sistema educativo y la formación profesional, apoyar a las escuelas concertadas que son un servicio público, y constituyen un punto de referencia para cualquier reforma educativa. Todo parte de la educación, sin ella nunca se podrá alcanzar un bienestar duradero, sino sólo una mutua instrumentalización a corto plazo.

Hace poco usted ha pedido también más oxígeno para las familias y las empresas.
En Italia, son urgentes e ineludibles dos cosas: una reforma fiscal y un compromiso serio para liberar a las empresas de las ataduras burocráticas. Necesitamos un nuevo sistema tributario subsidiario que proporcione a las familias y a las empresas los recursos indispensables. Tenemos que superar el sistema de un Estado centralista que recauda demasiado y después distribuye sólo una parte y según criterios no siempre justos. Es también urgente ayudar a los jóvenes a entrar en el mundo del trabajo a través de períodos de prácticas y formación. La reciente reforma laboral es un primer paso en esta dirección.

¿Y la CdO qué puede aportar a la política?
Lo primero es mostrar que nosotros asumimos nuestras responsabilidades para mejorar la situación de nuestros países. Nosotros apoyamos obras y empresas que funcionan y tienen una utilidad social. Por nuestra parte pedimos a la política que reconozca toda esta positividad y que, sobre todo, no la obstaculice con la burocracia y los excesivos impuestos.

¿Por ejemplo?
Tenemos una gran experiencia de obras sociales que trabajan bien y demuestran que la subsidiariedad es posible. Tenemos experiencias de formación profesional que valoran a chicos con minusvalías psíquicas y físicas a los que muchas empresas buscan después porque, al tener una experiencia positiva de la vida y al estar agradecidos por lo que han encontrado, están mucho más motivados que los demás. Es un modelo para todos: estos chicos, que seguirían cautivos de su situación, sin embargo, se han dejado liberar y ahora son personas que trabajan siendo conscientes del bien que supone para ellos y que aporta a todos.

Por tanto, ¿cómo entiende la CdO la relación con la política?
Como un diálogo abierto y constructivo, no basado en cálculos o privilegios, sino orientado al verdadero bien común. No miramos a la política como a una fuerza salvadora; la política, en cambio, debe ser un apoyo y una tutela para todas las iniciativas que son un bien concreto para la sociedad. De hecho, ensalzar la política o denostarla son dos caras de la misma moneda.

El pasado 17 de octubre, usted ha participado en Todi en el encuentro del Forum de las asociaciones católicas. Usted recalca la importancia de partir de lo que existe, ese encuentro ¿nació de un proyecto teórico o de una experiencia en acto?
En Todi se dieron cita diferentes experiencias del mundo católico que han dialogado con realismo. Ha sido un intercambio útil. Naturalmente existen sensibilidades muy diferentes pero se ha puesto de manifiesto que la pertenencia a la Iglesia es un hecho que une a todos. Ha sido una buena ocasión para conocerse e intercambiar diferentes puntos de vista. Pero de ahí no nació evidentemente un proyecto político, no era esa la finalidad del encuentro.

Otros participantes han insinuado lo contrario.
En el seminario obviamente hablamos de política, pero no del Gobierno, del post Berlusconi o de una nueva imaginaria Democracia Cristiana. En la clausura hubo muchas interpretaciones a las que me siento ajeno. La tentación de instrumentalizar existe siempre.

Entonces, ¿cuál es la tarea de los católicos?
El católico tiene que ser católico, es decir, vivir su experiencia cristiana en el mundo, arriesgar su identidad, libre y constructivamente, en cualquier ámbito en el que se encuentre, por tanto, también en la política. No es una cuestión de proyecto, sino de sujeto.

¿Cómo pueden los católicos incidir más en la sociedad?
La incidencia histórica parte siempre de una experiencia. La gran tentación es pensar que nazca de un proyecto hegemónico de poder o poner la propia esperanza en un cambio de las estructuras. El verdadero sujeto que cambia la sociedad es la persona, y esta crisis es una gran oportunidad para redescubrir la persona en su dignidad verdadera y con su capacidad de incidir en cualquier ámbito. Esta incidencia histórica por sí misma existe siempre, en cualquier sistema político, partido o grupo social. Todos los cambios, pequeños o grandes, parten siempre de personas que toman la iniciativa. Pero cuanto más se viva esta iniciativa con conciencia de comunión, más libre y más incisiva será a medio y largo plazo.

¿La ley electoral favorece o no esta presencia?
El sistema electoral tiene que permitir que las realidades sociales tengan una representación política. La actual ley electoral italiana favorece la oligarquía dentro de los partidos. Sería mejor cambiarla, pero nosotros seguimos adelante igualmente: es lo que pretende destacar el lema de nuestra Asamblea General. Nada ni nadie puede detener la experiencia cristiana. Puede vivir en la clandestinidad o la luz del sol, en condiciones difíciles o no, pero vive. Evidentemente haremos todo lo posible para que la política nos haga la vida más fácil, pero no dependemos de ella.

Sergio Marchionne sale de Confindustria (la asociación de los empresarios italianos, ndt.) mientras que en el Meeting de Rimini mostró su gran aprecio por la Compañía de las Obras.
Creo que Marchionne apreció el compromiso y el trabajo de todo el “pueblo del Meeting”, su fuerza propositiva. En general, casi todas las funciones representativas del mundo de la cooperación y de las empresas están en un momento de transición y se están redefiniendo. Ha comenzado una nueva fase que esperamos pueda desarrollarse positivamente.

¿De qué podemos partir para comenzar a construir de nuevo sin esperar todo de la política, de las reformas o de que se arregle lo que no funciona?
Hay que volver a partir de la persona concreta. Parece inverosímil porque frente a la globalización parece el punto más frágil: en cambio es el más fuerte. Para volver a lanzar una empresa es necesario un sujeto, una persona, que no necesariamente es el empresario. En una oficina pública basta una persona para empezar a cambiar. Cualquier cambio depende de una persona cambiada, que comprende la relación profunda que tiene cada cosa particular con el todo. Cualquiera que entienda este nexo, sea cual sea su proveniencia cultural, puede contribuir al cambio de la sociedad.

Y a Julián Carrón ¿qué le pediréis?
Que nos proponga su experiencia de la libertad y nos la testimonie.


LOS NÚMEROS
38 sedes en Italia
16 sedes en el extranjero
36.000 empresas asociadas
5 secciones (agroalimentaria, obras educativas, obras sociales, informática, deporte)
3 citas anuales además de la Asamblea General: Matching, Escuela de empresas, Escuela de obras de caridad