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Huellas N.8, Septiembre 2011

BREVES

La Historia
EL CAMINO HACIA JOS

Ronald mira alrededor. Le parece que no se ha olvidado de nada. Está ya saliendo por la puerta cuando su mirada cae sobre el ejemplar de Huellas que está sobre la mesa. Lo echa en su mochila. El viaje de Jalingo a Jos es largo: 600 kilómetros a través de la sabana nigeriana. En lugar del coche, ha preferido viajar en el pequeño autobús que une las dos ciudades. Por tanto, tendrá tiempo para leer. Una mirada al reloj. Tiene que darse prisa.
Cuando sube, sólo queda un sitio libre entre otros dos pasajeros. Se sienta y mira a través de la ventanilla. Fuera de la ciudad, el paisaje es siempre el mismo. La llanura amarilla quemada por el sol y, en el horizonte, el perfil suave de las colinas. Ronald saca Huellas, lo hojea hasta que llega a un artículo sobre el Meeting de El Cairo y empieza a leer. Pocos minutos después, tiene la clara impresión de que sus dos vecinos lo observan. De hecho, más que en él, se fijan en el artículo sobre el encuentro egipcio. Ya no le queda ninguna duda cuando uno de ellos le dice: «Perdona, ¿puedo leerlo?». Ronald, algo violento, se lo da. Se ha dado perfecta cuenta de que son musulmanes. Como el resto de los pasajeros. Ronald está preocupado. Antes de salir se ha enterado de que en Bauchi hay enfrentamientos armados entre musulmanes y cristianos. El camino que lleva a Jos pasa precisamente por allí. No hay alternativa y ya queda poco. En el autobús se hace el silencio. La tensión aumenta y también el miedo por lo que pueda suceder.

Durante media hora los dos hombres no levantan la vista del artículo de Huellas. Cuando se lo devuelven, le preguntan a Ronald: «¿De dónde has sacado esta revista?». «Me regalan la suscripción y me llega desde Italia cada mes». El hombre vuelve a abrir la revista por la página del Meeting de Egipto y dice: «Si esto sucediese en Nigeria, habría paz». Y Ronald, en voz baja: «¿Qué piensas de los enfrentamientos, de la crisis entre cristianos y musulmanes?». «La realidad es distinta de lo que parece. Creo que estos grupos de personas egoístas, que no aman a los hombres sino a sus propios intereses, usan mi religión como excusa». «¿Y qué dices de los cristianos?». «También ellos han empuñado las armas. Al final, son los inocentes los que lo pagan». Poco a poco, otros viajeros se van sumando al diálogo.

Ya han llegado a Bauchi. Por la ventanilla se ven casas y coches ardiendo, hombres corriendo con fusiles, se oyen disparos. Sin embargo, a pesar del miedo, en el autobús se sigue hablando de paz, felicidad y diálogo. Saber de esa experiencia sorprendente ha movido los corazones.
Parece imposible, pero llegan a Jos sanos y salvos. En el andén, después de las despedidas, se intercambian las direcciones. «Hablamos. Hasta pronto». Ha nacido una amistad. Y eso también parecía imposible.