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Huellas N.10, Noviembre 2010

BREVES

Responden los hechos
DE UNA PINTURA A UN PAISAJE, ASÍ LA BELLEZA VENCE LOS CLICHÉS

John Waters

SI LAS PALABRAS YA NO EXPRESAN LO QUE SENTIMOS, NECESITAMOS ENCONTRAR PALABRAS NUEVAS. COMO COMPRENDÍ DÁNDOME UN PASEO

Ayer salí para dar un paseo cerca de casa, en un lugar maravilloso del que ya he hablado en otras ocasiones. Killiney Bay se encuentra a menos de un kilómetro de mi casa y a menudo se habla de él como la versión irlandesa del Golfo de Nápoles. La comparación puede parecer exagerada, pero es un lugar que sin duda obliga a pensar en la belleza.
Mientras caminaba por Vico Road, que discurre a lo largo de la bahía, reparé en una pareja de ancianos detrás de mí. Hablaban en voz alta mientras se disponían a dar su paseo. Era una tarde de finales de octubre, las sombras empezaban a alargarse. Caminando por el borde de la colina, en un lugar donde el “efecto Nápoles” se hace evidente, la mujer, un poco decepcionada, exclama: «¡Qué pena no haber llegado hace una hora, habría sido aún más bello!». Y el hombre, en voz alta, comenta: «Pero aún así es muy bello. ¡Bastante bello!».
Aquellas frases robadas me provocaron. Mi primera reacción fue pensar en cuán banales e inadecuadas eran aquellas palabras ante el panorama que se ofrecía a nuestros ojos. En un segundo momento, algo me extrañó en el tono del anciano. Su comentario me pareció el de un profesor que valora las obras en un concurso de arte: «Puedes hacerlo mejor, pero hay algo excepcional, una promesa. Sigue así».
Empecé a pensar en las palabras y en lo útiles que son, o podrían serlo, para decir lo que sentimos. Describir una cosa –una montaña, un cuadro, una canción– como “bella” en nuestra cultura significa conferirle la más alta valoración. Y de este modo la palabra se convierte, como mucho, en una señal que indica algo que existe, pero a menudo se convierte en una reducción grotesca de lo que se vive. Nuestra cultura no nos permite reflexionar sobre lo que significa decir que algo es “bello”, ni distinguir entre fenómenos diferentes para poder clarificar aquello que entendemos. En realidad, lo que estaba diciendo aquel hombre detrás de mí era que estaba conmovido (a diferencia de su mujer), conmovido por lo que había visto. Incluso si sus palabras sonaban como una especie de evasión en una fórmula que indicaba entusiasmo sin comunicar su sentido.
Cuando utilizamos la palabra “bello” ante una montaña o una pintura, ¿la utilizamos para identificar algo que ambas tienen en común, o estamos sencillamente dando voz a un cliché que la cultura ha enraizado fuertemente en nosotros?
Belleza significa orden misterioso, pero esta palabra ya no expresa todo esto en una cultura que ha intentado reinterpretar este orden misterioso como un simple dato (un mero accidente).
Necesitamos una palabra nueva.
¿Qué les parece “godness” (en español algo así como “calidad divina”, “deidad”), una expresión que indique el reconocimiento de un orden preexistente que conforma tanto la montaña como el cuadro? El problema está en que también esta palabra se convertiría pronto en un cliché.