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Huellas N.9, Octubre 2010

BREVES

Lecturas

a cargo de Elena Alonso Serrano

John Henry Newman
Perder y ganar.
Historia de una conversión
Encuentro
pp. 400 – 24,00 €

John Henry Newman, una de las figuras religiosas más destacadas del siglo XIX, cuya influencia llega hasta nuestros días, tuvo también una exitosa carrera como novelista. Perder y ganar, su primera novela, relata la historia de Charles Reding, un joven en búsqueda de la fe en el Oxford victoriano. En gran medida autobiográfica, fue la primera obra que Newman publicó después de su conversión al catolicismo. Esta conmovedora obra se sitúa enteramente por primera vez en el mundo universitario de Oxford, y refleja con ironía, lucidez y delicadeza el ambiente social y cultural de la época, junto a la evolución intelectual y religiosa de su protagonista.


Rafael Pardo
Yo, cardenal Newman.
La apasionante vida del beato inglés
Cobel Ediciones
pp. 190 – 12,95 €

Amante de la verdad, defensor del laicado, apasionado por la conciencia humana, John Henry Newman (1801-1890) ha sido recientemente beatificado por el papa Benedicto XVI. Este libro descifra la gran complejidad del personaje haciéndolo accesible a cualquier lector y transmitiéndole toda la fuerza de este santo intelectual inglés. De forma brillante, la pluma del autor va recorriendo con sencillez, la vida y la obra del nonagenario cardenal, describiendo su actividad y su lucha interior en medio de las contrariedades, consiguiendo así pintar al hombre, al sabio y al santo que se encierra detrás de uno de los principales precursores del Concilio Vaticano II. 
El libro relata la trayectoria vital de Newman en cuatro etapas: una primera de esplendor y auge como anglicano; otra de adaptación al catolicismo; una tercera de crisis y la última, que supuso un retorno a tiempos felices. El libro cuenta también con una cronología, el elenco de sus obras más importantes, una selección de textos de Newman y una bibliografía de libros sobre su vida, obra y pensamiento.


John Henry Newman
Apología pro vita sua.
Historia de mis ideas religiosas
Encuentro
pp. 424 – 21,00 €

Considerada una obra cumbre de la literatura autobiográfica universal, la Apologia pro vita sua supuso para su autor, J.H. Newman, la anhelada oportunidad de defenderse frente a la incomprensión y el rechazo que había causado en Inglaterra su conversión al catolicismo. Newman ofrece en este cálido relato de su itinerario vital e intelectual un ejemplo de honestidad y libertad en su camino hacia el catolicismo, a la vez que de respeto y estima hacia el anglicanismo del que procedía, que ha marcado su influencia en el pensamiento cristiano contemporáneo, confirmada con su beatificación por Benedicto XVI en 2010. La presente edición y traducción de Víctor García Ruiz y José Morales ha sido profundamente renovada y actualizada, e incluye una presentación de Ian Ker, en la que destaca la relevancia histórica de la obra y la figura del cardenal Newman: «Se necesitará otro milagro para la canonización, pero [...] no hay duda de que, una vez canonizado, la Iglesia declarará a Newman Doctor de la Iglesia».


John Henry Newman
Ensayo para contribuir 
a una Gramática del Asentimiento
Encuentro
pp. 424 – 30,00 €

Edición revisada y anotada de la obra cumbre del Cardenal Newman. Dedicada a investigar el tipo de asentimiento propio de las certezas religiosas, y a medio camino entre el ensayo filosófico y apologético, la Gramática del asentimiento sigue siendo hoy en día una referencia original e ineludible para comprender la razonabilidad de la fe cristiana. 


John Henry Newman
Calixta. Retazos del siglo tercero
Encuentro
pp. 320 – 18,00 €

Calixta es una novela histórica centrada en el África de mediados del siglo III. En ella pretendió John Henry Newman retratar la vida de los primeros cristianos y sus relaciones con el mundo pagano a través de personajes que representan una familia media: Agelio, Juba Jucundus; sus amigos, la bella Calixta y Aristón, fabricantes de ídolos y objetos de culto paganos; y la decaída comunidad cristiana, con san Cipriano y los cristianos, amenazados y vigorizados por la persecución de Decio. Pero no es la peripecia lo que interesa a Newman, sino el fenómeno de la conversión, que ya había tratado en su anterior novela autobiográfica Perder y ganar
Al describir esta evolución interior, Newman prefigura con viveza su concepción de la conciencia y aporta una revolucionaria visión del misterio de la Iglesia, dos de sus más destacadas aportaciones al pensamiento cristiano moderno.


Tomás Moro
Últimas cartas (1532-1535)
Acantilado 2010
pp. 240 – 24,00 €

Editorial Acantilado, que no deja de darnos gratas sorpresas, reedita las últimas cartas de Tomás Moro, con introducción de Álvaro Silva. La larga introducción de Silva es una mirada ajena a cualquier espiritualismo o interpretación hagiográfica, sino laica y sobria. Conviene escuchar hablar de un santo en esta perspectiva, y ver con claridad sus posibles errores o debilidades: brilla entonces mucho más la humanidad de su fe.  
El libro lo constituyen 30 maravillosas cartas escritas desde el momento en que Tomás Moro renunció a ser Lord Canciller de Inglaterra hasta su ejecución. Las primeras cartas fueron escritas desde su retiro en su casa familiar de Chelsea, a orillas del Támesis, y las últimas las redactó durante los 14 meses que pasó encarcelado en la Torre de Londres. La última carta enviada a su hija Meg, la firmó apenas 24 horas antes de ser decapitado. El libro incluye cartas enviadas a su hija querida, a amigos y familiares, incluye dos cartas a su amigo Erasmo de Rotterdam y otras dos dirigidas al propio Enrique VIII. Fueron escritas en una prosa limpia y cuidada, casi todas en inglés y cuatro de ellas en latín. En varias palabras se podrían estructurar los contenidos de estas cartas: búsqueda de la verdad, amistad conmovedora, lealtad con la propia conciencia, familiaridad y afecto sorprendente con Jesucristo. 
Tomás Moro desempeñó el cargo político más importante que un inglés podía tener en su época. Se implicó con pasión en todos los grandes debates políticos, religiosos y culturales que sacudieron Inglaterra y Europa en aquella tormentosa época; escribió libros de corte político y religioso, se casó dos veces y tuvo 5 hijos suyos, pero acogió los de su segunda mujer y adoptó al menos a una más. Impresiona cómo este laico del siglo XVI, con su intensísima trayectoria personal y pública, vivió la fe cristiana como el tejido de su vida y el contenido de su conciencia. Su vida es la de un hombre cristiano plenamente moderno, que pone en juego frente a todas las circunstancias, y sin separarlas ni un momento, su fe profunda y su razón aguda. 
La historia es conocida: Tomás Moro se negó a firmar primero el Acta de Sucesión (que sancionaba el divorcio de Enrique VIII) y posteriormente el Acta de Supremacía (que afirmaba la autoridad suprema del rey en la Iglesia de Inglaterra, por encima del obispo de Roma). Su decisión le llevó a la cárcel y posteriormente a la muerte. 
Muchas de estas cartas, especialmente en la primera parte, cuando todavía no estaba encarcelado, reflejan el clima de terror que se vivía en Inglaterra durante el reinado de Enrique VIII, un miedo difuso que llevaba a Moro a extremar las precauciones para no decir una palabra inadecuada o interpretable contra los intereses del rey. Miedo a las mentiras, a la calumnia. Esta circunstancia, sin embargo, se transforma en las cartas de Tomás Moro en elegancia, finura y fuerza argumentativa. Busca a toda costa salvar su vida y para eso despliega toda su potencia intelectual, su formación jurídica y su agudeza racional, pero sin renunciar un milímetro a la verdad. 
Se habla de que Moro fue un “prisionero de su conciencia”. Parece que en su momento casi todos lo vieron como un obcecado y escrupuloso. Nada más lejos de la verdad. Su conciencia, (lo explica numerosas veces en sus cartas el propio sir Thomas), estaba conformada por el estudio de la sagrada escritura y de los santos padres, así como por la confrontación permanente con las personas que él consideraba los hombres más libres del reino. Su conciencia no era, como quisiera cierto pensamiento ilustrado, un lugar de autoafirmación. Para él su conciencia era el lugar de la pertenencia, y no el de una estéril autonomía. 
¡Qué impresión ver cómo concebía toda circunstancia, incluido su encarcelamiento, la expropiación de sus bienes y su inminente condena a muerte, como parte de una historia buena! Cuenta Roper, su biógrafo y yerno, que encerrado en la Torre de Londres sentía “que Dios me hace su niño mimado”.  Y así pudo esperar la muerte “…quizá también con cierta alegría”. 
Era esta conciencia la que le permitió hacer gala de un sentido del humor absolutamente delicioso, más que británico, cristiano, que le llevó a escribir para su epitafio que al fin podría hacer en la vida eterna lo que las leyes y las circunstancias no le habían permitido en este mundo: vivir al mismo tiempo con las dos mujeres que había amado (su primera y su segunda esposa); o pedir a su verdugo ya en el cadalso, según testimonio de Roper, que “hiciese un buen trabajo”.
Tenía una confianza total en Cristo, que le llevó a no tener miedo ni siquiera de su eventual traición si era torturado: si llega esa situación, “haré lo que san Pedro: llamar a Cristo y pedirle ayuda”, y más adelante, “y si caigo… confío en su tierna mirada… pues me levantará otra vez”. Tomás Moro era invencible. Son escritos de una potencia humana y religiosa de tal calibre que alguna de ellas ha pasado a formar parte de la Liturgia de la Iglesia. 
Esta correspondencia muestra a un hombre con una capacidad afectiva verdaderamente notable. Decía Erasmo de él que “parece haber nacido y sido hecho para la amistad…”. Un ejemplo imponente es la carta 29, dirigida a su amigo Antonio Bonvisi, que ayudó económicamente a Tomás y a su familia durante su encarcelamiento en la Torre de Londres. Esta carta es un testimonio de amor que tiene la intensidad de “lo último”, de la conciencia de la cercanía del cielo y, por tanto, el afecto de quien manifiesta su amor por última vez: “Descanso en la dulzura de esta maravillosa amistad tuya”. 
(Javier Restán)