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Huellas N.8, Septiembre 2010

BREVES

Responden los hechos
UN ABRAZO PARA MICHAEL DOUGLAS

John Waters

MICHAEL DOUGLAS, ENFERMO DE CÁNCER, PARTICIPA EN UN SHOW QUE CIERRA CON UN GESTO QUE DICE MUCHAS COSAS

Viendo la reciente entrevista de Michael Douglas con David Letterman, no se puede dejar de reparar en algo que sólo estaba en el trasfondo. Lo que aparecía en la superficie tenía un significado claro: a Douglas le habían diagnosticado un cáncer de garganta. Había empezado ya con las sesiones de radio y quimioterapia.
Pero, tal como observa Letterman, su aspecto no mostraba en absoluto este trauma. Estaba en una forma espléndida para sus más de sesenta años. Llevaba una chaqueta de lino blanco y una camisa rosa. Estaba bronceado. Al comienzo del clip de YouTube hay un anuncio de champú, que lleva inevitablemente a preguntarse por su pelo, blanco y de aspecto extraordinariamente sano.
Parecía de buen humor. Habló de su mujer y de sus hijos y del estupendo verano que habían pasado. Minimizó el hecho de que hubieran tardado en diagnosticarle su enfermedad, a pesar del persistente dolor de garganta.
Si hubiera visto la entrevista quitando el sonido, ni por casualidad hubiera imaginado su contenido. Douglas y Letterman estuvieron todo el tiempo sonriendo. Ambos parecían viejos amigos, haciendo el tipo de bromas que suelen hacer las personas amigas para mantener cierta distancia a la vez que muestran su mutuo afecto. Pero los hechos hablaban claro. Douglas dijo que tiene un 80 por ciento de probabilidades de sobrevivir.
«Por la voz no pareces tener cáncer de garganta», dijo Letterman. «Porque estoy en escena», le contestó Douglas.
Pero al final de la entrevista hubo un momento extraordinario. Letterman preguntó a Douglas si podía hacer algo por él. No parece que estuviera preparado. «Puedes darme un abrazo», le contestó Douglas, levantándose de su silla. Letterman se levantó a su vez y le abrazó. Podría haber sido caer en el sentimentalismo, pero fue algo mucho más hondo. Douglas se abrazó a ese hombre como para comunicarle lo que le había sucedido de manera distinta a como acababan de hacerlo para la audiencia.
En los comentarios que siguieron, el tema principal fue aplaudir el “coraje” del actor y decir que su actitud abierta ante la enfermedad es una ayuda para todos los que padecen lo mismo.
Sí, pero en ese momento vimos algo más: la vulnerabilidad del ser humano ante el misterio ineluctable de la vida y de la muerte, que cada uno debe afrontar solo, tanto si eres famoso como si eres un hombre cualquiera. 
El abrazo significaba muchas cosas: «¿También a mí? ¡No puedo creerlo!»; «Todo irá bien, ¿verdad?»; «O sea, ¿así es como se siente uno?»; «¿Estoy realmente solo?».
La petición de Douglas, en el contexto en que se dio, sonó algo paradójica. Se estaba riendo. Pero el abrazo no fue en absoluto superficial: hablaba de su profunda necesidad humana ante su destino final. Necesitaba ser abrazado por otro. Es un momento que cada uno de nosotros debe estar dispuesto a afrontar, y a partir de nuestra disposición surge ante nosotros un nuevo significado del ser. Aun dentro de su valerosa actuación, Michael Douglas clamaba por tener la certeza de algo que va más allá de la evidencia inmediata.