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Huellas N.11, Diciembre 2008

CULTURA

Lectura

a cargo de Elena Serrano Alonso

Chaim Potok
Mi nombre es Asher Lev
Encuentro Madrid 2008
pp. 319 – 25,00 E


El rabino y escritor Chaim Potok (nacido con el nombre de Herman Harold), nació el 17 de febrero de 1929, en el Bronx. Sus padres eran judíos inmigrantes de Polonia, y le facilitaron una educación ortodoxa que le llevó a aprender el Talmud tan bien como las materias seculares. En 1950 acabó sus estudios de Literatura Inglesa en la Universidad Yeshiva, se ordenó como rabino y se doctoró en Filosofía por la Universidad de Pennsylvania. Se unió a las fuerzas armadas estadounidenses y sirvió en Corea del Sur de 1955 a 1957. Este tiempo en Corea le transformó, haciéndole cuestionarse algunas de las cosas en las que creía. Entre sus obras más conocidas se encuentran Los Elegidos, que recibió varios premios y fue llevada al cine, La promesa, editada por Encuentro, y la serie de Asher Lev. Además de su trabajo en los campos de la teología, la historia y la literatura, fue también pintor. Chaim Potok falleció en Pensilvania, el 23 de julio de 2002.
Asher Lev es un niño judío observante que pertenece a una familia profundamente religiosa. Asher Lev también tiene un don: es un genio que no puede dejar de pintar el mundo que ve y siente. Pero en este don está la semilla del conflicto con lo que más quiere: su familia y su comunidad. En esta novela conmovedora y visionaria, Chaim Potok realiza un agudo retrato del artista y de su mundo. Todo un clásico moderno.


Alasdair MacIntyre
Edith Stein: un prólogo filosófico, 1913-1922
(Traducción: Feliciana Merino Escalera)
Editorial Nuevo Inicio/Instituto de Filosofía
Edith Stein
Granada 2008
pp. 328 – 25,00 E


Con esta biografía intelectual de Edith Stein, el afamado filósofo escocés Alasdair MacIntyre (Tras la virtud, Tres versiones rivales de la ética, Justicia y racionalidad, entre otros), aborda el análisis de la actividad filosófica de una manera original y sorprendente. En pocas ocasiones encontramos un estudio filosófico que nos muestre la labor del filósofo como una forma de vida posible en nuestros días. En este caso, además, lo hacemos siguiendo el recorrido vital de una mujer extraordinaria: amante de la filosofía, asistente de Edmund Husserl y discípula suya, después profesora, defensora de los derechos de la mujer, carmelita, mártir, santa y copatrona de Europa.
Frente a la imagen que acostumbramos a tener del filósofo contemporáneo, un estudioso que se mantiene al margen del debate público y permanece retirado en la universidad, cuya actividad y conclusiones no tienen relevancia para la sociedad, MacIntyre nos presenta a una Edith Stein inmersa en una convulsa época histórica, entre las dos guerras mundiales y el ascenso al poder, en Alemania, del partido nacionalsocialista. Se trata de una mujer que piensa para su tiempo, con sus amigos, que recupera el valor de la comunidad humana, de la filosofía como respuesta a las preguntas que habitan el corazón del hombre, de la amistad como camino de conocimiento, de Cristo como respuesta a la búsqueda de la verdad del hombre.
La editorial Nuevo Inicio nos presenta una biografía para todos los públicos, que sin embargo no deja de abordar cuestiones filosóficas difíciles. Ahora bien, estas cuestiones, lejos de aparecer separadas, analizadas fuera de un entorno vital y racional que manifieste su importancia, son presentadas como preguntas importantes para el desarrollo de una comunidad intelectual, confirmándonos cómo únicamente en el seno de una amistad pueden ser planteadas en toda su radicalidad y encontrar una respuesta válida.
Es importante destacar, al mismo tiempo, que MacIntyre no escribe un volumen que recoja toda la vida y la obra de la santa alemana. Este libro se centra en los primeros años de su vida, y termina con su conversión. La pregunta que planea en todas las páginas, por lo tanto, es la siguiente: qué pasó, qué tuvo que suceder, para que una joven judía, cuyo desarrollo filosófico no se produce en el seno de una tradición religiosa, lleve su desarrollo intelectual y vital al seno del catolicismo, en un camino sin fisuras y en el que tiene una relevancia fundamental la seriedad con la que se usa la razón desde la fenomenología.
De esta manera, el futuro lector entenderá que no nos encontramos ante una biografía al uso. No es únicamente el resultado de una intensa investigación para verificar y unir en un relato los avatares de una vida. Tampoco es una biografía sólo de Edith Stein. Al poco de iniciar la lectura estamos sumergidos en una época apasionante, en el seno de un grupo de amigos que han sido atraídos a Göttingen desde distintos lugares de Europa por un joven profesor, Husserl, cuya forma de hacer filosofía recupera el realismo perdido después de varios siglos de idealismo. Se trata de volver “a las cosas mismas”. La vida de Stein se comprende dentro de dicho proyecto filosófico, proyecto en el que participan o alrededor del que maduran amistades como las de Adolf Reinach, Heidegger, Ingarden, Max Scheler, etc., que toman un importante protagonismo en el itinerario vital de la protagonista.
Edith Stein, un prólogo filosófico (1913-1922), no defraudará a nadie, ni a los interesados en tener un primer acercamiento a una santa de nuestro tiempo ni a los estudiosos de la filosofía que tengan el deseo de profundizar en el pensamiento de Husserl, en el devenir de la fenomenología o, en general, que quieran comprender mejor la filosofía contemporánea.
(Feliciana Merino Escalera)


Joseph Ratzinger/Benedicto XVI
La bendición de la Navidad
Meditaciones
Editorial Herder Barcelona 2007
pp. 126 – 12,00 E


Navidad es la fiesta más humana de la fe, puesto que nos hace sentir de la manera más profunda la humanidad de Dios. En ningún otro lugar se puede percibir como en el pesebre lo que significa que Dios ha querido ser Emanuel, Dios con nosotros, un Dios con el que nos tratamos de tú porque nos sale al encuentro como niño. Así, la Navidad es también de manera especial una fiesta que invita a la meditación, a la contemplación de la palabra.
En Navidad no celebramos el día del nacimiento de un gran hombre cualquiera como los hay tantos. Tampoco celebramos simplemente el misterio de la infancia.
Si no tuviéramos otra cosa que celebrar más que el idilio del nacimiento y del ser niño, al final no nos quedaría idilio alguno. Al final sólo nos queda el eterno morir y devenir, y se puede preguntar si el nacer no es propiamente algo triste, puesto que, al fin y al cabo, no conduce sino a la muerte. Por eso es tan importante que, aquí, haya sucedido algo más: La Palabra se hizo carne. «Este niño es Hijo de Dios», nos dice uno de nuestros antiguos y hermosos cánticos navideños. Aquí ha sucedido lo tremendo, lo inimaginable y, sin embargo, al mismo tiempo lo siempre esperado, y hasta lo necesario: Dios ha venido a nosotros. Se ha unido al hombre de forma tan indisoluble que ese hombre es verdaderamente Dios de Dios, Luz de Luz, y sigue siendo verdadero hombre».


Jaroslav Hasek
Las aventuras del buen soldado Svejk
(Traducción de Monika Zgustova. Ilustrado por Josef Lada)
Galaxia Gutenberg
Barcelona 2008
pp. 726 – 23,00 E


Jaroslav Hasek (1883-1923) Periodista y escritor, su nombre ha quedado inscrito en la historia de la literatura gracias a Las aventuras del buen soldado Svejk. En su juventud, Hasek experimentó muchas de las vivencias que luego trasladaría a su personaje: sobrevivió en Praga gracias al robo de perros, estuvo internado en un psiquiátrico y fue reclutado durante la Primera Guerra Mundial.
«Hay héroes desconocidos y oscuros, privados de la fama y la gloria históricas de un Napoleón.» Sin duda, Svejk es uno de ellos. Tras un periplo por tribunales, calabozos y manicomios, este entrañable pícaro moderno acaba enrolado en las filas del ejército austrohúngaro durante la Primera Guerra Mundial. Allí dará muestras de su infinita inocencia, verborrea aplastante y sentido común, armas suficientes para hacer frente a la estupidez supina de los estamentos militares.
Las aventuras del buen soldado Svejk constituye un manifiesto antibelicista de primer orden y una proclama satírica irreverente contra la futilidad y el sinsentido de la guerra narrada desde la óptica de un idiota genial. Se trata de una de las novelas más divertida del siglo XX, traducida por primera vez del checo.


Václav Havel
Cartas a Olga
Galaxia Gutenberg
pp. 336 – 13,50 E


Dramaturgo, ensayista y político checo, nació en el seno de una familia de la alta burguesía en Praga, 1936. La nacionalización comunista lo desplazó al otro extremo de la escala social y le vetó el acceso a la universidad. A los quince años entró como asistente en un laboratorio químico, mientras seguía cursos nocturnos. En 1960 fue contratado por el teatro de la Balaustrada, y tres años después empezó a escribir piezas teatrales, que pronto obtuvieron un gran éxito internacional. Participó de manera destacada en las actividades clandestinas organizadas por la disidencia, y fue nombrado presidente del Círculo de Escritores Independientes.
Activista desde la invasión soviética de su país en 1968, fue unos de los impulsores del movimiento Carta 77, lideró el grupo de oposición Foro Ciudadano y mantuvo una defensa sostenida de los derechos humanos, por lo que fue perseguido y encarcelado en varias ocasionas. Asumió la presidencia de la República de Checoslovaquia en diciembre de 1989. Bajo su mandato la República Checa y Eslovaquia se escindieron sin derramamiento de sangre, y fue elegido por abrumadora mayoría presidente de la nueva República, de la que estuvo al frente hasta 2003.
Entre 1979 y 1983, Václav Havel poseyó un único pero valioso privilegio como escritor, concedido por las autoridades de la prisión checoslovaca donde se encontraba recluido por delitos contra la seguridad del estado: escribir una carta semanal a su mujer Olga. El autor aprovecha la humillante y represiva circunstancia en la que se halla para hablar sobre sí mismo, sobre su pasado, sus esperanzas y sus temores, y también sobre el teatro y sobre sus propias aficiones. Tal es el contenido de las cartas que ahora el lector tiene ante sí. Eludiendo la censura a través de un estilo abstracto y de un subversivo misticismo, Havel reflexiona acerca de un tema presente en toda su obra como dramaturgo, el de la exigencia de la responsabilidad individual y ética.