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Huellas N.11, Diciembre 2008

SOCIEDAD - Medicina y Persona

Curar y cuidar.
El respeto sagrado por cada persona

Kika Baeza

El pasado 9 de noviembre, en el Ilustre Colegio Oficial de Médicos de Madrid, se celebró una jornada organizada por Medicina y Persona bajo el lema “¿Qué es el hombre para que yo lo cure?”. Sólo es posible disfrutar diariamente del oficio médico levantando la mirada hacia la persona que se tiene delante

La primera mesa abordó el tema: “¿Qué es la calidad de vida?”. Un tema que sale a debate cada vez más frecuentemente, pero sólo para recordar que hay vidas que no se deberían vivir, que no tienen la calidad suficiente para ser vividas con dignidad. La Dra. Gema Muñiz, internista del Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo, introdujo el debate hablando de la dignidad absoluta de la persona, desde su nacimiento hasta su muerte natural. Desde su experiencia profesional, afirmó que es falso que los enfermos tetrapléjicos no quieran vivir, y explicó cómo luchan por una mayor funcionalidad y cómo encuentran un sentido para seguir viviendo.
Gabriel Albiac, catedrático de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid, escritor y columnista, intervino acerca de ¿cuánto vale la vida humana y quién lo decide? El profesor partió de una reflexión sobre la muerte. Citando a varios filósofos, afirmó que la muerte es la última puerta, el único horizonte en el cual el hombre puede ser libre: «El humano es el único ser que tiene conciencia. Los animales son inmortales porque ignoran que existe la muerte. Nos aterroriza aquello que nunca podremos experimentar, y que sin embargo es el único absoluto del cual tenemos certeza».
De ahí pasó a comentar el papel del médico. «El médico se sitúa frente al paciente entre sus apuestas de vida y sus apuestas de muerte. Aquello que define el ámbito de lo sagrado en el comportamiento humano es precisamente el modo de articulación de esas dos categorías, vida y muerte. Digo lo sagrado, no lo religioso; entiendo lo sagrado como la prohibición simbólica de una atribución de sentido a lo real que el análisis material de lo real mismo jamás proporciona; todo lo que concierne lo sagrado entraña responsabilidades y consecuencias de las que el siglo XX sabe demasiado». Al hablar del oficio médico, mostró su convicción de que se trata de «un ámbito donde la proyección sagrada del sujeto está inevitablemente presente; la tentación de sacralización de esa función es muy grande. Ceder a ella es necesariamente funesto. Es introducir elementos de regulación desde el exterior hacia lo sagrado del sujeto que construye (o no construye) el sentido. La decisión sobre lo que para mí es sagrado sólo me concierne a mí. Una infinita cautela exige que la sacralidad del sujeto prime sobre la sacralidad del médico».

Por experiencia
Por último, el Dr. Mario Melazzini, oncólogo y enfermo de Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), mostró en vivo lo que significa una vida de calidad, desde una silla de ruedas y con una gran limitación física en el contexto de una enfermedad tan grave y dolorosa como es la ELA. El Dr. Melazzini afirmó que la dignidad tiene carácter ontológico y no puede estar en función de una determinada calidad de vida, entendida ésta en términos utilitaristas. Desde su silla de ruedas y con una gran dependencia, mostraba que la vida es una aventura difícil pero buena: «¡Mi vida es bella!». Recordó la necesidad de todo enfermo (y la responsabilidad de los sanitarios, en consecuencia) de ser cuidado aún cuando la enfermedad es incurable: aliviar el dolor, hacer más fácil lo cotidiano, compartir el malestar emocional: «el enfermo puede llegar a olvidar la limitación de su cuerpo si es mirado con ternura. La dignidad está también en la mirada del que cuida», comentaba Melazzini. «Si hace algunos años hubiese tenido que plantearme utilizar la tecnología para alimentarme, un ventilador para respirar… hubiese pensado que “es una locura, que esto es insufrible”. Ahora, si me preguntan, digo que mi calidad de vida es buena, tengo una vida hermosa, una vida productiva. Esta enfermedad es un valor añadido, es la circunstancia que me permite afrontar con positividad lo cotidiano; también con dificultad, es evidente, pero gracias a ella soy mejor hombre y mejor profesional».

Frente al paciente
La segunda mesa vertió sobre “¿Es el paciente el centro de nuestro trabajo?” con el objetivo de juntar a responsables de diversas áreas sanitarias para plantearles esta pregunta. Estuvieron en la mesa un gestor de la sanidad pública, Manuel Molina Muñoz, Director General de Ordenación e Inspección de la Comunidad de Madrid, un gestor de la sanidad de gestión privada de fondos públicos, Alberto de Rosa Torner, Director General de Ribera Salud, el director médico de un laboratorio farmacéutico, Jesús M. Hernández, Director Médico Europa, Lilly & Co, y un médico de “a pie”, Javier Gutiérrez, adjunto de Traumatología del Hospital Universitario Ramón y Cajal y Presidente de Medicina y Persona. Se creó un debate entre los ponentes y los asistentes sobre la formación de los profesionales, las listas de espera, las derivaciones, las ventajas de la gestión privada, etc. pero siempre mirando la realidad como una posibilidad que se nos ofrece. La conclusión final fue que el profesional sanitario puede y debe exigir a los gestores y a los laboratorios un apoyo serio y efectivo, pero que en última instancia está él frente al paciente, una persona frente a otra (no un médico ante un diagnóstico o un traumatólogo ante una cadera rota). Y que sólo ejerciendo la libertad de levantar la mirada y fijarse en la persona que se tiene delante se puede rescatar la propia vocación y disfrutar diariamente del trabajo de curar y cuidar.
Por último, José Manuel Hernández y Carlos Crego, vicepresidente y secretario respectivamente, hicieron la presentación oficial de Medicina y Persona en España, exponiendo nuestro deseo de mantener viva la vocación y de ayudarnos en una mirada llena de respeto tanto entre nosotros como hacia nuestros pacientes.

Medicina y Persona es una asociación que nació en Italia fruto de la amistad existente entre profesionales sanitarios de distintos estamentos –médicos, enfermeras, fisioterapeutas, auxiliares...–Surgió respondiendo a la necesidad de mantener viva nuestra vocación, es decir, mantener vivo aquello que nos había impulsado a comenzar los estudios y posteriormente iniciar la actividad laboral.
Tenemos la responsabilidad de estar cualificados científica y técnicamente para ser eficaces en el diagnóstico e intento de curación de la patología concreta. Sin embargo según pasa el tiempo perdemos de vista que el cuidado del enfermo es el verdadero objeto de nuestra acción. Cada vez es más frecuente entre nosotros que curemos o intentemos curar enfermedades, pero no que nos ocupemos del cuidado del enfermo. Tratamos con patologías en vez de con personas.
Estamos convencidos de que sin una relación cargada de humanidad (tanto entre nosotros como con nuestros pacientes) no puede existir una verdadera atención sanitaria y el profesional no encontrará satisfacción en el trabajo; trabajar terminará siendo una carga cada día más insoportable.
Para contactar en España:
www.medicinaypersona.org - myp.madrid@gmail.com