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Huellas N.3, Marzo 2010

AÑO SACERDOTAL / Beato Omelian Kovch

Bajo la ley de “mi Soberano”

Fr. Borys Gudziak*

Presbítero de Iglesia greco-católica de Ucrania y misionero, fue padre de seis hijos. Acogió a muchos huérfanos, amparó a los pobres y defendió a los judíos durante la persecución nazi. Proclamado “patrono de los sacerdotes” en 2009, Omelian Kovch escribía desde el campo de concentración: «Además del Cielo, éste es el único lugar donde me gustaría estar»

Omelian Kovch nació el 20 de agosto de 1884 en Kosmach, en los Cárpatos. En 1910, se casó con Maria-Anna Dobrianska, que fue una ejemplar compañera para su apostolado (en la Iglesia greco-católica es posible ordenar sacerdote a un hombre casado). Al año siguiente, fue ordenado presbítero.
Poco después de la ordenación, en 1912, el Padre Omelian sirvió voluntariamente, a los inmigrantes greco-católicos que habían abandonado Ucrania, para establecerse en tierras yugoslavas. Administró una parroquia en Kozarac. Ya entonces, llegó a ser reconocido como un eficaz misionero con un don para la predicación, el consuelo y la conversión de las almas. En 1916 regresó a Galicia, la región de la que era natural, donde sirvió como pastor auxiliar hasta 1919, año en el que se convirtió en capellán del ejército ucraniano.
Al padre Omelian a veces se le acusaba de “imprudencia”, porque era capaz de ir al frente para estar al lado de las tropas bajo el fuego. «Yo sé que un soldado en la línea del frente se siente mejor si ve que hay un médico y un capellán». Padre Omelian solía bromear: «Saben, señores, que yo estoy ordenado, y las balas no muerden fácilmente a un hombre ordenado».
Acabada la guerra polaco-ucraniana, el padre Omelian fue destinado, en 1922, a la parroquia de Peremyshliany, una ciudad, como la mayoría en Galicia, compuesta principalmente de tres nacionalidades: judíos, polacos y ucranianos. Durante el período de entre guerras, el padre Omelian, desarrolló un ministerio vibrante con una rica vida litúrgica; también organizó la actividad cultural, incluyendo múltiples facetas de extensión social. Las autoridades polacas, que estaban llevando a cabo una política explícita de polonización y latinización de la población ucraniana de Galicia, acosaron frecuentemente a este dinámico pastor, que siempre se hacía oír. Según los informes, entre 1925 y 1934 la policía registró su casa alrededor de 40 veces.

Padre de todos. La familia Kovch tuvo seis hijos propios. A pesar de sus modestas circunstancias, el padre Omelian y Maria-Anna, casi continuamente, alojaban huérfanos y otros niños que eran abandonados a la pobreza. La familia era conocida por el favor que hacían a estos invitados especiales, ya que les daban mejor alimentación y mejor ropa que a sus propios hijos. El Beato Omelian tenía un trato preferencial por los pobres, ayudándoles tanto material como espiritualmente. Su fama de hombre virtuoso se extendía cada vez más.
En 1939, Galicia fue ocupada por la Unión Soviética. Inmediatamente, la Iglesia Católica de ambos ritos fue puesta bajo una gran presión. Cuando algunos de los feligreses greco-católicos de Peremyshliany permitieron actos de represalia contra las derrotadas autoridades polacas, el padre Kovch, que había sido víctima de acoso y de numerosas detenciones a manos de los polacos, condenó severamente a los miembros de su rebaño durante un sermón en la iglesia: «Parecía que os había formado como buenos feligreses... ante Dios me avergüenzo de vosotros».
En el territorio ocupado recientemente por los soviéticos, pronto se comenzó a arrestar a numerosos sacerdotes, junto a líderes civiles y culturales. Fue un milagro que el P. Omelian fuese capaz de escapar. En el momento de la detención en su casa, junto con dos de sus hijas, el bombardeo alemán de Peremyshliany había comenzado. Puesto que los soviéticos habían torturado y desfigurado a muchas de las víctimas detenidas durante los 21 meses de ocupación de Galicia, y dado que las víctimas brutalmente asesinadas eran decenas de miles, muchos consideraron el avance alemán como una posible liberación. El padre Omelian no compartía estas ilusiones.

Defensor de judíos. Con la llegada de los nazis, la persecución a los judíos comenzó de inmediato. El P. Omelian rogó a sus fieles, especialmente a los jóvenes, no caer en provocaciones antisemitas. Un día, los alemanes arrojaron bombas incendiarias en una sinagoga en Peremyshliany, cerraron las puertas, y rodearon el edificio con soldados. Los representantes de la comunidad judía corrieron a casa de los Kovch a buscar ayuda, y también para encontrar refugio junto al sacerdote greco-católico. El Padre Omelian corrió inmediatamente hacia la sinagoga, y en perfecto alemán y con la indignación moral decisiva, ordenó a la policía que detuviese dicha acción, y de inmediato empezó a sacar de las llamas a los aterrorizados feligreses judíos.
El pastor greco-católico comenzó a organizar diferentes estrategias para albergar a judíos. Se desconoce a cuántos judíos pudo esconder en diferentes lugares, o a cuántos pudo mantener con vida distribuyendo alimentos en lugares de escondite. Su fama como defensor de judíos se extendió rápidamente. Muchos miembros de la comunidad judía comenzaron a acudir al Padre Omelian pidiendo el bautismo, con la esperanza de que ello elevase sus posibilidades de supervivencia. A pesar de que un sacerdote tiene una obligación especial de administrar el sacramento en situaciones de peligro de muerte, el P. Omelian tenía dudas respecto a bautizar en estas circunstancias. Así que consultó al Metropolita Andrei Sheptytsky. El P. Omelian no se negó a la petición insistente de sus vecinos judíos: comenzó a realizar la catequesis; después de que los candidatos aprendieron el Credo, se llevaron a cabo bautismos en masa de cientos de judíos. La mayoría de los nuevos bautizados sufrieron el destino final de los otros judíos, pero hubo informes señalando que, en el gueto, algunos crearon una comunidad separada que profesaban abiertamente la fe cristiana.

Prisionero 2.399. El 30 de diciembre de 1942, el P. Kovch fue arrestado. El Metropolita Sheptytsky, sus familiares y amigos realizaron intensos esfuerzos por liberar al P. Omelian. Los nazis estaban dispuestos a ponerlo en libertad con la condición de que prometiera no proteger ni bautizar a más judíos. El sacerdote, sin embargo, no fue ambiguo:«La ley que me dejó mi Soberano declara: Bautiza en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo». «No hay una palabra (de excepción) en relación a los judíos. Quien quiera ser bautizado, yo le bautizaré en el nombre de esta Ley».
Los alemanes enviaron al Beato Omelian al campo de concentración de Majdanek, cerca de Lublin, Polonia, donde tuvo el número de prisionero 2.399. Majdanek fue construido con capacidad para unos 50.000 reclusos. El P. Kovch estaba en la barraca número 14. Fue capaz de escribir unas cuantas cartas desde Majdanek que se han conservado. Una de ellas merece una atención especial: «Entiendo que estés haciendo esfuerzos para mi liberación. Pero te pido que no hagas nada. Ayer mataron a 50 personas. Si yo no estoy aquí, ¿quién les ayudará a soportar estos sufrimientos? Irían a la eternidad con todos sus pecados y en una profunda desesperación, lo que les conduciría al infierno. Ahora van a la muerte con la cabeza levantada dejando atrás sus pecados, y así cruzan el puente a la eternidad. Agradezco a Dios su generosidad conmigo. Además del Cielo, éste es el único lugar donde me gustaría estar (…). ¿No es esta la corona más espléndida que Dios podría poner en mi cabeza? Precisamente doy gracias a Dios, una y mil veces cada día, porque Él me envió aquí. No le pido nada más a Dios. No os angustiéis y no perdáis la fe en mi cometido. En lugar de eso, alegraos conmigo. Rezad por los que han creado este campo de concentración y este sistema. Ellos son los únicos que necesitan oraciones... Que Dios tenga piedad de ellos».
Con firmes convicciones, expresiones de devoción, libertad personal y plenitud espiritual, el P. Omelian Kovch murió el 25 de marzo de 1944, tres meses antes de la de la liberación del campo de Majdanek, (julio de 1944).
El 24 de abril de 2009, el Sínodo de Obispos de la Iglesia greco-católica de Ucrania proclamó solemnemente al sacerdote-mártir Beato Omelian Kovch “patrono de los sacerdotes” de la Iglesia greco-católica de Ucrania.

* Rector de la Universidad Católica de Ucrania, Léopolis