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Huellas N.2, Febrero 2010

BREVES

Cartas

a cargo de Carmen Giussani

COLECTA PARA HAITÍ 
Una iniciativa de los niños del Comedor “La Compañía” de la Colonia Monte Albán y todos los colaboradores de DIJO A.C.
Las noticias de Fiammetta Cappellini y Jordi Bach nos dejaron sin respiración. No podemos imaginarnos siquiera lo que están pasando y sintiendo. Se lo contamos a nuestros niños de la Colonia Monte Albán, a sus padres, amigos, familiares y a todos los que conocemos. Y seguimos orando. Queremos que sepan que no están solos, que sus noticias llegaron y deseamos compartirles lo que esto provocó en nuestros niños. Cuando leímos sus testimonios, los niños estaban callados, viéndose unos a otros, les preguntamos cómo querían ayudar a otros niños como ellos en Haití, les leímos las necesidades que tenían, los niños hicieron una votación y ganaron dos opciones: donar botellas de agua y donar dinero. Al día siguiente, los niños comenzaron a llegar cada uno con sus botellas, y este gesto me impresionó porque, quizás por primera vez, dejaban de pensar en ellos mismos para pensar en otros. La gente de nuestra Colonia es muy desconfiada porque, por tanto dolor que han tenido en sus vidas, se han hecho duros de corazón. Por ello, este gesto me llamó mucho la atención. Los niños me iban diciendo que ese día no iban a comprar ningún dulce, que no se lo iban a gastar en la tiendita y que lo donaban. Una mamá me decía que no podía apoyar porque no tenía dinero, y cuando supo que las personas en Haití habían perdido su casa, su familia, sus pertenencias, se dio cuenta que existían personas que pasaban por una situación más difícil que la suya. Al día siguiente, llegó al Comedor con su hijo y cada uno depositó dinero en el bote. Un gesto profundamente humano. Pudimos juntar 91 botellas de agua de 600ml, 3 botellas de agua de 1 lt, 1 botella de 1.5 lt, una lata de frijoles y 2 latas de atún. Llevamos a los niños a la CRUZ ROJA para hacer el donativo, nos platicaron que el día sábado a las 3 am, saldrá el autobús con el cargamento que junten en estos días. Los niños del Comedor “La Compañía” de la Col. Monte Albán y todos los colaboradores de DIJO A.C. seguimos pendientes de las noticias que nos mandan y de la situación que siguen enfrentando día a día. 

HA LLEGADO UN MENSAJE… 
Noel, nuestra querida maestra de artes del jardín de niños Alecrim, comentó con los niños la difícil situación que estaban pasando muchos niños como ellos en Haití a consecuencia del terremoto. Les dijo también que una amiga podría hacerles llegar un mensaje. Todos estuvieron de acuerdo en dedicar su actividad de ese día a esos amigos que lo necesitan todo, y pensaron en enviarles un mensaje de amistad. Con polvo de crayola hicieron un collage y la maestra les enseñó frases en francés para que pudieran entenderlo. Después, Noel cosió todos los trabajos para que no se les cayera la crayola. Estos trabajos ya han viajado a Haití y, con el favor de Dios, han llegado a algunas manitas y han podido despertar alguna sonrisa. Además de nuestra colecta, pensamos que a todos nos sirve este mensaje de esperanza. ¡Leve Kampe! ¡Kembe Fem!
Los maestros de Alecrim, Oaxaca (México)

GENEROSIDAD Y GRATUIDAD
Antes de conocer el movimiento, ya daba catequesis, pero lo hacía más por generosidad que por gratuidad. Es necesario establecer un encuentro permanente con Cristo que nos mantenga en tensión, ya que en la catequesis lo que trasmitimos es a Cristo y no nuestras habilidades. Este año empecé a leer Huellas de experiencia cristiana con los catequistas de la parroquia. Al principio eran varios, luego el número se redujo. Nos hemos hecho amigos con los catequistas que decidieron libremente, respondiendo a nuestra invitación, hacer Escuela de comunidad con nosotros. No es fácil llevar la propia experiencia a un ambiente diferente, pero esa fatiga ayuda mucho a mantenerse en tensión, a ver qué es lo que vivo y quiero para mi vida y, sobre todo, lo que Él hace en la vida de cada uno.
Eduardo, Asunción (Paraguay)

EDUCARSE PARA EDUCAR
El reclamo constante a mirar los hechos que me acontecen en el trabajo, en la vida y en la familia, me ayuda a vivir mis circunstancias. Durante mucho tiempo estuve buscando una respuesta a la pregunta que me acompaña desde hace años: ¿se puede vivir entendiendo que los hechos pasan y es necesario hacer un juicio de ellos que me lleve a comprender el nexo con el misterio? Después de verificar en mi vida lo que  se expone en el libro ¿Se puede vivir así?, puedo decir que hoy, gracias a la compañía con los amigos de CL, reconozco la importancia de las relaciones humanas que allí se establecen con gratuidad. Esto ha dejado de ser un concepto teórico para mí. Soy docente universitaria de una institución privada en Colombia y enseño a estudiantes de pedagogía. El reto es enorme y cuando me remito al libro Educar es un riesgo, éste me aporta elementos importantes para profundizar y entender que es necesario llegar  a encontrar la humanidad de mis aprendices y partir siempre de la realidad de cada uno de ellos. Me siento feliz por la vocación educativa a la que Dios me llama y por la disponibilidad que tengo, que es un signo de Su presencia que obra en mí.
Mónica (Colombia)

O SE COMPARTE O SE PRETENDE
La Acción Caritativa en el Hogar de ancianas me ha dado la oportunidad de experimentar lo que es amar al otro, porque Dios lo ha creado para el mismo destino que el mío (la palabra “hermano” es más que una retórica). Hubiera preferido ir a un Hogar o Albergue de niños, pero visitar a las ancianas me enseña a mirar la historia que Dios quiso para cada una de ellas (si es que la pueden relatar) y ver cómo el deseo de ser felices permanece a pesar de tanto trajín en la vida.  Poco a poco, casi sin darme cuenta de esta “dinámica de aprendizaje”, veo cómo, participando de este gesto, ha cambiado el modo de concebir la relación con los otros. Puedo decir que he experimentado -aunque sea por momentos- que una relación sin pretensiones -es decir, no definida ni condicionada por mi medida, sino aprendiendo a amar al otro simplemente porque Dios mismo lo ha creado, porque Dios lo ama y porque lo ha puesto en mi camino- es el verdadero compartir, crucial para el propio destino: o se comparte o se pretende.  Entonces no se necesita otro motivo para amar al otro, más que el hecho de que es criatura de Dios. En la medida en que el interés por mi destino y el de los demás se hace más vivo, empiezo a comprender que esta percepción es determinante en la relación con el otro, tanto en la familia como en el trabajo y con los amigos, y por ende es decisiva para mi propia felicidad.
Derlis, Asunción (Paraguay)

AQUÍ HE ENCONTRADO MI CASA
Querido Julián: Gracias por tu visita a Uganda, que me ha abierto los ojos y me ha permitido ver el misterio de Dios. Cuando nos dijiste que no hay ninguna circunstancia que pueda impedir que el Misterio entre en nuestra vida, he entendido que también un hombre culto puede creer en la divinidad del Hijo de Dios, Jesucristo. Lo comprendo cuando veo cómo estoy con mis amigos aquí en Uganda. Nosotros tenemos una única cultura: Jesucristo. Aquí he encontrado mi casa, porque en el rostro de mis amigos y, en particular, en el de tía Rose, yo reconozco la presencia de Cristo.
Fredy, Uganda

DOSTOIEVSKI Y SU DESAFÍO
Querido Carrón: Acudí a los Ejercicios espirituales del CLU, aunque no pertenezco a CL, porque me interesaba el desafío que Dostoievski lanza en la frase que elegiste como título: «Un hombre culto, un europeo de nuestros días, ¿puede creer, realmente creer, en la divinidad del Hijo de Dios, Jesucristo?». Aunque soy católica, no me veía capaz de responder a semejante pregunta. Pero, al final de esos tres días, pensé: «Ahora sí puedo responder, puedo decir en voz alta: yo creo en Jesucristo», porque ahora entiendo que es una presencia cercana y en relación cotidiana y familiar con mi humanidad. Nunca Cristo ha estado lejos de mí, pero lo comprendo ahora. Nunca fue sólo la compañía cercana de unos privilegiados como Juan y Andrés, la Samaritana o Zaqueo: Él no fue, Él “es” y será. Dios se hace contemporáneo a mi vida. Por lo tanto, no sólo creo en el Dios trascendente, sino también en el Dios encarnado que está presente en la Historia y en mi vida. Por ello, quería darle las gracias por haber desbloqueado algo dentro de mí.
Rossella

PERLAS DE PAPEL
Que Dios se conmovió con el hombre se intuye por cómo las mujeres del Meeting Point de Kampala se conmueven con los niños que han perdido a sus padres. En Kireka nunca dicen: «No tenemos nada de comer para nosotros, no podemos ayudar a los demás». Si algún pequeño se queda solo se lo rifan: «¡Me quedo yo con él!, ¡No, me quedo yo!». Tampoco en Naguru, en el prado al lado de la iglesia de San Judas Tadeo, donde se levanta la nave de madera que hospeda a otros pacientes del Meeting Point, se oyen grandes disertaciones. Nadie tiene ninguna lección que dar, nadie quiere hacer ver que sabe más que otros. Si tienen a la fuerza que hablar, sólo le dan las gracias a Rose por cosas elementales y muy concretas: las medicinas antirretrovirales que les da en la enfermería, la red de adopciones a distancia que creó en colaboración con los amigos de la AVSI para mandar a la escuela a los niños, las pequeñas sumas de microcrédito gracias a las cuales bastantes de ellas han puesto en pie pequeños negocios y han comprado utensilios y materiales para sus pequeñas manufacturas. Algunas recogen papel por las calles, lo cortan en tiras largas y finas que enrollan alrededor de una aguja, y con un poco de cola y de tinta construyen collares preciosos, que muchos hemos vendido en la última Campaña Manos a la Obra para CESAL.
Nando, Madrid (España)

EL ESPECTÁCULO DE IGUAZÚ
Cecilia es profesora en una escuela de São Paulo, en Brasil. Lleva 30 años en CL. Las recientes vacaciones en Foz de Iguazú fueron particularmente importantes para ella. Cuando la diaconía de su país propuso hacer unas vacaciones para 800 personas, lo primero que pensó fue que habría una gran confusión. Y sus palabras fueron casi proféticas. Pero, como ella misma aclara, «lo que no fue una profecía, es que estas vacaciones me han permitido descubrir un mundo nuevo. Todo lo que hemos vivido allí anticipaba, de alguna manera, la gracia definitiva: Cristo puede ser tocado, visto y oído en todos los momentos de la vida». Cecilia, una argentina casada con un paraguayo y madre de siete niños, reflexiona: «Cada día necesito volver a comenzar de nuevo. Estas vacaciones me han demostrado que empiezo de nuevo, pero no de cero». El padre Aldo Trento insistía en que no volvemos a comenzar de “cero” porque nosotros hemos tenido un encuentro que es para siempre: «Yo soy Tú que me haces. Todo me remite a Cristo. Mi humanidad no es una objeción sino una ocasión para encontrarlo de nuevo. Por eso, el desafío más importante es tomar en serio mi propia humanidad». La imagen de la fiesta final fue la de un pueblo que recibe una novedad: la alegría de ser una sola cosa. Ante este pueblo sólo cabe decidir si participar en él o no. Hemos experimentado el gozo de la unidad. Jorge, de Paraguay, se preguntaba: «¿Quién de nuestros amigos puede decir: “estuve en unas vacaciones con 800 amigos y no conozco a más de 700 de ellos, pero me siento completamente en familia con todos”? Esto es posible sólo porque tenemos un mismo padre». Estos días nos han ayudado a renovar nuestro sí a Cristo, en cualquier circunstancia. Y esa es la novedad que transforma la vida en un espectáculo como las cataratas.
Cristian

COMO UN BELLO DÍA
Llega el día de mi cumpleaños. Entro en la clase que más me cuesta, donde te parece que no sacas nada en limpio y tienes que suspender a un montón de chicos, y me encuentro escrito en la pizarra: «¡Felicidades, sargento!» (me llaman así por el grado militar). Luego toda la clase entona el “cumpleaños feliz” rematándolo con un aplauso entusiasta. Entonces pensé en lo que escribía Pavese: «Todo esto no te es debido… ¿A quién puedes agradecérselo?», y se me hizo patente, recordando que tengo que sudar tinta china sólo para mantener la disciplina, que la verdad resplandece cuando menos te lo esperas “como un bello día”. 
Ermanno, Samarate, Varese (Italia)

PARAGUAY
PROTAGONISMO Y BELLEZA
Desde que conocí el movimiento me apunté al coro. Este año me lo he tomado más en serio. Yo estudio música y, como a veces les digo a mis amigos, empecé a gustar de la música de verdad desde que empecé a cantar en el coro. Nunca antes había sentido más mío el objeto de mi estudio. Experimento lo que dice don Gius: «cuanto más vivimos la exigencia de “darnos”, y secundamos esta ley, más nos realizamos a nosotros mismos».
Yo amo la música, amo cantar y perteneciendo al coro descubro que este amor tiene un sentido. Entonces, puedo trabajar mejor para comprender la música. Pero me doy cuenta que este trabajo no puedo hacerlo sola: necesito de alguien que me enseñe cómo mi voz puede hacerse más mía. En el coro yo aprendo a seguir. Aunque a veces me cuesta ser sencilla, no puedo negar que siguiendo cada gesto del director mi canto adquiere más sentido y belleza. Aprendo a seguir y aprendo a vivir el milagro de la comunión: si no escucho al otro, a las demás voces de mi cuerda y a las otras cuerdas, no disfruto de la misma belleza. Para mí el coro es un lugar privilegiado de amistad, donde mediante algo que me gusta me ayudan a hacer memoria de lo que quiero para mi vida. Es cierto que “Él me conduce hacia sí”, porque sin quitarme la fatiga de estar en los ensayos, estudiar mis partituras y seguir las indicaciones, el Señor vuelve más pleno lo que a mi me gusta, lo vuelve más humano. Si dando un poco de nuestro tiempo, se comienza a mejorar las relaciones, imagínense como crece la ternura cuando uno dona ese tiempo para cantar al Señor: cada palabra, cada inflexión de voz proclama Su misericordia. El coro me educa a ser protagonista y a amar mi vida mediante un servicio a Su gloria.
Laura, Asunción

ÉL ESTÁ AQUÍ
Querido Julián Carrón: Deseo compartir contigo mi experiencia con la Escuela de comunidad aquí en Saint Louis. Soy doctora, natural de Puerto Rico y me vine para los EE.UU. a terminar mi subespecialidad en geriatría. Escogí este Estado con el conocimiento previo de que aquí había una comunidad de CL porque sabía que, sin esta amistad, sin esta compañía “no podría sobrevivir”. Al principio me chocó la cultura y la realidad distinta. Tanto así que lo llegué a llamar “mi desierto St. Louis”. La comunidad de CL de St. Louis es totalmente diferente a la de Puerto Rico. En Puerto Rico yo tengo amigos, somos un grupo un poco más grande y el estilo de hacer la Escuela  de comunidad es diferente. Yo puse esta dificultad en oración y con el tiempo comprendí que ésta era la realidad con la que Cristo se estaba manifestando, acompañándome. Al principio creía que no iba a volver a ver las cosas bellas que vi en Puerto Rico, más bien que no podría verificar lo que había encontrado en CL de Puerto Rico. Estaba bien equivocada, y esto lo evidencian dos hechos. El primero es la alegría que siento cada vez que conduzco de vuelta a casa luego de la Escuela de comunidad. La preparación y participación en ella responde a mis preguntas y va de la mano con la realidad que vivo. El segundo es un hecho que pasó hace poco. Un jueves por la noche, fuimos a casa de Michael y Bernadette, los líderes y anfitriones de la Escuela de comunidad aquí en St. Louis. Allí encontré el último número de la revista Traces y, como de costumbre, le eché una hojeada. Encontré  dos cartas sobre mis amigos. De inmediato repartí las revistas y les invité a que leyeran las cartas que hablan de mis amigos (casi todos los que hacen Escuela de comunidad con nosotros este año apenas conocen de CL). Todos teníamos nuestras narices en la revista cuando Michael entra a la sala y de un salto nos dice: «¿Qué es esto? ¡Todo el mundo leyendo la revista! Esto merece una foto». Para mí es increíble cómo nacen las amistades, cómo crece y se construye la compañía. Hasta los amigos transeúntes de St. Louis que aun desde muy lejos se mantienen en contacto conmigo ponen de manifiesto que Alguien nos une. Yo solía entristecerme cada vez que un amigo partía de St. Louis, más aun cuando recuerdo con melancolía los amigos de Puerto Rico. Sin embargo, esta experiencia de vivir con intensidad y atención lo que Dios me ofrece en este “mi desierto St. Louis” ha abierto mis ojos y mi corazón, porque he comprendido que estos amigos no me pertenecen, Le pertenecen a Él. Ellos son un regalo, un don de Dios en este camino, más aún, son Cristo mismo que se me da y que permanece. No importa en qué país, Puerto Rico o EE.UU., no importa el tipo de amigo, nuevo, transeúnte o viejo amigo. Él está aquí y eso basta. 
Dulce, Saint Louis, Missouri (EE.UU.)

ENCUENTROS EN CLASE
ESAS DISCUSIONES CON EL PROFE DE LENGUA
Conocí el movimiento hace un año. Lo recuerdo perfectamente. La primera vez fue cuando discutí con mi profe de Lengua acerca de un tema que me interesa mucho: el comunismo. Nunca he creído en ello porque otros me arrastraran. Por tanto, nunca me he sumado a los grupos de la izquierda urbana. Me daban lástima los que iban a las manifestaciones sólo por montar bulla o por perder el tiempo. Yo creía sinceramente en el socialismo como respuesta a los problemas que me planteaba. Había estudiado y asimilado sus principios y les daba de ignorantes a los que piensan que el comunismo signifique tan sólo muerte y coacción. Tras haber conocido a algunos chicos de CL y a haber discutido mucho con mi profesor, no podía entender cómo personas inteligentes y racionales como ellos excluyeran algo tan importante para mí. Ahora, al cabo de un año, he entendido varias cosas. Por ejemplo, el sentido de la palabra “camino” no se puede dar para nada por supuesto: significa que es normal no conseguir encajar enseguida todas las piezas, y que hace falta tiempo. Sólo después puedes darte cuenta del sentido de tantas discusiones y testimonios. Ahora ya no pienso en el comunismo como respuesta para mi vida, pero no porque el comunismo sea de verdad sólo tristeza y muerte (creo que sigue siendo ignorante quien lo piensa) sino porque es reductivo. El comunismo no se plantea el problema de mi futuro o de mi relación con la realidad. Ningún sistema político podría hacerlo, ni podrían bastarme el dinero o la ciencia. Hace falta algo distinto.
Fabio

Déjame vivir para siempre, 
déjame vivir sin fin,
que traigo deseo en la sangre
que está queriendo salir.
Déjame quererte tanto
que como el aire me faltes,
déjame extrañarte tanto
que desee hasta morir,
déjame amarte, Misterio
en los rostros que hay aquí.
Cecilia, Oaxaca (México)

“FIEBRE DE VIDA” 
CON OCASIÓN DEL V ANIVERSARIO DE LA MUERTE DE DON GIUSSANI, LA COMUNIDAD DE CL DE ABBIATEGRASSO DEDICA UNA EXPOSICIÓN A UNO DE SUS QUERIDOS HIJOS, ANDRÉS AZIANI. CON EL TÍTULO “FIEBRE DE VIDA. LA AVENTURA DE UN HOMBRE LIBRE” LA EXPOSICIÓN RECORRE LAS TRES ETAPAS DE LA VIDA DE ANDRÉS: ABBIATEGRASSO, SIENA, LIMA.

«ÉL, EN CAMBIO, SABE TODO DE MÍ»
Querido Carrón: Todos los sábados los chicos del CLU y los de GS nos vemos para cenar juntos y contarnos lo que ha sucedido durante la semana. El sábado pasado, Chiara, mi hermana, que tiene 14 años y a la que le han diagnosticado un tumor cerebral, al final de la velada dijo: «Tengo la certeza de que más allá (en el Paraíso) nos aguarda algo más grande y más bello; me cuesta darle un nombre pero sé que la felicidad será ver a Jesús. Él, en cambio, sabe todo de mí. Conoce mi fecha de nacimiento y sabe cuándo tendré que morir, porque todo está en sus manos y yo confío en Él». Me quedé anonadada porque no hay explicación posible ante una niña que sabe lo que le espera, porque está en la fase terminal de su enfermedad, y sin embargo está contenta, con una conciencia y un juicio que sólo puede tener por obra y gracia del Señor. Resplandece en ella la sencillez y ese abandono a la Presencia buena de Dios que le permite reconocerle y confiarse a Él. De alguna manera, ahora, entiendo la gracia que se me ha concedido: es como si tuviera a Jesús en mi casa. Antes, cuando estaba cansada y no podía más, quería irme; ahora quiero estar con ella, quiero acompañarla, hacer lo que puedo aunque no soy enfermera. Sobre todo, quiero estar a su lado para mirar donde ella mira y recorrer con ella el mismo camino para que podamos conocer a Cristo. Él nos está pidiendo todo. A mi hermana le pide su joven vida y a mí tomar en serio la mía.
Federica, Domodossola (Italia)