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Huellas N.2, Febrero 2010

PRIMER PLANO / DON GIUSSANI Quinto aniversario

El carisma de la experiencia

Alberto Savorana

Hijo (e intérprete) de la tradición Ambrosiana. Con una total dedicación a los jóvenes. LUCIANO PAZZAGLIA nos explica por qué don Giussani es, con todo derecho, uno de los grandes educadores cristianos

Profesor titular de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad Católica del Sacro Cuore de Milán, Luciano Pazzaglia es una de las voces más autorizadas de la pedagogía italiana. Es director del Archivo de Historia de la Educación en Italia (Brescia), dirige la revista Annali di Storia dell’educazione e delle instituzioni scolastiche (Anales de la Historia de la Educación y de las instituciones educativas); es miembro de la administración del ACISE (Asociación Católica Internacional de Ciencias de la Educación). Dirige la serie “Maestros” de la Editorial La Scuola de Brescia.
En la sede de Brescia de la Católica enseña Análisis histórico de los sistemas de formación; en la facultad con sede en Largo Gemelli en Milán imparte un curso de Historia de la Pedagogía. A los cinco años de la muerte de don Giussani, ha accedido a responder para Huellas algunas preguntas sobre la actualidad de su propuesta educativa. Y lo ha hecho con el bagaje de una vida entera de estudio y de investigación en el campo pedagógico.

¿En qué sentido le parece original el pensamiento de don Giussani? Y, ¿por qué lo ha insertado en la nueva colección de la Editorial La Scuola de Brescia, que lleva por título “Maestros”, junto a nombres como La Pira, Montini, Lazzati?
La decisión de dar vida a la serie “Maestros” ha nacido del deseo de presentar a las nuevas generaciones algunas figuras de educadores capaces de ofrecer el mensaje cristiano como respuesta adecuada y convincente a sus deseos más profundos, en consonancia con la indicación de la Conferencia Episcopal Italiana de asumir la educación (en el ámbito de la evangelización) como punto fundamental de la futura acción pastoral. Téngase presente que estamos hablando, no de expertos en pedagogía en sentido estricto, sino, justamente, de educadores que, con su propuesta y su testimonio personal, han supuesto y pueden suponer todavía una guía para los jóvenes a la hora de afrontar los problemas de su propio crecimiento personal, en un contexto sociocultural tan difícil y complejo como el presente. En esta perspectiva, que nos ha llevado a incluir en la serie figuras como Giovanni Battista Montini, Giorgio La Pira, Giuseppe Lazzati –a los que se añadirán pronto Chiara Lubich, Carlo María Martini, don Primo Mazzolari, monseñor Óscar Romero–, no podía, obviamente, faltar un perfil dedicado a don Luigi Giussani, autor de una significativa propuesta educativa, así como fundador de un movimiento como Comunión y Liberación.

Al inicio de su actividad docente en el Liceo Berchet de Milán, hace más de cincuenta años, don Giussani indicó como característica de su método educativo el «mostrar la pertinencia de la fe a las exigencias de la vida en un mundo en el que absolutamente todo afirmaba lo contrario». ¿Le parece actual esta concepción del compromiso educativo de un cristiano?
La característica a la que usted alude es ciertamente uno de los elementos constitutivos de la labor educativa de don Giussani. Puedo añadir que, habiendo tenido la oportunidad de dar clase durante unos meses como suplente de Filosofía en el Liceo Berchet, donde ya enseñaba don Giussani, tuve el privilegio de verle actuar en el campo educativo y de verificar, en primera persona, el impacto que tenía entre los jóvenes, cuando la fe se consideraba un problema que, en el mejor de los casos, cada uno debía afrontar y resolver en su fuero interno. Lo que impresionaba de don Giussani era su caridad sacerdotal, su entrega absoluta a la tarea educativa, su testimonio de fidelidad al Evangelio en absoluta coherencia de vida. Se le debe reconocer el mérito de haber propuesto con fuerza la visión cristiana en la vida diaria, tanto en la experiencia personal como colectiva, y de haber tratado de mostrar la perfecta correspondencia que esta visión genera con las expectativas y las necesidades que albergan en el corazón del hombre. Por lo demás, justo en aquellos años, la cuestión educativa se presentaría –obviamente en una perspectiva más amplia– en los debates de la gran asamblea conciliar en cuyos documentos finales se asumía la necesidad de un apostolado más creativo e incisivo, recomendando una práctica educativa, no de controversia, sino dialogante, paciente y generosa.

¿Qué peso tiene en la preocupación educativa y en la concepción de la fe de don Giussani el haber crecido como hijo de la gran tradición ambrosiana?
La tradición ambrosiana en el campo educativo, como sabe usted mejor que yo, cuenta con insignes hombres de Iglesia y, en particular, con pastores que destacaron por su carisma educativo. Basta pensar, por nombrar a algunos, en san Ambrosio, san Carlos Borromeo y, más recientemente, los cardenales Andrea Ferrari, Ildefonso Schuster, Giovanni Battista Montini y Carlo María Martini. No cabe duda de que la actividad pastoral de estas personalidades ha irradiado en la vida de nuestra Diócesis una sensibilidad especial por los problemas educativos y, en este sentido, don Giussani es hijo de esta rica tradición. Naturalmente, en la elaboración de sus ideas, él se presenta con peculiaridades propias. Por tanto, no es de extrañar que su propuesta se encuentre al lado de otras distintas e, incluso, en algunos casos, en relación dialéctica con las mismas. Sin embargo, sabemos también que una de las riquezas de la tradición ambrosiana es justamente saber acoger y alimentar, en el campo educativo, una pluralidad de líneas. Con ello, se explica fácilmente la variedad de instituciones educativas y de movimientos juveniles que han ido tomando cuerpo en la tierra ambrosiana, contribuyendo a la formación del pueblo cristiano en su conjunto.

La Conferencia Episcopal Italiana, recogiendo una preocupación constante de Benedicto XVI, ha señalado la “emergencia educativa” como la clave decisiva para el futuro. ¿Qué contribución pueden ofrecer la larga experiencia de un educador como don Giussani?
En mi opinión, una de las mayores contribuciones que el educador don Giussani puede dar al desarrollo de una acción pastoral en el campo de la educación es, precisamente, recordar que, para hacer accesible a los jóvenes la experiencia cristiana, necesitamos educadores que la vivan y sean capaces transmitir su riqueza y fascinación, en primer lugar, mediante el testimonio de su implicación personal.



Misas en todo el mundo
En el V aniversario de la muerte de don Giussani, y con ocasión del 28 aniversario del reconocimiento pontificio de la Fraternidad de Comunión y Liberación, en varios países del mundo se celebran Misas con esta intención: «Que el Señor ayude a la Fraternidad de CL a realizar su tarea: mostrar a todos, tal y como lo propone el carisma de don Giussani, la pertinencia de la fe a las exigencias de la vida».