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Huellas N.2, Febrero 2010

EDITORIAL

Un nuevo tramo de Historia

Hace cinco años moría don Giussani. Al terminar el funeral celebrado en el Duomo de Milán por el entonces cardenal Joseph Ratzinger, Julián Carrón, designado como guía de Comunión y Liberación, lanzaba un reto, que advertía, en primer lugar para sí mismo, a los cuarenta mil asistentes: «Estoy seguro de que, si somos sencillos en el seguir, sentiremos a don Giussani más padre que nunca».
Es cierto. «Más padre que nunca». Y, por lo tanto, más vivo que nunca. Ahora lo podemos afirmar con mayor certeza aún, después de lo que hemos visto estos años, y seguimos viendo.
No se puede negar que el carisma de don Giussani continúa misteriosamente recogiendo y relanzando al mundo el reto que la modernidad lanza a la fe: ¿puede, ahora, el cristianismo generar una criatura nueva? No “ideas nuevas”, “nuevos juicios culturales”, “nuevas reglas de comportamiento”: ¿puede realmente generar una criatura nueva, una humanidad distinta, una experiencia humana por la que valga la pena vivir y amar, ahora?

Estando ante los hechos, quien ha encontrado testigos como don Giussani, y sigue haciéndolo a través de sus hijos, puede contestar afirmativamente a esta pregunta. Por ejemplo, viendo la esperanza tenaz de algunos voluntarios en primera línea en Haití, o la propuesta cargada de razones que ha sorprendido a algunos intelectuales neoyorkinos, o la ola de amistad que está arrastrando a miles de personas en América Latina, sin olvidar un sinfín de encuentros y momentos, que quizá se han dado en rincones escondidos (la habitación de un hospital, un aula escolar, la cocina o el gimnasio…), pero que han cambiado la vida cotidiana de muchos hombres y mujeres de hoy en día.
Huellas ofrece en este número muchos testimonios que conllevan una pregunta: ¿Puede uno superar por sí mismo las heridas de la fragilidad o la incoherencia? Imposible. Entra en juego otro factor. Como ha dicho Julián Carrón a los universitarios de CL, «hay un factor aquí dentro, un factor que determina esta compañía, que produce ciertos resultados, que suscita ciertas resonancias en esta compañía [un modo de mirar, un modo distinto de relacionarse], tan sorprendente que, si no afirmo que hay algo diferente, no estoy dando razón de lo que veo».
Es necesario “algo distinto” para explicar la humanidad que el cristianismo genera. Es necesaria Su presencia, la de Jesucristo, que se hace contemporáneo a nuestra vida. Y es necesario nuestro «sí», y la disponibilidad para dejarnos abrazar con toda nuestra fragilidad y límites. Es algo sencillo y dramático a la vez, porque apela a nuestra libertad, ahora.

La vida entera de don Giussani fue un ejemplo de esta sencillez, intensa y dramática. Él entregó su vida para que nosotros –tú y yo– pudiéramos llevar a cabo la buena batalla que se necesita para recobrar un corazón sencillo y no tener así miedo de nuestra humanidad herida. Entonces empieza la fiesta de la fe, «que convierte al adulto en principio de una nueva Historia, en artífice, protagonista de una nueva Historia en el mundo, es decir, en creador de un pueblo, en generador de un pueblo», como escribe Giussani en ¿Se puede vivir así?
Para disfrutar como conviene de esta fiesta, en revistahuellas.org publicamos el cuaderno De qué vida nace Comunión y Liberación, una documentación extraordinaria de la sensibilidad y del valor histórico del carisma de CL. Leamos atentamente este texto, porque, en el fondo, vivimos para aprender que somos generados y, así, generar a nuestra vez un tramo nuevo de Historia. Por ello estamos profundamente agradecidos a la Iglesia y a don Giussani.