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Huellas N.1, Enero 2010

SOCIEDAD - Después de Lisboa

«Demos un rostro a la nueva Europa»

Lorenzo Fazzini

Ha entrado en vigor el Tratado que reforma las instituciones europeas. ¿Qué reto debe afrontar el continente que parece sucumbir ante el relativismo? «Testimoniar la Verdad». Habla la socióloga alemana GABRIELE KUBY

«Debemos testimoniar la Verdad, no enarbolar los valores». Hablar con Gabriele Kuby, socióloga alemana y ensayista nacida en 1944, es sentir el fuego del primer cristianismo. Hija de un periodista agnóstico y de una escultora protestante, esta ex alumna de Ralf Dahrendorf –el estudioso de las dinámicas del poder desaparecido el pasado mes de junio–, vivió una conversión rozando el 68, tras una larga travesía por el desierto del ocultismo. Llegó a la fe desde el sufrimiento por un matrimonio naufragado, gracias al encuentro providencial con una vecina que le invitó a rezar el Rosario. Desde aquí, el descubrimiento de los «tesoros» del catolicismo («En el catecismo y en las encíclicas de Juan Pablo II he encontrado una luz que hacía resplandecer la verdad sobre la naturaleza humana y los problemas de nuestro tiempo»), la fascinación de autores como Romano Guardini y san Agustín, la relación con el filósofo católico Dietrich von Hildebrandt… Hasta la decisión, en 1997, de entrar en la Iglesia. 
En sus obras, que son a menudo best sellers, Gabriele Kuby afronta temas delicados: la sexualidad, el relativismo, el futuro de los jóvenes… Un artículo suyo sobre la saga de Harry Potter había llamado la atención del entonces cardenal Ratzinger, que le había escrito personalmente animándola a «iluminar a la gente sobre estas seducciones engañosas». En Gender revolution. Il relativismo in azione (Cantagalli), la única obra traducida al italiano, analiza la teoría de género en su aspecto continental. Poco después de la entrada en vigor del Tratado de Lisboa, nos presenta las principales cuestiones que nos esperan en una Europa que se olvida de sí misma, que está haciendo de la “no discriminación” su propio ídolo.

¿Qué desafíos plantea “esta” Europa a los cristianos?
No existe otro modo de responder más que hablando y diciendo la Verdad. Ya lo preguntó Pilato: ¿qué es la Verdad? La Verdad era Él, Jesús. La verdad, también en la Europa de hoy, está enraizada en Cristo. En mi trabajo estoy metida en las diatribas culturales sobre cuestiones de sexualidad. Tengo que remar en contra de las tendencias que quieren desubicar la sexualidad de su justa acepción, y lo hago presentando el cristianismo, aunque nuestra propuesta sea cada vez más criminalizada. Debemos mantenernos dentro de esta verdad, que en este caso anuncia la realidad de la familia. Debemos comportarnos como dice Cristo, ser astutos como serpientes y sencillos como palomas: analizar las situaciones, comprender las tendencias que reducen el pensamiento cristiano, pero evitando siempre el fundamentalismo.

Para obtener un resultado «político» sobre estos temas, ¿conviene apostar por alianzas “amplias” con otros en nombre de los valores?
Debemos estar enraizados en Cristo, lo demás viene luego. No podemos engañar a la gente con los valores cristianos separados de su raíz. Aunque no haya resultados políticos, sabremos en cualquier caso que hemos combatido una batalla buena. El “éxito” en estos temas no está en nuestras manos. Tendremos que responder de nuestro comportamiento ante las generaciones futuras: mi generación, la de los años sesenta, ha destruido la familia. Tenemos la responsabilidad, al menos, de testimoniar la verdad. No es una batalla fácil, pero a fin de cuentas no lo ha sido en ninguna época.

¿Cómo podemos afrontarla?
No quiero presentar estrategias generales, porque la primera cuestión afecta a nuestra identidad. Somos llamados a anunciar la verdad. Ciertamente, no podemos ocultar que Europa se halla en una situación crítica. Y debemos luchar contra los “enemigos” del cristianismo, que hoy apuntan sobre todo a la dimensión de la sexualidad humana para extender su influencia.

En el viaje a Praga del pasado mes de septiembre, Benedicto XVI subrayó de nuevo el papel de las «minorías creativas» en el Viejo Continente. Se ha comparado la época actual con la del final del Imperio Romano: ¿son los cristianos de hoy como los monjes del siglo VI?
El problema es que aquellos religiosos se hallaban en un punto de partida, nosotros en cambio estamos en una situación de confusión en la que también la Iglesia presenta problemas: como dijo Pablo VI, en la Iglesia se ha introducido demasiado «mundo». Por eso somos tan débiles: la gente ya no siente la fuerza del Evangelio. Incluso dentro de la Iglesia hay quien trata de adaptarlo al espíritu de los tiempos, pero afortunadamente existe una minoría que permanece fiel. Ya no sabemos dónde está la salvación, y por eso tenemos miedo como cristianos. Nos sentimos como los apóstoles al pie de la cruz, pero debemos tener fe en la resurrección y creer que todo está en manos de Dios.

Ha hablado de «miedo» de los cristianos. ¿Cree usted que hay miedo de llevar el Evangelio al terreno político?
Como católicos, estamos entrando en una ideología: los valores son una cuestión ideológica, porque dicen que una cosa es buena o no. Pero hoy todo se está volviendo bueno, ya no hay nada equivocado. Hace falta cambiar la referencia y hablar de la Verdad: si tenemos miedo significa que no estamos combatiendo la “batalla buena”. No hay que defender los valores porque sean buenos. Debería existir una respuesta a la pregunta: ¿por qué son buenos? 

¿Puede poner un ejemplo?
Queda claro en el ejemplo de la reforma sanitaria de Obama, en la que en un momento dado se ha hablado de la idea de eliminar el derecho a la objeción de conciencia para los médicos en el tema del aborto. ¿Qué pueden hacer los médicos en ese caso? Cada vez nos acercamos más a situaciones como ésta, que no podremos eludir.

¿Puede indicar los campos en los que los cristianos serán llamados en Europa a esta elección clara?
Europa está experimentando la revolución más radical contra el cristianismo, que se basa en la definición de familia y de sexualidad. Se trata de una revolución “desde lo alto”, guiada por las Naciones Unidas, por la Unión Europea y por los gobiernos de muchos Estados miembros gracias al apoyo universal de los medios de comunicación. Los medios técnicos de control y la técnica psicológica de manipulación de masas se han puesto a punto, de forma que este totalitarismo blando avanza a fondo para minar lo que queda de la cultura cristiana. Europa está instaurando nuevos valores, no ya “humanos”, sino “fundamentales”, que chocan con nuestra tradición.

¿Dónde pueden apreciarse estos “nuevos derechos fundamentales”?
Piense, por ejemplo, en el matrimonio homosexual, equiparado en todo y a todos los efectos con el matrimonio entre un hombre y una mujer: se lleva adelante en nombre de un derecho fundamental, no de un derecho humano. Todo para hacerlo pasar como algo natural. Esto exigirá de nosotros una respuesta personal. Y la cuestión no será si es algo bueno o malo, sino: ¿es verdadero o falso? Dios nos ha hecho hombre y mujer, y sólo de esta forma podrá seguir existiendo la humanidad. No es relativismo, es una verdad absoluta.