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Huellas N.9, Octubre 2006

CARTAS

Santiago de Chile, Maschwitz, Madrid...

a cargo de María Rosa de Cárdenas

La fuente de la alegría
Soy profesora de Lenguaje desde el año pasado en enseñanza media y comencé a trabajar, sinceramente, sin ninguna pretensión, sólo con la esperanza de comunicar el gusto por conocer que nace de esta certeza: la victoria de Cristo hace la vida positiva. Mirando a mis alumnos el trabajo se tornó cada vez más desafiante, la relación con ellos, desde el primer día, me hizo profundizar en la intuición que nació en mí desde los quince años, una semilla que comienza a florecer inesperada y fecundamente ante los rostros de adolescentes que en su mirada lo piden todo. Comencé a tratarlos, sin darme cuenta, como fui tratada yo, comencé a mirarlos, como fui mirada yo, y nació en mí una gratitud infinita hacia quienes me propusieron sencillamente su amistad y su paternidad cuando, confusamente, a los quince años, me acogieron en esta unidad que ahora es también mía. Hace unos meses, con algunos, se profundizó una amistad: comenzamos yendo a la caritativa, hicimos juegos juntos, algunos gestos sencillos y un día, a dos de ellas, tan leales en su compañía, les pregunté ¿por qué son tan fieles a la amistad conmigo? Una de ellas dijo: «Por primera vez alguien me mira por lo que soy, no por mis notas ni mi comportamiento». La segunda dijo: «Por la alegría». En ese momento me di cuenta de que debía proponerles lo que me hace vivir así: la fuente de esa mirada y de esa alegría. A la propuesta de hacer la Escuela de comunidad, sencillamente dijeron “sí”, y desde hace un mes hacemos un trabajo juntas que ha sido tan sencillo como fecundo. Invitaron a tres compañeros a nuestro paseo a la montaña con todos los secundarios. ¡Inesperado! Nunca imaginé esta apertura, esta verificación de “lo divino a través de lo humano”. Ahora hacemos juntos la Escuela cada semana, Marlén, Nicolás, Karina y yo. Un día fuimos juntos con todos los secundarios de Santiago a la montaña, ¡un paseo precioso! Y cuando volvimos, ellos propusieron comenzar a rezar juntos cada mañana en el colegio. Este hecho ha cambiado todo mi trabajo, cada mañana voy a clase esperando un nuevo acontecimiento.
Paula, Santiago de Chile

Un encuentro único
Querido Julián: Estando en Italia en el Meeting de Rímini y en la Asamblea Internacional, me hice amigo de un argentino que hacía poco que había conocido el movimiento. Apenas volvimos a Argentina me mandó un correo que transcribo: «La experiencia de Rímini y de La Thuile me resulta aún muy difícil de asimilar, pero útil para confirmar una verdad fundamental que no me ha resultado nunca difícil descubrir con la inteligencia, pero sí en cambio experimentar y saborear con el corazón. El cristianismo no es una ideología, no es un programa, tampoco un sentimiento, ni siquiera es solo una doctrina, una filosofía o una moral: el cristianismo es el encuentro con Cristo, aquel que se hizo hombre como yo para salvarnos, aquel que me amó tanto desde toda la eternidad, que se abajó a la condición humana en todo menos en el pecado, y que murió por mí y por todos para salvarnos. La fe nace del encuentro íntimo con Jesús, que me ama. No soy yo quien lo he buscado, es Él quién me tiende la mano de amigo. Aun cuando le doy la espalda, insiste y me sigue llamando. Así también decía Lope de Vega: “¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?// ¿qué interés se te sigue Jesús mío // que a mi puerta, cubierto de rocío, // pasas las noches del invierno oscuras?”. Aquí comprendo que la verdadera fuente del gozo cristiano es la certeza que tenemos de ser amados por Dios personalmente desde siempre, tal como somos, con nuestras debilidades y nuestros fracasos, con nuestras fortalezas y nuestros éxitos. Porque no hay nada más radical en el hombre que la necesidad de ser amado y de amar. Nuestra felicidad radica en sabernos amados y amar a Dios y a todos los demás». ¡Solamente el encuentro con aquel que es capaz de responder a nuestro deseo más profundo despierta nuestra humanidad hasta el punto de llegar a escribir algo así! Gracias por ser nuestro padre, por insistirnos tanto en la necesidad de hacer nuestras las cosas juzgándolas, viviendo intensamente la realidad; solamente así puedo realmente conmoverme hasta el extremo por las palabras de mi nuevo amigo.
Willie, Maschwitz (Argentina)

Por qué vamos a la universidad
El pasado 11 de septiembre Fernando Más publicaba en El Mundo un artículo sobre el profesor Bruce Hood titulado “La irracionalidad de la mente humana” en el que recogía una intervención de ese científico en el Festival de la Ciencia del Reino Unido. Entre otras cosas, afirmaba que «la religión y otras creencias mágicas crecen con la ausencia de evidencias porque la gente es proclive a aceptar lo irracional» llenando huecos en blanco u otorgando imparcialmente a ciertos objetos cualidades que nos permitan asimilar fenómenos que no entendemos. Después de que algunos amigos leyéramos juntos este artículo, quisimos responder escribiendo una carta al periódico, porque no es verdad que “seamos proclives a aceptar lo irracional”. Desde que tenemos uso de razón empezamos a gozar con el significado de las cosas y si alguien nos dice que dos más dos son cinco, nos rebelamos. Si esto sucede con las cosas más elementales, ¿por qué debe ser lo contrario con las más importantes, las que determinan el rumbo de la vida? Por esto vamos a la universidad, porque cada vez deseamos conocer más y no nos conformamos con respuestas parciales o irracionales.
Ignacio de los Reyes e Ignacio Guitián, Madrid (España)

Pasó en Mojácar
«Se vive por amor de algo que está sucediendo ahora», decía el lema de las vacaciones. Y qué mejor manera de explicarlo que poner delante de todos la vida de un hombre en la que esto se cumple con toda sencillez, como la del sacerdote italiano Mauro Vandelli, quien, diciendo “sí” a una circunstancia, ayudó a que la obra de Otro naciera en España al acompañar las vidas de un pequeño grupo de universitarios. El “sí” que diste ayer, no te vale para hoy –recalcaba Mauro– por eso es necesario decir “sí” en el presente, ante cualquier circunstancia. Un “sí” como el que Sole dice cada día ante sus alumnos de instituto en Parla que, como contó en su testimonio, genera frutos insólitos, como el hecho de que chicos que no están obligados a asistir a las clases de Religión permanezcan en ella por propio interés hasta el final de curso, o quieran verse con su profesora mucho tiempo después de haber superado el curso. El punto de partida está en el presente. Y en el presente se topa uno con la necesidad del otro, de quien tiene a su lado. La mejor forma de aprenderlo es hacer la caritativa que, como dijo Julio, de Sevilla, tiene efectos inmediatos. Tal y como nos contó a todos, su experiencia haciendo caritativa junto a discapacitados físicos provocó un cambio radical en su manera de relacionarse con su mujer, sus hijos y sus compañeros de trabajo. «Las relaciones me constituyen antes de que yo tome conciencia de quien soy –comentó Javier–. Pero en la cultura moderna, de la que formamos parte, el yo se concibe solitario, individual, sin vínculos, como un punto de partida absoluto. Y todo lo que no es “yo” es materia que debe responder a las exigencias de ese yo. De esta autoconciencia propia de la modernidad deriva un modo de relacionarse basado en el interés: “No hay lugar para la gratuidad”». Por eso, constituye un hecho extraordinario encontrar este abrazo gratuito, o reencontrarlo después de un tiempo, como relató durante la asamblea final una adolescente: «Mis padres son del movimiento y yo, por tanto, también lo soy desde que nací. Durante un tiempo me fui y busqué por todas partes, pero todas las relaciones que encontré estaban basadas en el interés, en la utilidad. Ahora sé que en este lugar las relaciones son de gratuidad».
Chiri, Madrid (España)

Y a estos ¿quién los hace?
Una tarde acompañé a Nicolás a pegar en nuestra cartelera de la universidad la fotocopia de un artículo que hablaba sobre la belleza. Cuando llegamos al tercer piso nos sorprendió la nueva cartelera que se encontraba al lado de la nuestra: era de anarquistas. Me acordé de un montón de veces en que mi vida había estado marcada por la belleza, y al pensar en nuestra cartelera fue más grande el contraste: ésta estaba casi muerta, ni siquiera daban ganas de mirarla. ¡Cómo se iba enterar alguien de la belleza que portamos! Le dije a Nico: «Hagamos una cartelera nueva». La diseñamos en una tarde junto con mi hermano Maxi (quien se declara ateo y anticristiano y anti todo), y como ni Nico ni yo teníamos idea de diseño nos llevó toda la tarde ponernos de acuerdo en la letra, colores, tamaño, materiales a usar, formato en general. Pusimos al tanto al resto de nuestros amigos y fuimos a averiguar todo para ponernos en acción: costos y demás, porque no sólo no sabíamos de diseño, sino tampoco de maderas, técnicas de pintura, taladros. ¿Por qué lo hacemos?, me preguntaba cuando iba con Maxi a comprar la pintura el viernes bajo un diluvio. Le di las gracias, en medio de mi mal humor por lo mojada que estaba. Empecé a pedir, ahí, bajo la lluvia mientras caminábamos: «Oh Señor, ¡abraza a mi hermano!, porque yo no puedo hacerlo igual que Vos». Ese fin de semana, me reconocí querida, amada, ¡con mal humor y todo! Querida sin más, y por eso hice la cartelera, porque quería corresponder a ese amor. Me sentía de tal forma querida que me llevaba a preguntarme: y a estos, ¿quién los hace? ¿por qué me quieren así?
Carta firmada

Cuestión de método
Querido Julián: Soy psicólogo, tengo 58 años y sigo la experiencia del movimiento desde que tenía 20. He trabajado mucho en el ámbito de la tóxico dependencia, interesándome más tarde, en el campo educativo, sobre todo por los problemas relacionados con la depresión y el desanimo en los menores. Desde el comienzo de mi carrera como trabajador social, me he dado cuenta de que iba con “una marcha más alta” respecto a la de mis compañeros de trabajo. Al inicio lo atribuía a un talento personal que me permitía afrontar los problemas con una especial creatividad. Hasta que un compañero me hizo entender que lo que me distinguía de mis compañeros era la importancia que yo daba al “método”. Empecé a darme cuenta de la deuda que tenía con don Giussani: de él había aprendido –sin saberlo– a mirar a los chicos, que poco a poco van creciendo, con una mirada distinta, sin prestar excesiva atención a la droga o a la condena que cumplen, sino a la búsqueda de felicidad que expresan. A raíz de esta conciencia han nacido tantas iniciativas, en el campo de la prevención y de la recuperación, guiadas por el deseo de sustituir la simple “lucha contra la droga” por un camino alternativo que pudiera responder a las preguntas más profundas de los chicos. En la actualidad soy supervisor de un curso de formación e investigación dirigido por el Departamento de Justicia del Menor de la ciudad de Messina. Consiste en trabajar con “los chicos de la mafia”, que son chicos implicados en procesos penales por su relación con ambientes mafiosos. Estos adolescentes no tienen ninguna relación con su mundo interior, con sus sentimientos, deseos y emociones. Están acostumbrados a censurar su interrogante fundamental: ¿quién soy yo? y ¿por qué estoy en este mundo? Con mis colegas hemos reflexionado mucho sobre esto: no es suficiente el control social, la asistencia; estos chicos necesitan confrontarse con adultos que sean capaces de sacar a la luz esas preguntas enterradas, y sepan testimoniar que la vida tiene un sentido por el que merece la pena vivir. Es un duro trabajo para los trabajadores sociales que, muchas veces están desilusionados, son muy críticos con las debilidades y las contradicciones del sistema social y están habituados a trabajar “solos”, con escaso sentido de pertenecer a un equipo. Pensé en lo que nos decía don Giussani: no debemos esperar a que cambie el “sistema” para encontrarnos con los hombres, hace falta implicarse en la construcción de una “sociedad cambiada” que pueda testimoniar que una experiencia de unidad es posible. He visto en los ojos y en las palabras de mis compañeros de trabajo –acostumbrados a trabajar en “trincheras” con muy poca ayuda– un renovado entusiasmo y una profunda gratitud. La misma gratitud que me ha manifestado, con palabras aún más explicitas, una alumna que se graduaba en la especialidad de servicios sociales (ya trabaja como asistente social) diciéndome al final de curso: «Nosotros estamos acostumbrados a ofrecer asistencia, control social. En cambio, usted nos ha enseñado a ver como estos chicos albergan una pregunta que en el fondo es nuestra aliada. Hemos recuperado la esperanza de que nuestro trabajo tenga un sentido». «También yo –le contesté– he tenido un Maestro, de él lo he aprendido todo».
Luigi, Bérgamo (Italia)

El alcalde y el profesor
Un día acudí a una biblioteca de Pesaro para presentar uno de mis trabajos sobre la escuela. Quise invitar a esta presentación al alcalde de la ciudad (secretario de la sección local del Partido Demócrata de Izquierda - DS). Esta persona –que es profesor como yo–, hace doce años, realizó una suplencia de pocos meses en la escuela donde yo enseñaba. Su secretaria me dijo que si fuera posible se acercaría, pero no podía asegurármelo. El día de la presentación, el alcalde vino. Pensé que vendría tan solo para saludar al público. En cambio, me comentó que había leído mi trabajo y que quería contribuir al acto. Durante la presentación, es cierto que habló de mi trabajo, pero sobre todo habló de lo que le había llamado la atención en la relación conmigo en esos meses de suplencia. Dijo que estaba allí por este motivo. Yo no vivo en su ciudad, no lo había vuelto a ver, mi trabajo expone ideas contrarias a las suyas, pero él estaba allí, había acudido allí por una intuición que tuvo hace doce años. Algunos amigos y yo no sabíamos cómo “sacar partido” a este hecho; qué consecuencias podía tener; cómo podíamos comunicar nuestras ideas sobre el estudio, la enseñanza, etc… Sin embargo, se nos hizo evidente que era algo grande lo que se hacía presente y que era un don que teníamos que recibir, sin añadir proyectos. Un encuentro gratuito. He pensado después, que este es el método para vivir cada instante: o uno descubre que toda circunstancia se nos ofrece como un don del Misterio, o bien uno la pierde o la estropea. Es fácil desplazar el valor del presente a otro momento futuro, a otro proyecto o significado que nuestra razón ha decidido de antemano. Pero así se vacía el presente.
Nicola, Ancona (Italia)

La fecundidad de una vida
Querido Julián: Cuando el 11 de noviembre del año pasado mi mujer, Rita, descubrió que tenía un tumor estaba muy lejos de imaginarme la Gracia que esto supondría en los meses posteriores para mí y para mis hijos Simone y Francesco. Desde el principio fue evidente que no estábamos solos, incluso antes de conocer la extrema gravedad de la enfermedad: tres días después del primer diagnóstico la llevé al Hospital San Rafael de Milán para que le hicieran unos análisis y enseguida entendí lo que quería decir don Giussani, hace ya casi treinta años: «La amistad es una dimensión de tu corazón, te la llevas dentro aunque después la vida te lleve donde quiera». Mis “viejos” amigos del CLU de la Católica ya estaban allí, se turnaban para estar con nosotros todo el día. Desde ese momento y durante los seis meses que duró la quimioterapia, Rita entendió que el cumplimiento de su vocación pasaba a través de este saber fiarse y no caminar sola. Es cierto, que se quejaba, mientras luchaba, a veces decía de estar enfadada con el Director de la orquesta, pero siempre entendió que a través de la enfermedad pasaba el cumplimiento de su vida, el significado y el Destino bueno hacia el que va todo. Tanto es así que los últimos meses de su vida han sido los más fecundos para ella y también para todos los que estábamos a su lado, empezando por los amigos de nuestro grupo de Fraternidad. Hacía un tiempo que sufríamos el escepticismo y el cansancio, era como si la promesa del céntuplo no valiese para nuestra compañía. En cambio, nos dijo una amiga nuestra la pasada Navidad: «La estrella del pesebre se ha posado sobre vuestra casa». El primer milagro sucedió en mi mujer, luego en mí, que siempre he sido orgulloso y autosuficiente: el milagro de pedir, de mendigar. Entendimos que lo único que verdaderamente podemos hacer era pedir como quien lo necesita todo. Pedimos así a Dios, y Él ha transformado nuestro grupo Fraternidad en una experiencia viva y visible para todos los que nos rodean, pero en primer lugar para nosotros mismos, borrando el rencor que anida cuando se mira el límite de los demás. A finales de julio Rita ya estaba exhausta, la normalidad no volvía, estábamos cansados y parecía que todo fuese vano. Pero en agosto, cuando ya habíamos perdido toda esperanza, sucedió el milagro más grande. Después de una leve recuperación, Rita volvió a casa, y de allí en adelante mis hijos y yo no hemos estado solos en ningún momento. Teníamos siempre las puertas abiertas, porque sabíamos que siempre habría alguien para decirle una palabra, darla un abrazo o simplemente para mirarla, para acompañarla. Cuatro días antes de morirse, don Pino le dijo –a ella que aún esperaba el milagro– que en esta prueba era una forma de su vocación, y que el contenido de toda vocación es ser Suyos. Añadió que ahora estaba haciendo de madre en el modo más verdadero y más profundo posible: aceptando y ofreciendo. En definitiva, que este era el tiempo más fecundo de su vida.
Alexandro, Rímini (Italia)

Fondo común
Jorge, de Río de Janeiro, nos ha enviado esta carta que ha recibido de una amiga.
El fondo común siempre ha sido importante en mi vida, un gesto donde no caben los discursos. Sin embargo, cumplir este gesto con libertad y en unidad con mi marido me resultaba difícil, porque tenemos dificultades financieras y él, además de tener miedo de que nos falte lo esencial, no comparte mi planteamiento. Por ello, los últimos Ejercicios de la Fraternidad han sido decisivos para que también Fernando entendiera la importancia del fondo común, no por la cantidad que aportamos, sino por la fidelidad al gesto, como yo he aprendido. Me dijo que, cuando escuchó a Carrón explicar el valor de esta aportación económica mensual, para él fue como recibir una bofetada en la cara, ¡pero fue un golpe que le hizo bien! Estuvimos comentándolo juntos y decidimos renovar nuestro compromiso. Empezamos el mes de mayo con poco dinero –¡como siempre!–, pagamos el alquiler, el coche y otras prioridades, y apartamos un resto para el fondo común, dejando incluso algunas deudas pendientes. Le pedí a Fernando que tuviera fe, porque estaba segura de que me llegaría del cielo otro trabajo. Conclusión: llegamos a final del mes habiendo saldado todas nuestras deudas. Surgen gastos extras y también surgen trabajos extras. Ahora tengo la posibilidad de cambiar de trabajo y de tener un sueldo mejor. En cualquier caso, quiero confiar toda mi vida a Cristo. Alguien puede pensar que la nuestra fue una decisión irresponsable, pero para mí fue un acto de fe. Antes, yo apartaba algo de dinero para el fondo común y acabábamos utilizándolo para comprar lo esencial. Ahora, pase lo que pase, el dinero del fondo común es sagrado, y es precioso que Fernando lo entienda y pertenezca cada vez más a la Fraternidad.
Fabiana, Lisboa (Portugal)

Amistades chinas
Querido Julián Carrón: Marco ha nacido en Italia, pero es de familia y cultura china. Atento y silencioso, ha sido para mí un enigma dentro de la turbulenta clase de chicos de 13 años que el Director del colegio me confió en septiembre de 2005. Foscolo, Manzoni, Leopardi, la amistad, las elecciones, el destino... durante las clases no se perdía ni una palabra, pero nada me dejaba entrever si lo que iba diciendo le despertaba un verdadero interés, más allá del deber puramente escolar. Hasta que un día, en las escaleras de la escuela, delante de todos los compañeros, me pregunta: «Usted profe, ¿cree que la vida tiene un sentido?». A partir de esa pregunta la vida en clase ha adquirido un sabor nuevo para mí, para Marco y para sus compañeros. En cada lección aquella pregunta ha estado presente: fuimos descubriendo que todos los contenidos del estudio, todos los aspectos de la realidad y de nosotros mismos que estudiamos, caben increíblemente en esa pregunta. Mientras tanto el diálogo con Marco se intensificó: en la pausa para el almuerzo me habló de las tradiciones orientales, de Taoísmo, Budismo, artes marciales y me planteó preguntas sobre el cristianismo. Hasta que le dije que, si deseaba de veras empezar a entender algo del cristianismo, la única forma para hacerlo era estar con quienes ya viven una profunda amistad con Jesús. Le propuse la experiencia de “Los Buscadores del Grial”. Enseguida me dijo que sí. Ha participado en los encuentros, llevando consigo también a dos condiscípulos, y se ha apuntado a las vacaciones, a pesar de que todos los demás chicos de nuestro pequeño grupo del colegio no pudieron participar por varias razones. Día tras día le he visto estrechar amistades, subir montañas que nunca había visto antes, aprender a jugar al fútbol y dar clases de kung-fu, intervenir a las asambleas, cantar, dialogar con los adultos y bailar en una vertiginosa coreografía de break-dance. Este fue su testimonio en la asamblea final: «En estas vacaciones he hecho nuevos amigos y junto a ellos he logrado hacer todo avivando la llama de mi felicidad. He entendido mejor qué es el cristianismo: estas vacaciones, en efecto, se basan justamente en el cristianismo. Jesús está entre nosotros y es el que tenemos que encontrar en la gente que nos circunda, más bien en todo lo que nos rodea. Naturalmente es diferente de las clases de religión: aquí las “teorías” se practican y se manifiestan en la realidad y en la vida de cada día, hora, minuto».
Manuela, Pesaro (Italia)

Agradecimiento
Deseo expresaros todo el agradecimiento y la enhorabuena por la calidad del último Meeting por la Amistad entre los Pueblos, organizado por Comunión y Liberación y que tuvo lugar a finales de agosto en Rímini. Hemos apreciado muy especialmente el trato familiar y la ayuda prestada al presidente de la Co.Re.Is (Comunidad religiosa islámica italiana), Shaykh Abd al-Wahid Pallavicini, como signo de una sensibilidad y una cercanía espiritual. Tras la pérdida del inolvidable don Giussani, insustituible fundador, nuestro retorno al Meeting ha sido la ocasión para volver a descubrir el valor de una comunidad de creyentes que obra en el mundo con fe e inteligencia, paciencia y gozo, eficacia y esperanza, amistad y honestidad. Éstos son precisamente los principios que unen sin hipocresías a los verdaderos fieles disponibles y abiertos al diálogo, al encuentro y a una confrontación sincera. En un momento histórico en el que sobre todo nuestra comunidad islámica sufre mucha ignorancia, confusión y violencia, la posibilidad de compartir juntos un oasis de claridad lejana de los fundamentalismos y los relativismos nos permite continuar construyendo con mayor determinación una sociedad donde los principios religiosos y la orientación hacia lo sagrado sean dignamente expresados y vividos, sin falsos compromisos ni artificios.
Mis más cordiales saludos.
Yahya Sergio Yahe Pallavicini
Consejero del Ministro de Interiores para el Islam italiano; Vicepresidente de la Comunidad religiosa islámica italiana; Presidente del Consejo Isesco para la educación y cultura en Occidente

¿Cómo no agradecer de corazón?
El artículo publicado en Huellas de julio/agosto 2006 sobre la presentación de Educar es un riesgo en Santiago de Chile incluía un apartado del decano de la Facultad de Letras de la Pontificia Universidad Católica de Chile titulado: “Lo que uno experimenta, lo transmite”. Publicamos la carta que una antigua alumna y actual profesora de la misma Facultad de Letras le escribió tras la lectura del artículo. Queridísimo don José Luis: Ayer recibí la revista Huellas y con gran alegría y sorpresa me encontré con la carta que escribió sobre la presentación del libro Educar es un riesgo. Realmente, me conmovió cuando usted se refiere al corazón y a todas las exigencias que este tiene por estar hecho de este Infinito y cómo la dinámica humana está precisamente en la libertad, en adherirse hasta el fondo a ese atractivo que suscitan las cosas y las personas por una Belleza que no viene de ellas. No tengo palabras, porque ¿cómo no estar agradecida de toda la amistad que se ha dado en estos años? ¿Cómo no maravillarme de su apertura y de su querer ir al fondo de su amistad con Giuliana? Todo se vuelve nuevo, verdadero e intenso para mí; al leer su carta se me hizo más evidente que la fe nos hace mirar todas las cosas por lo que son. Imagínese que cuando entré a la universidad hace ya trece años, jamás podía prever ni imaginar que un profesor, el director del Instituto de ese entonces a quien uno escucha en ocasiones oficiales, se vuelve un amigo porque se comparte el mismo ímpetu ante la realidad y ante el deseo de no renunciar a descubrir quiénes somos y Quien responde totalmente a lo que el corazón anhela. Todo es parte de esta búsqueda intensa en la vida: usted y la profesora Marcela me han introducido en la comprensión y en la maravilla por el lenguaje y la gramática y ahora empiezo a experimentar y a reconocer qué es lo que me atrae tanto en la lingüística, disciplina tan poco popular. Son muchas las preguntas que tengo: ¿cuál es el modo de ser del lenguaje? ¿Cuál es su relación con la realidad y la experiencia? Y cómo no reconocer que todas estas preguntas son fruto de un trabajo también juntos. ¿Se acuerda de nuestro DIPUC sobre conversación y marcadores discursivos? Qué miedo tenía en esos momentos de decir muchas estupideces frente a mis maestros y ustedes con tanta paciencia nos enseñaron a trabajar, nos enseñaron un método para ir al fondo de problema lingüístico. Y ahora veo como todo es lo mismo: todo es parte de este deseo de comprender, de ir al fondo de las cosas... Gracias de corazón para este “maestro” no sólo de la Academia de la Lengua.
Alejandra Meneses
Alejandra: Gracias de corazón por tus palabras. Lograste emocionarme de verdad.
José Luis Samaniego