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Huellas N.8, Septiembre 2006

CL El sentido religioso / Edición en árabe

Una esperanza más allá del prejuicio

Ambrogio Pisoni

La traducción del libro de don Giussani, ocasión de encuentro entre la cultura árabe y la tradición cristiana. Es lo que emerge del diálogo con el profesor Wa’il Farouk y con el periodista Said Shoaib, exponentes destacados de la cultura egipcia

“El asombro por un nuevo inicio”. Con este título se anunciaba el encuentro de presentación de la edición en lengua árabe de El sentido religioso de don Giussani, y es lo que verdaderamente ha sucedido.
Asombro por el encuentro con dos hombres, Wa’il Farouk y Said Shoaib, ambos egipcios de El Cairo, que han leído el libro de Giussani y han ofrecido su juicio sobre él.
Wa’il habla el primero, explicando el motivo por el que se encuentra en el Meeting: el encuentro insospechado con Paolo Caserta, joven florentino que se había trasladado a El Cairo para estudiar lengua y cultura árabe hace algunos años. Paolo asistía al instituto “Dar Comboni”, la escuela de lengua árabe fundada por los Padres Combonianos, la más acreditada de Oriente Medio en su género. Wa’il, joven profesor de lengua y literatura árabe, enseña allí. Se conocen.

Por una amistad
Una inmediata simpatía humana, el conocimiento de las respectivas historias y culturas, siempre acompañado por una estima recíproca y sin reservas. De esta forma la amistad muestra su verdadera naturaleza y su finalidad: la amistad es el método del conocimiento. Así el joven profesor egipcio y musulmán introduce a Paolo en el descubrimiento de los tesoros de su tradición, y recibe a cambio la llave que abre la puerta de la riqueza de la historia cristiana.
Amistad que continúa y no se consume a la sombra de las pirámides. La estancia de Paolo en Egipto da lugar al comienzo de una historia, y pronto Wa’il viaja a Italia: conocer a Paolo significa apreciar sus amistades y su historia. Comunión y Liberación se vuelve familiar para Wa’il, y del mismo modo, sus amigos musulmanes, que son profesores, periodistas y escritores, se hacen amigos de Paolo y nuestros. Paolo le regala un ejemplar de El sentido religioso en inglés: él lo lee y se entusiasma. En nuestras conversaciones a orillas del Nilo lo comentamos, y enseguida se pone de manifiesto la esperanza de poder disponer pronto de una traducción en la lengua del Corán.
Y esa traducción ya existe. ¡Asombroso! Es obra de nuestra amiga Therèse, que vive en Beirut.

Conocer el Meeting
Llega el momento de perfilar esta traducción en vista de su publicación. Seenà Fadil, doctora iraquí que trabaja desde hace años en Italia, Camille Eid, periodista y escritor libanés residente en Milán, y Shoby Makhoul, árabe israelí residente en Jerusalén se ponen manos a la obra. Entre julio de 2004 y enero de 2006 se encuentran una serie de fines de semana para trabajar, y finalmente el texto, impreso en la tipografía del Patriarcado latino de Jerusalén, ve la luz a tiempo para llegar al Meeting.
La guerra ha impedido la impresión en Beirut, como estaba previsto en un primer momento. Pero la Providencia no se deja detener por la violencia de los hombres.
Junto a Wa’il llega a Rímini su amigo periodista Said Shoaib. Dirige un periódico cuyo nombre en árabe suena a “Libertad”. Ambos, ante un público tan atento como lleno de curiosidad, aportan una contribución ciertamente decisiva para el encuentro, hoy tan urgente y dramático, entre tradición cristiana e islámica.
Wa’il lee algunas palabras claves que don Giussani utiliza, como “realismo” y “razonabilidad”, y todos nos damos cuenta de que se está abriendo un camino que es realmente nuevo, fascinante y dificultoso: aprender el significado verdadero de estas palabras para que la realidad pueda desvelar el misterio que encierra. En efecto, señala Farouk, hoy en día el pensamiento árabe vive un conflicto entre razón y misterio, y la lucha entre tradicionalistas y partidarios de la modernidad del pensamiento occidental, especialmente francés, parece insalvable.

Un hombre de vida
La propuesta de Giussani resulta particularmente interesante porque abre nuevos horizontes al pensamiento árabe y ofrece una visión distinta de la cultura europea. De hecho, queda abierto el paso para un conocimiento adecuado de la tradición cristiana, liberada del fardo del prejuicio de corte ilustrado. Finalmente se puede empezar a hablar de amistad entre razón, realidad y misterio, justamente porque la experiencia de una amistad verdadera entre estos hombres se ha convertido en el lugar de un conocimiento nuevo.
Said Shoaib lo confirma: «Me he quedado sorprendido –dice– con este libro: he visto que presenta un nuevo rostro de Europa. Es una invitación a la reflexión, a la libertad, una invitación a recuperar y a volver a ganar lo que has recibido de tus padres».
El mérito del libro de Giussani, subraya Said, es, entre otros, el de no presentar una ideología cerrada o una imagen cerrada de la religión. En Egipto la fe tiende, a largo plazo, a cerrarse: aquel que se aleja de este modelo se convierte en un apóstata. Este libro no presenta la experiencia religiosa como alternativa a la vida, sino como incentivo a la vida para conocerse mejor a uno mismo y a la realidad. Todo esto, subraya el periodista, no contradice mis convicciones de musulmán. Leyendo el libro Said ha descubierto que Giussani no es un hombre de religión, sino un “hombre de vida”.
La parte final del corre a cargo de Stefano Alberto, profesor de Introducción a la Teología en la Universidad Católica del Sacro Cuore de Milán. Su intervención ofrece un juicio a partir del hecho de la traducción, reconoce el desafío que esto plantea y propone un método para afrontarlo.
En opinión de don Pino: «La traducción del libro de Giussani no está pensada solo para nuestros hermanos de fe, sino también para el mundo musulmán, aunque no podemos ignorar que la situación es muy delicada».

Una huella en el desierto
El fanatismo, aunque pueda ser de matriz religiosa, no nace de la religiosidad, a pesar de hay quien se obstina en dar a entender lo contrario. El fanático fundamentalista es siempre un hombre que vive una ruptura con la propia tradición y que por tanto se nutre de un resentimiento que llega hasta el odio a sí mismo. «Nosotros amamos la muerte más de lo que vosotros amáis la vida»: el inolvidable mensaje de los terroristas islámicos después de los atentados de Madrid de hace dos años. La violencia es siempre hija de la idolatría, es decir, de una relación falsa con el misterio. La auténtica religiosidad abre siempre al conocimiento curioso y amoroso de la realidad.
Además, la insistencia de don Giussani en la experiencia elemental, es decir, en el “corazón” que late en cada hombre, representa una gran novedad que todavía algunos miran con sospecha en el mundo cristiano, al igual que hace cincuenta años, al comienzo del movimiento.
Don Pino precisa: «No se trata de un acuerdo genérico sobre valores genéricos, sino de llegar a identificar los rasgos de tu rostro interior». Esto es ciertamente algo incómodo: para nosotros cristianos y para los musulmanes, porque es incómodo para el hombre. Sin embargo no hay otra vía: es el camino “arduo y fascinante”, por tanto posible, que Benedicto XVI indicó en Colonia el año pasado, hablando a los representantes de la comunidad musulmana.
La portada de la edición árabe de El sentido religioso lleva una imagen del pintor William Congdon: el desierto marcado por una huella. Un paso: uno, el primero de los que vendrán después. Esta certeza nace de la belleza del acontecimiento de hoy: la confirmación de que hombres ciertos y amantes de la Verdad, en el milagro del encuentro, se convierten en amigos por el Destino y por tanto en signo de esperanza y de paz para todos.