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Huellas N.7, Julio/Agosto 2006

IGLESIA Argentina / Obispo de Río IV

Pertenecer para abrirse a todos

a cargo de Carmen Giussani

Venado Tuerto es una ciudad situada en una zona de gran potencialidad agrícola y ganadera, con un considerable perfil agroindustrial. En su memoria histórica resuena “El grito de Alcorta”, una pequeña localidad vecina que, a principios del siglo XX, pilotea a toda la zona tras la figura apasionada por el hombre de su cura párroco, reivindicador del acceso de las familias de los agricultores inmigrantes a la propiedad de la tierra que trabajaban, normalmente en manos de grandes terratenientes “estancieros”, rentistas residentes en la ciudad de Buenos Aires. Su población tiene un marcado sentido de la iniciativa y las familias –en general una mezcla de origen italiano, irlandés e hispano-criollo– se esfuerzan para que sus hijos accedan a una profesión superior y universitaria, tanto en el ámbito local como, principalmente, en la relativamente cercana ciudad de Rosario. El recién nombrado obispo de la homónima diócesis responde a algunas preguntas sobre su relación con CL

¿Cómo conoció Comunión y Liberación?
Lo conocí en el Seminario de La Plata. Hacía dos meses que estaba ahí como formador cuando llegó al mismo un sacerdote italiano, el padre Diego Di Modugno (de Macerata), también a colaborar como profesor en la formación de los seminaristas. Por esos tiempos el padre César Zaffanella (de Cremona) pasa a ser Superior en el Seminario, en la sección del Curso Introductorio. Me impresionó la humanidad de estos dos sacerdotes, y me decía: «qué tienen estos tipos que se han venido de tan lejos, que viven con alegría, son amigos entre ellos y con los demás, que meten una pasión y una creatividad diferente en lo que hacen; a mi también me gustaría vivir así». Comencé una amistad con ellos y poco a poco ella me llevó a adherirme plenamente a esta historia de gracia que es CL. Si bien no fueron pocas las resistencias a vencer por mis prejuicios, el atractivo fue más fuerte. El encuentro con el carisma de don Giussani revalorizó en su significado más profundo toda la historia de mi vida, de lo que había recibido de mis padres, la formación del seminario, la diócesis de la cual provengo. No ha sido ni es para mí una alternativa, sino una experiencia que exalta mi humanidad, me afianza en el sacerdocio y en el amor a Cristo y a la Iglesia. Muchos dicen que el sacerdote diocesano no debe ser de nadie para atender a todos. Mi experiencia es todo lo contrario. Sólo la pertenencia a esta experiencia cristiana y humana concreta me hace valorar otros temperamentos, la vida cotidiana de mis feligreses y también lo que significa la comunión con el obispo y la obediencia, con la inteligencia que da la fe hecha carne en una compañía guiada al Destino.

¿Qué significa existencialmente su pertenencia a CL?
Creo que la experiencia del movimiento me da un acento particular que transmito en todas las tareas de la parroquia, desde la catequesis, los jóvenes, la caridad, etc. Me ha hecho descubrir que no todo pasa por mis iniciativas, sino que se me ha concedido el don de reconocer lo que el Señor suscita en medio de su pueblo y darle cauce. Respecto a los sacerdotes diocesanos, la pertenencia a CL me ha abierto más hacia cada uno de ellos. Me duele la soledad en que algunos viven, sin experimentar una verdadera compañía. Con algunos sacerdotes más amigos nos reunimos semanalmente a rezar la Liturgia de las Horas, a hacer la Escuela de comunidad y luego salir de paseo y comer juntos; este es un signo de la comunión que espero anime a otros a seguir, cada uno según su personalidad y el temperamento cristiano que le corresponda, con el anhelo de que todos los sacerdotes de la diócesis vivan una experiencia comunional y experimenten también ellos una pertenencia carnal a Cristo en la Iglesia.

¿Que educación ha desarrollado desde su parroquia?
Cuando llegué a la parroquia catedral, ésta venía de una tradición ya arraigada por ser la primera parroquia de la ciudad. Gracias a Dios los diversos grupos parroquiales se han mantenido, pero sobre todo han ido creciendo en la conciencia de que la Iglesia es para la misión y para ser una presencia en el mundo, no para refugiarse dentro de las sacristías. Como el movimiento me dio esta apertura a los diversos carismas en la Iglesia no tuve inconvenientes, sino todo lo contrario, en recibir nuevas iniciativas en la parroquia, como el movimiento de matrimonio y familia Hogares Nuevos, Renovación Carismática, Grupo de hombres Eucarísticos que dedican su tiempo a la visita a los enfermos, etc. Desde la pertenencia a CL, comenzó a florecer un pequeño grupo de amigos trabajadores, educadores y estudiantes, y ahora la comunidad se va dilatando en los diversos ambientes. En torno a esos primeros amigos nacieron la experiencia de GS, la visita mensual a la cárcel de la región, la creación y desarrollo del Banco Alimentario, grupos de adopción a distancia y una inicial experiencia de la CdO a partir de todo esto, que compartimos con personas de distinta pertenencia. Esto nos da la alegría de encuentros imprevisibles y nos ayuda a vivir más nuestra pertenencia como apertura a todos los que se nos dan. Por eso, sólo puedo agradecer, sorprendido, a la presencia del Misterio que me hace partícipe de todo este flujo de gracia que se origina desde don Giussani. Sólo pido cada día permanecer con fidelidad atenta en esta historia que tiende al cumplimiento de lo humano en mí y en los que, de un modo u otro, comparten la grandeza de la paternidad de don Gius.