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Huellas N.7, Julio/Agosto 2006

CL Vacaciones / Peguerinos

Mirando a Curry y Marta

a cargo de Elena Muñoz

Un grupo de amigos de distintos lugares de España se va de campamento con chavales de 11 a 14 años, “juntos, para aprender a mirar”. Dos universitarios les cuentan cómo la fe ha llenado sus vidas

Peguerinos. Jueves, 29 de junio de 2006, 19:00h.
Llega el momento de los testimonios. Los chicos van entrando en la carpa: algunos con cara de desgana; otros, expectantes; bastantes con curiosidad y alguno que otro distraído. En fin, lo normal en chavales de esta edad.
Tras un par de cantos que dan forma sensible a la unidad, fruto precioso del camino de este curso, se presenta a los que van a contar su experiencia: Curry, seminarista de Alcalá de Henares y Marta, una chica universitaria de Barcelona. Se trata de estar “juntos, para aprender a mirar”, según reza el lema.
Hace varios años que Curry viene al campamento acompañando a Julio Alejandre y Ángel Parejo. Todos le conocen y... ¡le adoran! Tiene un gran atractivo para los chavales y está atento a todos. Comienza a hablar.

Regalo
En ese momento las caras empiezan a cambiar: les interesa de antemano lo que les va a decir porque le quieren. Se dirige a ellos en un lenguaje que entienden fenomenal. Cuenta cómo “pasaba” de la Iglesia y de Dios y se lo pasaba bien con sus amigos, hasta que su madre le “obligó” a ir a catequesis de Confirmación. Habla de los amigos que tenía antes, de la vida de “crápula” que llevaba con la que, en un principio, estaba encantado, hasta que conoció a la gente de la parroquia. Allí supo que se podía vivir, pasárselo bien y estar contento de otra manera. «La felicidad –cuenta– no consiste en hacer lo que me da la gana». Dejó a sus antiguos colegas y empezó a seguir otro camino, una vida cristiana. Estaba feliz con sus nuevos amigos, con su novia, con la vida que había encontrado pero... sentía que Dios le ofrecía algo más: dedicarse a Él plenamente, plantearse el sacerdocio. Al principio intentó esquivarlo, pero al final quiso afrontarlo seriamente y tomar una decisión. Dijo «sí» y entró en el Seminario. «Os puedo asegurar que soy la persona más feliz del mundo».
No deja de repetir palabras como “regalo”, «todo es un regalo, viene de Otro que nos quiere»; “agradecimiento” por lo recibido; “fiarse” de otros que te proponen algo bueno para ti porque te quieren; “elección”, «¿por qué Dios me ha elegido a mí y no a mis otros amigos del principio? Dios elige a unos para, a través de estos, llegar a todos. «Es uno mismo quien tiene que responder y decir que sí o que no a lo que se le plantea», añade. “Fidelidad” al camino que se te propone, a los amigos que te acompañan y te enseñan dónde está la verdad. Acaba invitando a los chavales a que no tengan miedo de preguntarse qué quiere el Señor para su vida.

Cosas sorprendentes
Aplausos entusiastas y le llega el turno a Marta. Es el primer año que viene. Es amiga de M.ª Laura Giordani y las dos son las responsables en el campamento de los chavales que vienen de Barcelona. Alta, guapa, inteligente, simpática... imagen de lo que a muchas chicas les gustaría ser (y de lo que a muchos chicos les gustaría que las chicas fueran). Comienza a hablar. Procedente de una familia sin tradición religiosa, su experiencia refleja la vida de mucha gente joven: chica “guay” con novio “guay”, bien en los estudios, muchos amigos, muchas ganas de viajar, de “marcha”, de ligar. Aterriza en la universidad con ganas de libertad, de divertirse a tope y... La primera sorpresa llega en forma de un profesor que le llama la atención: dice las cosas de una forma diferente. Y lo que dice es verdad. Todo se queda ahí. Pasa el tiempo y tiene otro profesor con el que ¡vaya! sucede lo mismo. Pero esta vez sí se da una relación. Le invitan a ir a Madrid con otros universitarios, entre ellos una compañera a la que no puede ver ni en pintura. Piensa: “Madrid, fiestas, ligue... ¡Guay!”. Y va. «Lo que no sabía o, mejor, no quería saber, es que iba a unos Ejercicios espirituales».

Nueva criatura
Lo que allí sucede es algo inesperado: se siente acogida como en su casa, percibe una unidad, sobre todo escuchando los cantos, que jamás había sospechado. Vuelve tocada. Se “pega” a “esa” compañera, M.ª Laura, y va con ella a todos lados. Ya no quiere separarse de esa gente que le hace ver la vida de forma distinta. Su novio, por el que había dejado muchas otras relaciones y a veces faltado a sus deberes, no entiende qué pasa ni acepta a sus nuevos amigos; así que le plantea: o ellos o yo. La decisión es dolorosa, pero elige a los amigos. Llega un momento en que entiende que debe dar el paso de pertenecer a la Iglesia, lo que le supone una lucha interior: «por un lado estaba bien así y no quería decidirme. Por otro, reconocía que la gente con la que estaba me daba todo lo que necesitaba en mi vida». El 23 de abril de 2006 se bautiza, recibe la Primera Comunión y se confirma. «Es mi día, mi gran día. Es san Jordi, patrono de Cataluña, es el 2º domingo de Pascua y es el “domingo de la Misericordia”. Y eso es lo que yo más necesitaba: misericordia, porque mi vida hasta entonces no había sido precisamente lo que se dice “buena”. (...) El Señor me ha traído aquí. Otro me ha llamado». Esto pasa por personas concretas: el profesor, M.ª Laura y su familia, sus amigos. Repite las mismas palabras que Curry.

Antenas para captar
El aplauso es impresionante. Por la cara de algunos adultos, que sabemos bien qué puede pasar en los años de la adolescencia, se deslizan lágrimas de conmoción y agradecimiento. Los chavales están impactados. Ya fuera de la carpa, cada cual resalta lo que más le ha llamado la atención. Unos se quedan más en la superficie; otros son capaces de percibir algo más. Pero a ninguno le ha dejado indiferente. A todos les sorprende que chicos tan cercanos a ellos, tan atractivos, hayan encontrado una forma de vivir más bella porque se han sentido queridos, han reconocido a Cristo a través de los que tienen a su lado.
Con 12-14 años, tienen antenas para captar lo que suena a verdadero en las relaciones. En Peguerinos se encuentran ante una propuesta para su vida: sentirse acompañados para aprender a poner palabras a sus intuiciones, para mirar a la vida con gusto y descubrir quién les abraza y les quiere a través de nosotros, de su familia y de sus amigos.