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Huellas N.5, Mayo 2006

CL Fraternidad

Nueva York. The Bay Ridge Fraternity

Maurizio Maniscalco

Un grupo de Fraternidad más allá del océano. Nacido hace dos años entre algunas familias residentes en Brooklyn. La fidelidad del corazón en los avatares de la vida

La última vez que nos reunimos fue el domingo 9 de abril, en la acera de la calle 86, el corazón comercial de Brooklyn. Sí, porque la nuestra es una Singing Fraternity, un grupo formado en buena parte por gente que ama la música, y que forma parte también del precioso coro de la comunidad de Nueva York. De esta forma, y queriendo ofrecer nuestra contribución a la difusión del Vía Crucis en el Puente de Brooklyn, el domingo nos reunimos en la acera con los que forman parte del coro para cantar piezas de Semana Santa, mientras los demás –hijos incluidos–repartían invitaciones al Vía Crucis.

Fruto reciente
Nuestro grupo nació hace tan solo dos años. Todo es joven en Estados Unidos, y esto vale sin duda también para la vida del movimiento, y los grupos de Fraternidad son entre nosotros el fruto más reciente y aún verde que esta vida ha generado. En Nueva York nuestro grupo ha sido el primero, y ha nacido entre familias que en la vida cotidiana ya se relacionaban y se ayudaban en Bay Ridge. Ahora ya existen otros. Para nosotros, empezar como grupo ha supuesto poner en el centro de nuestra amistad a Jesús, de forma sencilla y clara, y afirmar de manera objetiva que nuestras familias son continuamente generadas por Él a través de una familia mucho más grande, universal: la Fraternidad. ¿Quiénes somos? Bueno, este país está siempre en movimiento, y por tanto también los grupos de Fraternidad. En realidad los Founding Fathers han sido, por decirlo a la americana, los Maniscalco, los Fields, los Patrick, los Bartlett y los Bardazzi, familias compuestas por madres, amas de casa, cantantes, músicos, profesionales liberales, periodistas, bomberos... en resumen, un buen surtido. A los Bardazzi los hemos perdido corporalmente (pero no espiritualmente) el pasado mes de junio, cuando a Marco le trasladaron a Washington DC, a la sede de la Ansa en esa ciudad. Pero entretanto han llegado los O’Neill, con Michael que es profesor de latín y con Heather, madre de cuatro pequeños; y ayer estuve hablando con John, porque a los Ronans les gustaría empezar a verse con nosotros. Una decisión madurada a través de la dura prueba vivida después de que a John le diagnosticaran una leucemia grave el pasado verano, y que ahora, gracias a Dios, parece haber remitido. Pero la compañía y la ayuda recíproca que ha recibido ha sido la chispa que ha abierto el corazón.

La vida diaria
Sí, porque, ¿qué hacemos habitualmente? Con todos nuestros límites y a través de las dificultades objetivas de vivir en un lugar como Nueva York... lo que acabo de decir: tratamos de ayudarnos a vivir la vida de todos los días siguiendo el movimiento. En estos dos años lo más significativo –lo que salva todo, me dijo una vez don Gius– ha sido la fidelidad a nuestros encuentros, a los gestos propuestos. Nos vemos cada dos semanas, cada vez en una casa, y trabajamos durante una hora los Ejercicios u otro texto recomendado. Cantamos un rato y cenamos juntos, y terminamos rezando nuestra oración común, la que nos sugerimos rezar a diario, el Himno a la Virgen. Y este verano nos iremos de vacaciones juntos una semana. Tal vez os pueda parecer poca cosa, pero os aseguro que es un milagro de don Gius.