En nuestro país estamos asistiendo a un proceso de disolución socio-política: modificación encubierta de la Constitución de 1978 con la política territorial; ambigua “pacificación” en el País Vasco; quebrantamiento de la institución familiar; errática política educativa; incapacidad de los grandes partidos de ámbito nacional para llegar a acuerdos en las materias más importantes. ¿Cuánto podrá durar así el bienestar económico y la paz social?
Surge inevitablemente la pregunta: ¿cómo se ha llegado a esta situación en España? Las causas de este proceso son diversas y complejas, pero una de ellas, quizás la principal, es insoslayable: la educación está en crisis desde hace tiempo. Lo está sin duda en el ámbito político y legislativo. Pero más profundamente está en crisis la capacidad misma de las personas para educar, tanto en la familia como en la escuela, en la empresa como en la sociedad.
Nunca antes una generación había privado a la siguiente de una tradición, es decir, de una clave interpretativa de la realidad. Sin ella, el joven no puede hacerse adulto y la sociedad se convierte en un mero conjunto de individuos desprovistos de sentido crítico –porque no han asimilado un criterio para discernir lo verdadero de lo falso–, sumidos, ante la presión mediática, en la confusión y la indiferencia, y a merced de un relativismo que debilita la capacidad de construir y de convivir en paz.
Sin embargo, no existe un hombre verdaderamente hombre que no se sienta responsable de ayudar a otro a caminar hacia su felicidad, esto es, de educar. Por eso urge más que nunca asumir el riesgo necesario para educar, creando espacios humanos –familias, empresas, escuelas– en los que el deseo de felicidad que nos constituye pueda encontrar una hipótesis de respuesta verificable por cada uno, a la altura de las aspiraciones infinitas de nuestro corazón.
Como lo hizo un puñado de jóvenes en la Alemania nazi constituyendo el grupo de resistencia La Rosa Blanca. Como lo hacen las personas que cada día crean obras sociales, educativas o empresariales, o hacen de su trabajo un acto de caridad o como quienes, desde su actividad intelectual o artística, tratan de acercarnos a la realidad para que ésta se vuelva más humana, más abierta al Misterio.
Nosotros, compartiendo dos días y abordando la situación actual desde el punto de vista educativo, nos adherimos a la Campaña “Tiempo de educar” y la queremos proponer a todos en el EncuentroMadrid 2006.
BOX
“¿Dónde está el amigo que siempre busco?”
Este montaje, de una hora de duración, se divide en 6 capítulos ilustrados con una serie de escenas de películas, acompañadas a su vez por entrevistas y comentarios de personas dedicadas al ámbito educativo. También se suceden testimonios de directores de cine sobre el tema de la educación.
El trabajo, dirigido por Juan Orellana, será expuesto el día 17 de junio. En el EncuentroMadrid 2006 también se abordará el problema de la identidad y la modernidad, la caridad en el siglo XXI y se realizará un concierto de piano a cargo de Hisako Hiseki. Todo ello en el Pabellón de Convenciones y Teatro Auditorio del Recinto Ferial de la Casa de Campo de Madrid.