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Huellas N.4, Abril 2006

CL Centroeuropa / Asamblea de responsables de CL

Un pueblo nuevo que reúne a gentes distintas

Emanuele Bianchi y Federico Rinaldi

Los días 11 y 12 del pasado mes de febrero tuvo lugar, en el espléndido marco del castillo-basílica de Sonntagberb, cerca de Viena, la diaconía de responsables de Hungría, Austria, Eslovaquia y República Checa. «“Alguien nos ha sucedido” es un hecho, y es justamente lo que nos ha guiado hasta aquí»

Austria, República Checa, Eslovaquia y Hungría: en otras palabras, Centroeuropa. No existe en el mundo un lugar que en un radio de 300 km. albergue a pueblos de lengua, cultura, pasado y presente tan profundamente distintos. Además del alemán y las lenguas eslavas también se escucha entre nosotros una lengua musical procedente de una raíz completamente distinta: el húngaro. La historia del movimiento en estos lugares comienza ya en tiempos de las dictaduras comunistas: relaciones cultivadas fielmente a lo largo de los años, a través de visitas periódicas y de encuentros clandestinos con los amigos italianos. En 1995, a raíz de un encuentro fortuito entre don Giussani y Christoph Schönborn –poco después nombrado arzobispo de Viena–, en el patio de San Dámaso en el Vaticano, llegan a Viena los primeros estudiantes universitarios italianos, seguidos poco después por una casa de sacerdotes de la Fraternidad de San Carlos. Mientras, el tiempo hace madurar las semillas plantadas durante años en Bratislava, Budapest y Praga.
El punto de partida es el mismo para todos: un encuentro, toparse con un hecho humano que cambia de forma sustancial la vida de todos los días.

Lucie, Deborah y los demás
Y hoy sucede como entonces. En un lugar maravilloso a una hora de Viena hacia el oeste, Sonntagberg, tuvo lugar la asamblea de Centroeuropa con don Pino y Davide Prosperi. Lucie, estudiante de economía agraria en Praga, recordaba la primera invitación del padre Andrea y el padre Stefano, capellanes de la universidad. En aquella comida descubrió una humanidad distinta, un interés excepcional por la persona, un gusto único por todos los detalles. Era una fascinación que no podía dejar de seguir, que deseaba para sí.
Deborah, estudiante, conoce el movimiento desde hace muy poco. «Al principio no hice otra cosa que estar –con una cierta precaución– con las personas que estaban a mi lado, y hacer lo mismo que hacían ellas. Ahora me doy cuenta de que he caminado con Cristo. Él me ha acompañado y me acompaña a través de estos amigos: no hay nada que no se haya visto transformado en mi vida».
Don Pino, que había vuelto hacía poco de la diaconía nacional norteamericana en Boston, plantea rápidamente y con claridad los términos de la cuestión: «A diferencia de la situación de partida, hoy existe un punto de unión en la diversidad: Cristo, que a través de una amistad ha unido de nuevo los eslabones de una cadena puesta a prueba por el tiempo y despedazada por la historia. Sólo unos locos habrían afrontado un viaje tan largo dificultado además por la nevada más copiosa de los últimos años, a no ser que existiese un motivo claro, una certeza que les empujase a ir. “Alguien nos ha sucedido” sería una afirmación incomprensible si fuese una idea. Sin embargo, ¡es un hecho!, y es justamente lo que nos ha guiado hasta aquí».

Reconocer el designio de Otro
Las distintas contribuciones de la asamblea ponen de manifiesto que en las cuestiones de todos los días se nos pide a cada uno la sencillez de reconocer el designio de Otro, para así aceptar con serenidad la circunstancia y apasionarse por lo que se tiene entre manos, «susurro de Uno que llama».
Margit habla de su tarea de mujer y de madre, del deseo de que también su familia participe en la Belleza que ella ha encontrado. «Hemos leído en la Escuela de comunidad que la Iglesia es madre de los fieles, que no les resuelve todos los problemas, sino que pone a sus hijos en la mejor condición para afrontarlos. Del mismo modo, yo, como madre, no tengo la tarea de sustituir a mis hijos, sino de acompañarles, enseñándoles a comparar todo con su propio deseo de felicidad».
Maxi, estudiante de medicina, habla del cambio de su mirada en relación a los pacientes en el hospital y de la serenidad a la hora de afrontar las distintas situaciones difíciles de la vida. «Es necesario tener grandeza de ánimo y seguir proponiendo, sin cansarse».
María, que en pocos días dará a luz a Matthias, envía una contribución por carta, explicando cómo, gracias a una nueva posición humana, incluso los miedos ligados al embarazo se han visto “liberados”, y las circunstancias se convierten en el lugar amado, en donde Cristo se hace presente a través de rostros amigos que acompañan.

Afrontar lo que uno tiene que hacer
Don Pino resume todo en la respuesta a la intervención de Lucas. «Es inútil pararse a pensar cómo crecer y servir al Reino de Dios: basta con afrontar con lealtad lo que cada uno tiene que hacer, aceptar con esperanza lo que la realidad propone, y pedir que Su designio se manifieste». Y añade: «En cada momento somos llamados a decir que sí, a hacer honor a la libertad que se nos ha dado».
El despertar de esta conciencia –podemos leer en los apuntes de las intervenciones– es posible por la relación cotidiana con personas que hacen presente a Cristo y que viven de forma distinta.
«Nos corresponde a nosotros buscar el lugar en el que esto puede suceder. Esta afirmación podría escandalizar hoy a algunos, pues vivimos en un tiempo caracterizado por el individualismo, una posición que desnaturaliza a la persona, que desde los primeros momentos de su vida se desarrolla sobre la base de una relación».
Teniendo como punto de partida a Cristo, se desvela también con mayor claridad nuestra vocación en la vida, aquello que la realidad nos indica como tarea: el matrimonio, la familia, el trabajo. Por ejemplo, «lo que los hijos te piden –subraya Prosperi, que en estos años ha acompañado a la comunidad de Centroeuropa con una paternidad conmovedora– es que tú seas testimonio de una verdad a la que ellos puedan aferrarse, pues si no pierden el norte. Lo único necesario es ser leales con el propio corazón».
«En las actividades de todos los días, los contenidos se convierten en acontecimiento sólo si están acompañados de una implicación personal –recuerda Pepe en la síntesis–. Incluso los distintos gestos públicos de estos tiempos, las presentaciones, las exposiciones, los conciertos, las Escuelas de comunidad, todo este bullir de vida, se hace posible únicamente gracias al “sí” de cada uno, al compromiso en primera persona».
El domingo, justo antes de marcharnos, y tomando como referencia el vídeo de don Giussani, planteó qué paso dar a continuación: comparar todo con el corazón y sus exigencias, siempre conscientes de la libertad. En otras palabras: educación.



Aquí Hungría
El cardenal de Budapest, mons. Peter Erdõ, preocupado por la cuestión educativa en las escuelas de la Diócesis, impulsó una presencia pública que planteara el tema de la educación. Después de algunos encuentros con Franco Nembrini, se empezó a traducir Educar es un riesgo. La presentación del libro tuvo lugar en el Aula Magna de la Universidad Católica, con intervenciones de mons. Erdõ, Nembrini, dos conocidos profesores universitarios y un director de instituto. De ahí surgió la propuesta de un ciclo de encuentros para profundizar en el tema. Hasta ahora se ha hablado de la Campaña Tiempo de Educar, del valor de la tradición y del concepto de autoridad. Próximamente tendrán lugar dos actos sobre la verificación y la libertad.
Tamás Nemeth


Aquí Eslovaquia
Más de 6.000 personas visitaron a lo largo del pasado mes de octubre la exposición “De la tierra a las gentes”, instalada en el Museo Nacional de Bratislava. Un éxito de público inesperado y una curiosidad sorprendente por parte de los medios de comunicación: Eva, responsable de la comunidad eslovaca, ha concedido entrevistas a periódicos y televisiones, hecho que le ha permitido contar de dónde viene este exiguo grupo de personas que propone un tema tan insólito y atrevido como el de la difusión del cristianismo en los primeros siglos. “De la tierra a las gentes” está ahora recorriendo toda Eslovaquia, por iniciativa de los amigos que viven y trabajan en otras ciudades. La exposición fue una verdadera ocasión de encuentro: como el que tuvo lugar con Martin quien, tras visitar la muestra, se ofreció como guía. Debido al interés de los visitantes se propuso un ciclo de encuentros sobre la historicidad de los Evangelios y se relanzó la Escuela de comunidad en la Universidad.
Eva Hajovska


Aquí República Checa
En septiembre Kristina nos dijo al p. Stefano y a mí que no podría participar en la Escuela de comunidad porque tenía un curso de inglés. Por eso decidimos quedar para comer en la facultad de Agrónomos, donde ambos –miembros de la Fraternidad de San Carlos– somos capellanes. Empezamos a leer Por qué la Iglesia, invitando también a los estudiantes del campus que habíamos conocido en estos meses. Acuden al encuentro cinco o seis estudiantes, llenos de preguntas y deseosos de aprender, y entre ellos ha nacido una hermosa amistad. Por deseo del cardenal Vlk, los sacerdotes de la Fraternidad hemos sido nombrados también coadjutores en la Pastoral universitaria central de Praga. La iglesia de referencia, Cristo Salvador, se ubica a dos pasos del conocidísimo Puente de San Carlos: aquí la misa dominical es frecuentada por cientos de estudiantes, y también por una comunidad de antiguos alumnos, ahora casados, que permanecen vinculados a esta experiencia. Una tarea comprometida y provocadora, en un panorama cultural muy laicista, junto a un hombre carismático como el padre Halik, figura histórica del catolicismo comprometido: «Dios pide siempre más de lo que nuestras fuerzas pueden hacer, pero nunca nos deja solos».
P. Andrea Barbero


Aquí Austria
Lo que distingue a nuestra amistad en Austria es la gran unidad que se da en lo cotidiano entre las distintas realidades que dan vida al movimiento en este lugar: un pequeño grupo de personas formado por estudiantes, familias, sacerdotes, y Memores. Aquí tratamos de vivir todas las dimensiones de una comunidad cristiana. Tenemos un coro, hacemos una caritativa, y buscamos proponer públicamente la experiencia cristiana. Por poner un ejemplo, podemos hablar de Thomas, cuyos últimos años han estado jalonados por una sucesión de encuentros. Primero con los estudiantes que vinieron a Viena con becas Erasmus, luego en la amistad con Pepe y la decisión de ir un año a Milán para su tesis. Finalmente su matrimonio con Rada y el nacimiento de Stefan, acompañado por la amistad del primer grupo de Fraternidad en Viena. Un designio que, reconocido con sencillez, trae consigo alegría, certeza y decisión. Y la decisión de comunicar esta positividad al mundo, a través de su trabajo en la Universidad, la relación con los estudiantes y los colegas y el atrevimiento de salir a la palestra con iniciativas públicas: fiestas, conciertos, presentaciones, el Vía Crucis por las calles del centro. Recientemente, la exposición sobre La Rosa Blanca, que a finales de marzo ha llegado a la universidad de Viena, y que ha implicado, como Patrocinadores, al cardenal Schönborn y a Andreas Khol, presidente del Parlamento austriaco.
Emanuele Bianchi