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Huellas N.3, Marzo 2006

SOCIEDAD Vittadini / Estado del bienestar

Elegir más calidad para los ciudadanos

Luca Pesenti

Hacer responsable a la gente común de los recursos públicos. Éste debería ser el nuevo estado del bienestar, contrario al asistencialismo de Estado

Décadas de bienestar asistencial han dejado su huella: hasta cierto punto, han creado bienestar y liberado de las cadenas de la pobreza, pero al mismo tiempo, quizás sin quererlo, los hombres han sido educados en una nueva religión civil, hecha de derechos adquiridos, de falta de responsabilidad personal y de reducción del problema de la vida a la búsqueda de una seguridad personal inmune a cualquier riesgo. La consecuencia de ello ha sido trasladar al Estado el lugar de la verdadera solidaridad, disminuyendo ideológicamente el papel activo de la persona, de la familia y de las organizaciones sociales en la producción del bien común. «El asistencialismo del Estado –sostiene Giorgio Vittadini, presidente de la Fundación para la Subsidiariedad– considera a las personas como objetos, como problemas que afrontar y solucionar. Una muestra de este planteamiento es la renta mínima garantizada, cuyo objetivo es ayudar a las personas menos favorecidas con un esquema económico y social decidido por unos pocos demiurgos de Estado, cuyo único objetivo, en última instancia, no es el bien de la persona sino la necesidad de evitar el choque social».
Pero este planteamiento no funciona; por el contrario, puede favorecer la aparición de problemas más graves que aquéllos que quiere solucionar.

Otra perspectiva
Existe, por tanto, la necesidad de otra perspectiva; de otro bienestar capaz de generar solidaridad, no a través de sistemas abstractos centrados en la “caridad del Estado”, sino gracias a la actividad responsable de cada persona y de todas las realidades sociales. Un bienestar que, al mismo tiempo, sea capaz de educar en la responsabilidad y sostenga el esfuerzo de todos los sujetos sociales que asuman como propia la responsabilidad de la educación y de la atención y el cuidado entre generaciones. Vittadini sigue explicando: «Estoy convencido de que existe un modo de concebir el bienestar según el cual ante las necesidades de los ciudadanos existe la posibilidad de hacer responsable a la gente. Es la idea del bienestar social que se pone de manifiesto en los “cuasi mercados”, o bien en la libre elección de los proveedores de servicios (con o sin ánimo de lucro, o públicos), en sectores como la escuela, la universidad, la salud, la asistencia social y el tiempo libre. La existencia de sujetos de diversa naturaleza jurídica que se hacen competencia leal, no desenfrenada, teniendo en cuenta la sensibilidad que estos sectores tienen respecto a las necesidades de los hombres, desplaza el centro de decisión del sistema público a la libre elección de las personas y las familias, previendo la posibilidad de que esta elección pueda ser sostenida con nuevas formas de financiación».
Se abre aquí el capítulo de las medidas marcadas por la subsidiariedad fiscal, que están entrando a formar parte del panorama cultural italiano. El modelo clásico es, naturalmente, el cheque escolar o el bono social, que permite aumentar la capacidad adquisitiva de las familias. Pero en los últimos meses se han dado muchos pasos en otras direcciones. La ley “cuanto más das, menos pagas”, por ejemplo, ha favorecido de manera muy significativa la posibilidad de efectuar donaciones. Más recientemente, la aprobación en fase experimental del “5 por mil”, a favor de actividades sin ánimo de lucro, ha abierto el camino de la financiación directa de aquellas realidades que, prestando servicios de diversa naturaleza, representan un servicio público a todos los efectos.

Mucho por hacer
Pero para la aplicación, con mayor intensidad, del principio de subsidiariedad queda todavía mucho por hacer, sobre todo en lo que respecta a la familia. Si subsidiariedad significa promover aquellos ámbitos donde se asume la responsabilidad de la sanidad y la educación, es necesario rediseñar el sistema de bienestar ajustándolo a las necesidades emergentes de las familias, asumiendo el bienestar de éstas como un fin en sí mismo. Es, por tanto, sobre la carga fiscal sobre la que hay intevenir significativamente para sostener a la familia como sujeto central del sistema de bienestar. Lo que significa reorganizar los impuestos a partir de los ingresos familiares, sostener la maternidad, abrir el camino a la política de deducciones y exenciones fiscales que tenga en cuenta debidamente el número de hijos, como sucede por ejemplo en Alemania, donde la así llamada “necesidad educativa” se ha tenido en cuenta, hasta en su mínima expresión familiar, como relevante a efectos fiscales.
«Este segundo esquema –reflexiona el Presidente de la Fundación para la Subsidiariedad– educa gradualmente a ejercer la elección, superando las eventuales carencias de información con sistemas de evaluación que permitan conocer a los sujetos capaces de producir servicios más justos, eficaces y eficientes. De esta manera, se incrementa cada vez más la responsabilidad respecto de los recursos públicos con una visión de la accountabilyty que es compartida en todos los países del mundo». En resumen: responsable quien elige, responsable y transparente quien ofrece servicios.

Decidir por el propio bien
El nuevo estado de bienestar deja de considerar a las personas como incapaces de decidir su propio bien y el de la comunidad, poniendo de manifiesto la plena posibilidad de elegir dónde educar a los hijos, dónde acudir para curarse, dónde buscar el mejor servicio para las propias exigencias.
Así, según Vittadini, el ejercicio responsable de la capacidad de elección por parte de las personas tiene la capacidad de engendrar dos efectos positivos: «Por una parte, sobre quien produce los servicios, sean públicos o privados, ya que obliga a mejorar la calidad del servicio y a responder de la mejor manera a una necesidad. Por otra, sobre la persona que no se ve constreñida al oscuro papel de ser objeto pasivo del Estado o de algún intelectual o economista de moda, sino por fin sujeto plenamente activo».
Por tanto, un nuevo estado del bienestar. Toda una batalla que hay que combatir, si bien es verdad que las tentaciones asistenciales están bien presentes en la cultura política y social de nuestro país. Por eso, según Vittadini, «la partida se jugará también en las próximas elecciones, porque las arremetidas del estatalismo, aunque enmascaradas, son más fuertes con respecto al resto de países desarrollados. Se hacen bastantes clasificaciones, pero aquella acerca del grado de estatalismo en la cultura pública debería ser la más importante».