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Huellas N.2, Febrero 2006

SOCIEDAD Milán y Giussani

Entrevista a Roberto Mazzotta. Apuesta por la persona y la libertad

a cargo de Marco Biscella

Entrevista a Roberto Mazzotta, presidente del Banco Popular de Milán

Roberto Mazzotta reconoce en la figura y en la obra de don Giussani una raíz antigua. «No estudié en el Liceo Berchet –recuerda Mazzotta–, pero en aquellos años participé junto a un grupo de compañeros de clase en sus encuentros. Me dejó una herencia muy fuerte: me hizo comprender que el cristianismo es una forma de vivir. Una herencia que me llevó a realizar elecciones importantes en mi vida, empezando por el compromiso político».

Don Giussani decía en 1987 que “más sociedad, menos Estado” significaba «indicar al Estado el horizonte último de su actividad, que es el de colaborar con el hombre para caminar hacia su Destino con toda la productividad y por tanto la utilidad de la que le ha hecho capaz la Naturaleza»; lo cual redunda en el apoyo del valor de la libertad de expresión y de asociación de las personas y de los grupos sociales...
La insistencia en “más sociedad, menos Estado” se inserta en el cauce de la tradición de la doctrina social de la Iglesia, que por entonces estaba en declive también en la realidad milanesa, en donde la cultura institucional predominante, que se remontaba a las tradiciones liberal-resurgimental y socialista, preveía una subordinación de la sociedad civil. Don Giussani obró un cambio radical de esta situación: habló del concepto de subsidiariedad, un principio olvidado y jamás explicado. Introdujo –por así decir– una cultura institucional revolucionaria, restituyendo a la sociedad lo que se le había quitado. Entonces ese reclamo de “más sociedad, menos Estado” era mirado con recelo y hasta con desprecio, pero hoy la subsidiariedad se ha vuelto de gran actualidad, es un principio aceptado incluso a nivel legislativo incluso en la Unión Europea.

Don Giussani siempre “apostó” –el término es suyo– por la libertad de la persona en su compromiso educativo para formar hombres y mujeres responsables ante Dios y ante la sociedad. ¿Cree usted que esto aporta un beneficio a la vida de Milán en términos de capacidad de trabajo y de empresa?
Hemos asistido en Milán, y no sólo allí, al reforzamiento de un movimiento católico original que ha sabido vivificar la sociedad con iniciativas en el campo de la economía, de la producción, del trabajo y de la asistencia. No es que antes no existiese esta presencia, pero la “apuesta” de don Giussani por el compromiso educativo ha tenido el efecto de acrecentar la conciencia del sentido de lo que se hacía.

¿Cuál es ese sentido?
Poner en el centro de todo a la persona y su libertad, perno insustituible de cualquier sociedad verdaderamente civil y de cualquier Estado verdaderamente democrático.

Retomando una expresión del entonces cardenal Montini, don Giussani entendía la política como «forma exigente de caridad», como servicio al bien común...
La lejanía de los ciudadanos con respecto a la política deriva precisamente de la ausencia de la idea de bien común. Pero el movimiento generado por don Giussani y lo que han sabido emprender aquellos que le han seguido constituyen elementos que contribuyen a mantener viva esta atención al bien común.