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Huellas N.11, Diciembre 2005

SOCIEDAD España

Zapatero maquilla su reforma educativa

Fernando de Haro

La calle ha obligado a Zapatero a introducir algunos cambios en el Proyecto de Ley Orgánica de la Educación. Noviembre no es junio. En junio, Zapatero aguantó sin despeinarse dos movilizaciones masivas. Un millón de personas clamó, entonces, contra su política antiterrorista y contra sus disposición a hacer concesiones a ETA a cambio de un alto el fuego. Otro millón de personas protestaron contra el matrimonio de los homosexuales. Entonces las encuestas todavía le eran favorables, los beneficios mediáticos de encabezar la “revolución gay” le parecían mucho más altos que la erosión que podían provocar unos católicos movilizados de forma ocasional. Estaba seguro de que, conseguida la paz en el País Vasco, todo el mundo se olvidaría del precio pagado.

Una inmensa movilización
Pero el Otoño se le ha agriado al presidente. La polémica por la reforma del Estatuto de Cataluña le ha supuesto un importante desgaste. Había que desactivar una nueva movilización como fuera. Eso explica que la Vicepresidenta Primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, mantuviera –a altas horas de la noche– reuniones que se pactaron secretas con los representantes de la Conferencia Episcopal. No estuvo dispuesta a rebajar ni uno solo de los graves ataques que el proyecto de ley contiene contra la libertad de educación. Pero sí utilizó esas conversaciones, días antes de la convocatoria, para acusar a la Iglesia de haber roto las negociaciones. En un intento desesperado por frenar la manifestación, “demonizando” a los obispos españoles por su falta de diálogo, María Teresa Fernández de la Vega se procura una entrevista con el secretario de Estado de la Santa Sede. La foto se le volvió en contra porque la Conferencia Episcopal, a través de su secretario –el jesuita Martínez Camino– supo reaccionar a tiempo y desmontar con eficacia la maniobra. Muchos católicos españoles –habitualmente desvertebrados, política y mediáticamente– se convierten en un inmenso río que reclama el 12 de noviembre libertad de educación en una de las movilizaciones más masivas de la historia de la democracia.

Un lavado de cara
En un primer momento Zapatero y su más inmediato entorno reaccionan con violenta torpeza. María Teresa Fernández de la Vega apuesta en declaraciones a la Cadena Ser por revisar el sistema de financiación de la Iglesia. Por si fuera poco, los responsables del PSOE y del Gobierno acusan a los convocantes de la manifestación de mentir. Después corrigen. El Grupo Socialista, maquiavélicamente dirigido por Alfredo Pérez Rubalcaba consigue que los organizadores de la manifestación aparezcan ante la sociedad española como unos intransigentes. Las organizaciones promotoras de la movilización son citadas a varias reuniones-trampa y los socialistas consiguen dividirlas y colgarles el Sambenito de haber roto las negociaciones. Zapatero quiere aparecer ante la opinión pública como alguien dispuesto a escuchar a la calle. Para conseguirlo, en el último momento de la tramitación de las enmiendas, el Grupo Socialista eleva el número de enseñanzas mínimas que se impartirán en toda España –cambio más formal que real– y suaviza la redacción de algunos artículos. Una gran operación mediática se pone en marcha. La imagen de Zapatero queda lavada y bien lavada.

Adoctrinamiento de la ciudadanía
Pero el núcleo duro de la ley sigue intacto. La asignatura de “educación para la ciudadanía” –concebida como un instrumento de adoctrinamiento laicista– sigue manteniéndose como la gran clave de la reforma. La enseñanza continúa definiéndose como un servicio público, lo que supone en la práctica una discriminación para los colegios de iniciativa social, los colegios concertados. La libertad de elección de centro por parte de los padres sigue estando seriamente amenazada. La zonificación para la admisión de los alumnos se sustituye para un nuevo concepto prácticamente idéntico: el área de influencia. No desaparecen las comisiones de garantía, comisiones que dificultarán la relación directa entre padres y colegios. Y la Religión ni tiene alternativa ni es computable. La marea humana del 12 de noviembre se convierte en una modesta ola, fácilmente manejable, cuando llega a la playa de la política.