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Huellas N.9, Octubre 2005

CL Nueva Orleáns / Katrina

Tras el huracán, historias de amistad

Michelle Riconscente

Ayudar a una familia desplazada o recoger fondos por todo el país son iniciativas que manifiestan la misma caridad que mueve a monseñor Cordes, presidente del Pontificio Consejo Cor Unum, a visitar los lugares afectados por la catástrofe

Cuando se desató el huracán, Rosie estaba de vacaciones con su familia. Llevaban sólo una maleta con ropa para un fin de semana; viajaron durante toda la noche para llegar a Houston, Texas, donde un amigo de la infancia, Carlos, y su mujer, Kristina les acogieron en su casa. Las dos familias reunidas vieron en la televisión las imágenes que durante los días sucesivos revelaron las dimensiones del desastre. La familia de Rosie había perdido todo, arrollado por la furia del Katrina.
Kristina, que conoció el movimiento hace tres años, se puso inmediatamente a trabajar con los amigos de la comunidad de CL recaudando fondos para cubrir los gastos de primera necesidad de la familia, incluidos los del colegio, y buscando posibles oportunidades de trabajo. El fin de semana después del huracán, mientras Rosie y su marido buscaban trabajo y un lugar para vivir, sus hijos –Salvatore de 16 años y Hannah de 8– se fueron con Carlos y Kristina a las vacaciones de CL del sudoeste. «Era como si hubieran pertenecido a esa compañía desde siempre. Los chicos acogieron inmediatamente a Salvy. Hannah conquistó a todas las madres de los niños a los que cuidaba», escribe Kristina.
Dos semanas más tarde la familia de Rosie se trasladó a un apartamento en Houston e inscribió a sus hijos en una escuela local. «Se trata de una historia sencilla, no tuvimos dudas sobre el tipo de necesidad que esta familia tenía ni de la disponibilidad de nuestra familia a ayudarles».

Barbacoa con los desplazados
De una u otra manera la situación de Rosie es la de aproximadamente un millón de personas que tuvieron que abandonar sus casas en Louisiana y en Mississippi cuando se desencadenó el huracán. Se necesitarán varios años para reconstruir lo que en pocas horas quedó destrozado. Mucho tiempo para mantener viva la esperanza. Lo que sale a la luz en medio de la devastación, cuando lo material de la vida queda destruido, es la evidencia aplastante de que dependemos de otra cosa que es más grande que nosotros mismos, por eso necesitamos a Otro que pueda no sólo proveer, sino ser la respuesta al grito de nuestro corazón.
Jay, de Houston, da testimonio de esto en una carta en la que escribe: «El 18 de septiembre la comunidad de CL había organizado una barbacoa. El sacerdote de nuestra parroquia había invitado a todos los parroquianos y tuvimos la suerte de conocer a una familia de Nueva Orleáns que estuvo cantando con nosotros y con la que pasamos juntos la tarde. Vivían en un hotel desde el día de la inundación. ¡Lo que debe suponer para una persona de edad avanzada saber que la casa que amas, la ciudad que amas, con todo lo tuyo, se ha convertido en un montón de escombros! Y, sin embargo, ¡qué contentos estaban al final del día! No paraban de darnos las gracias. Nos intercambiamos los mails con la promesa de volver a vernos durante esa semana para cenar. No podíamos hacer más que proponerles nuestra amistad, porque no podemos devolverles la casa. Este suceso nos ha evidenciado nuestra pobreza original, que nos hace volver la mirada hacia otra cosa».

La familia de Chris
Ante una necesidad tan grande aflora el deseo de entregarse. Chris, que vive en Brooklyn pero es de Nueva Orleáns, se vio abordado por innumerables amigos y colegas que le preguntaban: «¿Qué se puede hacer?». La efusión de generosidad es conmovedora: un antiguo profesor de piano envió una cantidad importante de dinero, dos profesores de la escuela de Staten Island recaudaron fondos para la familia de Chris y el responsable de educación de Staten Island le dijo que en 29 escuelas estaban pendientes de su iniciativa para poder prestar ayuda. Los parientes de Chris, junto a otros muchos amigos, intentan reconstruir una vida prácticamente desde cero. Trabajando con sus familiares, Chris ha puesto en marcha el proyecto “Adopta a una familia” para ayudar directamente a las familias de Nueva Orleáns que lo necesitan. Mientras tanto, en otra parte del país, los miembros de la comunidad de California decidieron juntar sus donativos y dárselos a Chuck; gracias a su jefe la cantidad se sumará a la de su empresa a favor de las víctimas del huracán. Y Steve, de la comunidad de CL en Oregón, está buscando, con sus colegas, trabajo para los que han visto arrollado el suyo por las aguas torrenciales.

Lecciones de caridad
Todos estos ejemplos ilustran el mensaje que ha llevado el enviado del Papa, el arzobispo Josef Cordes, Presidente del Pontificio Consejo Cor Unum, al visitar a la población de las regiones asoladas por el huracán. Ezio Castelli, presidente de AVSI-EEUU, acompañó a monseñor Cordes en el recorrido. «Ver a monseñor Cordes con la gente es una verdadera lección de caridad. Las personas a las que se dirigía el arzobispo manifestaban con sus rostros que su mayor necesidad es alguien que les trate con verdadera caridad. Lo que más corresponde a su situación, por fácil o dura que sea, es ser objeto de amor. El envío de alimentos y la organización más sofisticada de distribución y de socorro son necesarios, por supuesto, pero la diferencia radica en poder ser mirados y abrazados por nuestro destino».


BOX
Huracán KATRINA
Del dolor, la esperanza: AVSI-USA reacciona al huracán Katrina
A causa del huracán Katrina, cientos de miles de personas se encuentran sin casa, sin educación escolar, sin trabajo y sin sueldo, teniendo que afrontar la vida cotidiana entre gran incertidumbre y profunda aflicción. La disgregación de sus familias y la prospectiva de iniciar una nueva vida lejos de sus raíces y de sus amigos ha causado un inconmensurable sufrimiento. Sus necesidades pueden reasumirse con una única palabra: todo. Una amistosa solidariedad con las víctimas, compartiendo sus necesidades y su dolor para descubrir el significado del sufrimiento y la precariedad de la vida humana, es el camino para despertar la esperanza que puede cambiar sus vidas.
AVSI-USA, como respuesta a la llamada del Papa y a la invitación a sus fieles de todo el país, ha lanzado una campaña para recoger fondos. Más que proporcionar bienes de primera necesidad, el objetivo central de nuestra campaña será el de ayudar a las familias evacuadas en las áreas de Lousiana (Baton Rouge y Laplace) y de Texas (Houston) en sus necesidades primarias: una casa, un trabajo, asistencia médica y escolástica. Hasta ahora, ya hemos recibido de nuestros amigos de estas zonas catorce peticiones detalladas de ayuda para sostener los gastos de las familias que han abierto su casa y su corazón para acoger a las familias evacuadas. Al presidente de AVSI-USA se le ha pedido que participe al Consejo Pontificio COR UNUM, para testimoniar a las víctimas a los socorredores la solidariedad del Papa Benito XVI, y comunicar a su vez sobre la situación y la experiencia de esta misión.
Los cheques pueden hacerse a favor de AVSI-USA escribiendo “Katrina” en el espacio dedicado a la causa u objeto, y enviarse a la siguiente dirección:
AVSI-USA
1000 Connecticut Avenue NW, Suite 403
Washington, DC 20006

AVSI-USA es una institución benéfica 501(c)(3); todas las donaciones son deducibles de los impuestos y AVSI-USA enviará un recibo por cada donación recibida.

En el sito http://www.avsi-usa.org se publicarán actualizaciones periódicas sobre la campaña.