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Huellas N.7, Julio/Agosto 2005

SOCIEDAD Europa. El Viejo continente tiene que reanudar la marcha

Opiniones. Una Europa a dos velocidades

Enrico Letta*

La crisis de Europa, sancionada primero por los referéndum francés y holandés y confirmada más tarde por el fallido acuerdo financiero, no se puede liquidar de manera superficial como uno de tantos obstáculos surgidos en el camino de la construcción comunitaria.
Es verdad que la historia de la integración europea ha estado jalonada, desde sus orígenes, por continuos frenazos y avances, pero también es cierto que hace muchos años que no se registraba una fractura tan profunda y una dificultad tan grande en varios frentes para encontrar una salida.
La historia reciente de la Unión nos tenía acostumbrados a grandes éxitos, desde el euro a la ampliación, a pesar de las reticencias de los que –como yo mismo– hubiéramos deseado que se dieran más pasos hacia la unión política. En este momento es indispensable tener claro si se ha tocado fondo o si la crisis no ha hecho más que comenzar, y trabajar desde hoy mismo en los problemas más profundos del futuro de la Unión Europea.
Ante todo, dos consideraciones: por una parte, Europa no ha muerto, continúa funcionando como lo ha hecho durante estos meses con los Tratados que están en vigor; por otra parte, hay que tener presente que Europa sin Francia no existe. La estrategia para continuar debe contar con estos datos, hay que estudiar de nuevo la conveniencia de avanzar en una Europa a una sola velocidad, sabiendo que esta modalidad supone que formalmente todos están a la par, pero acaba por ralentizar el desarrollo general.
El rechazo a la Constitución tiene que ser una amonestación que pone de manifiesto que el proyecto de acercar las instituciones de la UE, a base de simplificarlas y de revalidar su papel en la construcción de un destino común, es un proyecto imperfecto. El estancamiento económico de los últimos tiempos ha reforzado la percepción errónea de que el problema es la Unión Europea. Sin embargo, Europa y sus ciudadanos lo que necesitan, antes de nada, es una Europa cohesionada, colegiada, cercana, que demuestre ser la única solución posible a los desafíos de la globalización, de la revolución tecnológica, de los cambios acontecidos en estos años en el mundo laboral y en el comercio internacional o de las nuevas diferencias entre el Sur y el Norte del mundo. Ciertamente el futuro de la Unión Europea es demasiado importante como para que pueda verse comprometido por un revés, auque sea tan significativo como el referéndum francés o el fracaso de las negociaciones de la financiación.
Esta herencia tan complicada será recogida por Blair: esperemos que sea consciente de la posibilidad que tiene de desempeñar un papel histórico, y que haga todo lo posible para salvar Europa alcanzando un buen compromiso sobre el futuro de la financiación.

* Comentario a la situación europea por un diputado italiano en el Parlamento Europeo