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Huellas N.2, Febrero 2005

PRIMER PLANO Occidente

«¿Es la humanidad la que
ha abandonadoa la Iglesia, o la Iglesia la que ha abandonado a la humanidad?»

Magdi Allam

El subdirector del Corriere della Sera interviene en el debate que Huellas ha lanzado con el número de enero, a partir de la pregunta de T. S. Eliot en los Coros de «La Piedra» que don Giussani recordaba en el vídeo conmemorativo de los cincuenta años de CL

Si pusiésemos uno detrás de otro los conceptos de humanidad, Iglesia y Dios, y constatásemos que no existe correlación, empatía o sintonía alguna entre ellos, tendríamos que reconocer que nos hallamos frente a una crisis de identidad. Recuerdo perfectamente el presentimiento que tuve escuchando las palabras del papa Wojtyla al día siguiente de la caída del muro de Berlín. Mientras el mundo occidental se regocijaba por la disolución del bloque comunista, por la caída el “Imperio del Mal” como lo había definido Ronald Reagan, Juan Pablo II advertía del peligro del laicismo, del consumismo y del librecambio elevados a ideología universal. Como agudo profeta, el Papa señaló que la amenaza más seria a la comunión del hombre con Dios está en la pérdida de los valores espirituales. El comunismo de Estado se fundaba sobre la negación de Dios, pero no era ajeno a valores como la solidaridad, la justicia y la hermandad, que son propios del mensaje cristiano. Por el contrario, el capitalismo desenfrenado corre el riesgo de vaciarse de cualquier valor espiritual. Probablemente no es una casualidad que personalidades políticas declaradamente ateas, que han sobrevivido y se han reciclado después del fin del comunismo en Italia, hoy se jacten públicamente de compartir las ideas del Papa y lo ensalcen con orgullo como emblema del Bien común.

A la luz de estas consideraciones se comprende la actualidad de la pregunta de Eliot: «¿Es la humanidad la que ha abandonado a la Iglesia, o la Iglesia la que ha abandonado a la humanidad?». La crisis de identidad del mundo occidental le obliga a mirarse en profundidad y a redescubrir sus propias raíces para dar un sentido al presente e imaginar un futuro íntimamente satisfactorio.

Este imperativo se ha vuelto urgente tras el fin del estado de emergencia impuesto por el “enemigo comunista”, que obligaba a Occidente a mirar “fuera” antes que “dentro” de sí mismo. Y hoy se impone más aún ante el terrorismo islámico globalizado que ha desatado una guerra total contra los cristianos, los judíos y los mismos musulmanes moderados. Occidente se ve impelido a redescubrir sus raíces cristianas porque los terroristas islámicos atentan esencialmente contra su dimensión religiosa, pues la consideran antagónica a su proyecto y negativa. El cristianismo cobra valor también para la identidad de los laicos y los ateos que reconocen honestamente su puesto y su papel en el curso de la Historia. Y en todo caso lo asumen como estandarte de la contraofensiva común para derrotar a la ideología y la cultura de la muerte enarbolada por los terroristas islámicos.

Queda por ver si el cristianismo, después de haber alcanzado una fuerte y amplia legitimación por lo que respecta a la identidad y a la moral, como cuna de los valores que fundamentan la sociedad en Occidente y en el mundo entero, consigue reconquistar también la esfera más propiamente religiosa. Probablemente es este el mayor desafío que espera a la Iglesia ante el nuevo milenio en su misión universal para con la humanidad.


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«Ya Eliot tenía algo que decir al hombre de hoy, y con una cierta seguridad, cuando se preguntaba: “¿Es la humanidad la que ha abandonado a la Iglesia o la Iglesia la que ha abandonado a la humanidad?”. Pero, ¿cómo puede un hombre de mi época hablar de cultura prescindiendo de esta afirmación? ¿Cómo puede utilizar la palabra cultura sin tener presente esta frase? Olvidaría las cuatro quintas partes del mundo».
¿Es una crítica a la Iglesia o a la humanidad?
«Las dos cosas, las dos; porque, primero fue la humanidad la que abandonó a la Iglesia... porque si yo necesito una cosa y veo que se aleja, voy corriendo detrás de ella. Pero nadie corrió tras ella».
Y la Iglesia, ¿cuando ha abandonado a la humanidad?
«La Iglesia empezó a abandonar a la humanidad, a mi juicio, a nuestro juicio, porque olvidó quién era Cristo, no se apoyó en Él… Tuvo vergüenza de Cristo, de decir quién es Cristo».

(de la entrevista a don Giussani con ocasión del 50 aniversario de CL)