IMPRIME [-] CERRAR [x]

Huellas N.9, Octubre 2004

ECUMENISMO

La mirada ortodoxo-católica

Giovanna Parravicini

Conoció el movimiento hace veinte años. Clandestinamente, porque en Rusia era peligroso entonces relacionarse con cristianos. Se trata de Viktor Popkov, ortodoxo que se encarga de las ediciones rusas de los libros de Giussani desde hace tiempo. «Si estamos buscando algo, nos percatamos en seguida cuando lo encontramos. Por ejemplo, personas que tratan de vivir el cristianismo como nosotros»

Nos vimos por primera vez hace veinte años, en uno de los seminarios clandestinos que se organizaban de vez en cuando entre italianos y rusos, a raíz del encuentro fortuito entre una de las primeras comunidades cristianas surgidas espontáneamente en la URSS (un grupo de jóvenes desperdigados entre Moscú, Leningrado y Smolensk), y algunos estudiantes de CL. Éramos unos quince, apiñados en casa de un amigo, en un edificio popular de la desolada periferia de Leningrado y recuerdo una cara entre otras: joven, algo tímida, con unos ojos azules de mirada sería y curiosa. Viktor Popkov venía de Smolensk, se había pasado la noche en el tren para conocer a «los italianos», y tenía ya a sus espaldas una condena en 1980 por frecuentar la compañía de cristianos que le costó año y medio de lager.
Desde hace diez años Viktor trabaja en Moscú, en la Biblioteca del Espíritu y con él compartimos todo a diario, desde lo más banal hasta las decisiones de redacción y la relación con los compañeros, desde la circunstancia familiar hasta los juicios políticos. Pero lo más apasionante es que nos ayudamos cotidianamente a caminar hacia el ideal mediante una obra concreta que es la Biblioteca, nosotros católicos y él ortodoxo.

Lo que buscaba
En definitiva, Viktor ha vivido de cerca toda la trayectoria del movimiento en Rusia, desde los primeros tanteos hasta ser hoy el editor del Curso básico de cristianismo (se encarga del proceso de impresión).
«¿Qué te impresionó más del carisma?», le pregunto de repente, de una mesa a otra, dado que trabajamos en el mismo despacho: «Si estamos buscando algo, nos percatamos en seguida cuando lo encontramos; entonces uno está atentísimo, hasta a los más mínimos detalles –responde hablando casi consigo mismo–. Y es lo que me sucedió al conocer el movimiento: en aquella época no había aquí ningún tipo de vida religiosa, era una especie de desierto, la Iglesia estaba devastada; sólo de vez en cuando se encontraba alguna persona que vivía una religiosidad interior, individual, que consistía en realizar algunas prácticas de piedad y de ascesis, pero sin posible incidencia en la vida. Naturalmente, cuando empecé a plantearme el problema del sentido de la vida, de la realidad social que me rodeaba y del nexo que el cristianismo tenía con todo, no veía a mi alrededor respuestas capaces de ayudarme a superar el dualismo en el que estábamos inmersos. Me preguntaba cuál era el significado de la vida, qué significaba realizarse como persona viviendo como cristiano en el mundo, tratando de transformar la realidad según la verdad que se experimenta».

Una comunión de ideales
Viktor encontró una primera respuesta leyendo a Dostoievski y a otros pensadores cristianos como Soloviev, Bulgakov, Shmemann, Meyendorf etc.. Pero siempre era una teoría, una confirmación a nivel puramente ideal: «Ya estaba contento –me decía a mí mismo– porque no soy el único que piensa así... Y en el primer encuentro con vosotros en Leningrado me dije: aquí hay otras personas que tratan de vivir el cristianismo. Es verdad que entonces vuestra historia me parecía un poco exótica, curiosa, algo que ocurría a mucha distancia [entonces en la URSS nos sentíamos completamente aislados, éramos un poco como marcianos]... Pero para realizarte verdaderamente como persona necesitas encontrar a alguien y empezar un camino con él, y era precisamente ésta la vida que me faltaba... esto es exactamente lo que pude ver cuando fui por primera vez a Italia y conocí vuestras comunidades».
¿ Qué viste? «Vi comunidades compuestas por personas diferentes, cada una comprometida en una cosa, con responsabilidades e intereses propios, pero profundamente unidas. Junto a vosotros he entendido mejor que vivimos en un mundo del que somos responsables, en el cual no podemos levantar barreras y defendernos de él, limitándonos a pensar en nuestra salvación personal. Yo siempre había pensado que cada uno ha recibido un talento y lo tiene que poner en juego allí donde le llaman, según la vocación que ha recibido. El encuentro con la gente del movimiento, con las diferentes comunidades que he conocido en Italia, me abrió a reconocer esta posibilidad en todo». Viktor quiere subrayar que la respuesta la encontró a través de una vida, de una amistad que comparte desde el trabajo hasta las excursiones a la montaña y los partidos de fútbol (antes era entrenador deportivo y el fútbol sigue siendo su pasión).

El cristianismo es una vida
«En definitiva, me di cuenta de que muchos se hacían las mismas preguntas que yo y que estaban ya respondiendo seriamente o intentando responder. Era la confirmación de que la vida cristiana era posible, mientras que hasta entonces tenía dudas: una cosa era oír hablar a los teólogos y estar de acuerdo con lo que decían y otra muy diferente que personas normales y corrientes vivieran una vida cristiana encarnándola en su experiencia, cada uno de manera diferente según sus dones, su carácter, sus decisiones profesionales. ¡Ah! también me había llamado la atención el nombre: Comunión y Liberación. La idea que había detrás de él me recordaba a las sentencias de los Padres de la Iglesia sobre la libertad, entendida no como capacidad de elegir entre varias alternativas sino como vida nueva a partir de una comunión. En definitiva, fue imposible olvidar el movimiento, porque era realmente lo que me hacía falta».

El trabajo en la Biblioteca del Espíritu
Y está vida, en cierto sentido, ha fecundado también a Rusia a través del trabajo de la Biblioteca del Espíritu... «En el ámbito del trabajo –retoma Viktor–, el movimiento ha demostrado que la vida cristiana puede ser tan real que se puede compartir con otros, aunque sean muy diferentes de ti. Nace una comunión, una compañía que cada cual enriquece con su contribución original. Y esto crea una unidad hasta entonces impensable: me fascina ver que lo que proponemos se corresponde con lo que desea la gente, y que somos un instrumento para que cada uno pueda realizarse según su propia vocación».
¿ Qué te llamaba más la atención en los libros de Giussani? «Don Giussani me resultaba familiar por lo que me contabas tú; después llegaron las primeras traducciones y yo no entendía casi nada: era un lenguaje muy poético, cargado de imágenes y metáforas que al principio me costaba descifrar. El primer libro que empecé a comprender (tal vez porque las traducciones habían mejorado mucho) fue El Sentido Religioso. Me sentí como en casa, porque reconocí la idea, que me era ya familiar, de la responsabilidad que el hombre tiene ante Dios con respecto a la realidad, en todos sus aspectos, debido a la vocación que se le ha dado».

La respiración del hombre y el cosmos entero
Cristianismo y política. Un binomio nada fácil en la Rusia de hoy, pero que Viktor relaciona estrechamente con la responsabilidad. Punto en el cual llegan a coincidir el pensamiento de don Giussani y el de los filósofos religiosos rusos. Cita a propósito a Florenski: «Incluso la respiración de un hombre tiene valor para el cosmos entero». Enseguida pasa a Giussani: «Os deseo que no os quedéis nunca tranquilos», que no os escondáis nunca ante el desafío que la realidad supone en cada instante diciendo: «Nada tiene que ver conmigo».
CL nace en Italia de un sacerdote católico. A ti, que eres ortodoxo, ¿qué te puede aportar? «Formalmente, es cierto, es un gran movimiento nacido en Occidente con su propia historia y tradición, diferentes a las de la Iglesia ortodoxa, pero su impulso interior, su método es el camino del cristianismo, en el que se puede reconocer cualquiera, sea católico u ortodoxo, un camino que tiende a transfigurar el mundo que le rodea. Es el camino del cristianismo no sólo católico (evidentemente su naturaleza es católica porque ha nacido en ese ámbito y reúne principalmente a católicos) pero es realmente universal, interesa a todos, pues manifiesta una posición del hombre verdaderamente cristiano, que lleva el anuncio de Cristo al mundo y da testimonio de su Gloria humana. Yo creo que cada uno de nosotros puede y debe realizar este testimonio siendo lo que es, en la Iglesia donde ha sido bautizado, educado y acompañado en su camino personal».