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Huellas N.9, Octubre 2004

FRUTOS DEL ÚNICO CARISMA Vocación y destino de la vida

Si no volvéis a ser como niños...

Samuele, 12 años

En las redacciones escolares de un chico de doce años la experiencia de sentirse amados: «No somos tan distintos. He descubierto que mi minusvalía puede ser la forma de que las personas se unan. Para mí, sobre todo, ha supuesto vencer el peligro y el miedo al aislamiento total»

El curso escolar que está a punto de acabarse lo recordaré sobre todo por la posibilidad que he tenido de disfrutar de algunas tardes en mi casa en compañía de algunos de mis compañeros de clase: Giovanni, Gregorio y Federico.
Cuando se acaban las clases, mamá me lleva a casa en coche. En el recorrido jugamos y nos reímos. Federico gasta bromas y nos reímos mucho. En casa, nos sentamos a la mesa. La abuela María ha preparado un banquete de reyes. Los platos se vacían en un abrir y cerrar de ojos. Después jugamos a las cartas. Giovanni es el más afortunado. A veces intentamos estudiar y hacer los deberes pero lo logramos poco. Entonces, volvemos a jugar con la tele y la play-station. El tiempo corre y llega pronto el momento de separarse. Nos despedimos para volver a vernos mañana en el colegio. Estas tardes han significado mucho para mí: en primer lugar, la posibilidad de conocer mejor a mis amigos y a mí mismo. He entendido que no somos tan distintos, pero tenemos todavía mucho camino por delante para comunicarnos de manera eficaz e inmediata. También he descubierto que mi minusvalía puede ser la forma de que las personas se unan. Para mí, sobre todo, ha supuesto vencer el peligro y el miedo al aislamiento total. El futuro se me presenta menos pavoroso y se abre a la esperanza.

Concuerdo con el refrán «quien mucho abarca poco aprieta» porque desear cosas demasiado altas puede desilusionarnos. Por ejemplo, si intento hablar, no depende de mí el resultado. Si, en cambio, intento pensar, el resultado depende más de mis capacidades.
Lograr hablar es quizás mi mayor deseo. Trato de realizarlo empeñándome en los ejercicios de logopedia y pidiendo al Espíritu Santo porque creo que es necesaria la ayuda divina para conseguirlo.
Tengo también deseos más sencillos, como por ejemplo, conocer a Laura Pausini, mi cantante preferida. Creo que será difícil pero no imposible.
Para mí y para el mundo deseo la paz entendida como serenidad del corazón y de la mente. Trato de aceptarme y aceptar a los demás tal como son, mirándole como hijos del mismo Padre.
Pero tengo un deseo muy especial que considero prioritario y que refuerza mi voluntad de perseguir los demás objetivos: sentirme amado. El hecho de que esto ya sea una realidad, me hace seguir adelante con serenidad. Creo que esto es un don enorme.