IMPRIME [-] CERRAR [x]

Huellas N.9, Octubre 2004

FRUTOS DEL ÚNICO CARISMA Vocación y destino de la vida

Fraternidad San Carlos Borromeo. Al servicio de la Iglesia

a cargo de Luca Doninelli

Hace más de treinta años, don Massimo Camisasca comenzó su camino vocacional en un seminario de Bérgamo. Hoy, la Fraternidad sacerdotal de los misioneros de San Carlos Borromeo está presente con sus sacerdotes en catorce países del mundo. Conversación con don Paolo Sottopietra

¿Comó nació la idea de la Fraternidad de San Carlos?
Nació hace mucho tiempo y su origen está entrelazado con las vivencias personales de la vocación de don Massimo Camisasca. En el diálogo con don Giussani durante los años de la universidad había llegado a la decisión de entrar en una comunidad sacerdotal. Primero se inclinó por los dominicos, pero se desilusionó. Entonces solicitó ser admitido, en 1972, en el seminario de Venegono, y fue rechazado. Esto nos da una idea de las tensiones que acompañaban el desarrollo del movimiento de CL en la diócesis de Milán. Encontró, por fin, acogida en una comunidad misionera guiada por el obispo de Bérgamo, que tenía como finalidad servir a las diócesis italianas con menos clero. En esta comunidad, llamada “del Paraíso” por la calle donde tenía su sede, fue ordenado sacerdote en 1975.
Se puede decir que la Fraternidad de San Carlos fue concebida allí, en la amistad de Camisasca con algunos compañeros de seminario y de sacerdocio que don Giussani había enviado a Bérgamo con él. En aquel grupo de amigos maduró la idea de una realidad nueva, que pudiese servir al movimiento y a la Iglesia como Instituto misionero.

¿Estaba clara ya entonces la dirección en que se movía este servicio?
El deseo de vivir juntos para sostenerse mutuamente en el camino de la vocación común, de ofrecer la disponibilidad para la misión en todo el mundo y el deseo de un sacerdocio educado y ejercido según el carisma de don Giussani: éstos son los valores fundantes de la futura Fraternidad de San Carlos. Aún hoy son nuestros tres pilares fundamentales, como recuerda el nombre que nos hemos dado: Fraternidad sacerdotal.

Después nació el seminario...
En 1984 Giussani y Camisasca juzgaron que los tiempos ya estaban maduros. Con los seis compañeros que lo habían seguido desde Bergamo, Camisasca fundó una asociación sacerdotal en Roma, en nombre de la cual fue abierto inmediatamente un seminario, en via Liberiana 21. Era el 14 de septiembre de 1985, hace casi veinte años. Cuatro años más tarde, esta asociación fue reconocida como Instituto de derecho diocesano por el cardenal Poletti y, en 1999, como Instituto de derecho pontificio por Juan Pablo II.

¿Cómo describirías el carisma que anima la Fraternidad de San Carlos? En otras palabras: ¿cómo describirías la relación entre la experiencia de la Fraternidad de CL y vuestra obra?
Nuestro carisma es el del movimiento de CL. Todos los miembros de la Fraternidad han encontrado el movimiento, pertenecen a él y han madurado su vocación en él. Un muchacho que pide entrar en nuestro seminario desea, por eso, ante todo una propuesta de educación y formación para el sacerdocio en continuidad con la experiencia que ya ha hecho en su comunidad de origen, que generalmente es una comunidad universitaria. Tras la ordenación sacerdotal y el destino a una misión, nosotros participamos como todos en la vida de las comunidades locales del movimiento, al que queremos pertenecer y en el que queremos continuar siendo alimentados.
Cada uno de nosotros desea servir a la Iglesia con aquel estilo de presencia entre los hombres (aquel “temperamento”, diría Giussani) que nos ha atraído y conquistado. Camisasca nos repite a menudo que somos enviados a hablar a todos con el acento que hemos aprendido de Giussani. De hecho, en las tareas que los obispos nos confían en sus diócesis, el carisma del que somos portadores puede fecundar y renovar los ámbitos más diversos. El carisma tiene algo que decir a todos, a toda la Iglesia y a todo el mundo: nosotros trabajamos para que esto se realice.
Por lo que respecta a la relación jurídica con la Fraternidad de CL, según los estatutos aprobados por Giussani participamos como miembros de derecho en la diaconía internacional, y estamos presentes con casas misioneras en todos los continentes.

¿Por qué la referencia a San Carlos Borromeo?
Quien nos conoce sabe que el patrón principal de la Fraternidad es San José, a quien se confía de modo particular cada una de nuestras casas.
San Carlos es sólo el nombre de nuestra Fraternidad. La referencia al gran obispo milanés del Cinquecento está ligada a las vivencias personales de Camisasca que precedieron a la fundación de la Fraternidad: las visitas frecuentes al lago Mayor, donde su familia se trasladó durante la guerra, y por tanto la familiaridad con los lugares de la familia Borromeo; y además el hecho de haber sido ordenado sacerdote el 4 de noviembre, día de San Carlos.
De San Carlos admiramos el amor que tenía por Cristo que lo convirtió en el gran reformador del catolicismo lombardo en los años difíciles que siguieron al concilio de Trento. San Carlos aceptó, ante todo, reformar su propia vida. De la radicalidad de su conversión nace su extraordinaria pasión por la gente, su realismo, su capacidad de guiar a las personas y de ser punto de referencia para el pueblo cristiano. Haberlo elegido como titular muestra nuestro deseo de que obtenga de Dios para nosotros el don de esta entrega total a Él.

--------------------------------------------------------------------------------

La Fraternidad sacerdotal de los misioneros de San Carlos Borromeo nace en septiembre de 1985 en el seno de Comunión y Liberación. Animados por don Giussani, los jóvenes sacerdotes que dieron vida a esta asociación deseaban sostenerse recíprocamente en la vocación y responder idealmente a la invitación de ir por todo el mundo expresada por Juan Pablo II al movimiento con ocasión de la audiencia por el treinta aniversario de CL (29 de septiembre de 1984). De aquí nació una Fraternidad misionera reconocida en 1989 como Sociedad de Vida Apostólica por el cardenal Ugo Poletti.
Fraternidad y misión son las palabras programáticas de esta joven comunidad: servir a los hombres en la disponibilidad para ir dondequiera que la necesidad de la Iglesia y la vida del movimiento reclamen la presencia de sacerdotes, llevando a todo el mundo la experiencia de CL «a través de una energía misionera sacerdotal», como escribía su fundador, don Massimo Camisasca.
La Fraternidad de San Carlos está presente en 14 países además de Italia. Las actividades de sus sacerdotes se centran en la vida de las parroquias que se les confían y en la enseñanza, tanto en colegios como en universidades.