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Huellas N.9, Octubre 2004

FRUTOS DEL ÚNICO CARISMA Vocación y destino de la vida

Memores Domini. Compañía vocacional

a cargo de Luca Doninelli

Una pasión constante por la propia humanidad y una compañía guiada son dos condiciones esenciales para poder vivir la presencia de Cristo hoy y cada día. Conversación con Antonio Giavini, uno de los primeros

«No un camino, sino el camino». Estas palabras abren una perspectiva sin fin sobre nuestra vida. Me parece que tocan la profundidad de la naturaleza misma de nuestra Fraternidad.
Es verdad. La idea de la que nace la Fraternidad –y todo el movimiento– es, simplemente, la conciencia de que sólo Cristo salva lo humano.

Surge enseguida la pregunta: ¿cómo puedo yo vivir hoy la presencia de Cristo?
Perteneciendo a una compañía, entendida como el lugar en el que Cristo permanece cerca de la persona. Con otras palabras, la compañía nos ayuda a permanecer en el inicio, a vivir continuamente los mismos términos del inicio, que son el Tú y el yo. De esta manera, el yo entra en relación con la vida, en todos sus aspectos concretos, acompañado por una Presencia, lo que significa que el yo ya no está solo y no puede reducir la realidad a su propia imagen, sino que la afronta desde un punto de vista que trata de asimilarse al de Dios.

¿En otras palabras?
Cristo se convierte en nuestro compañero de camino en la medida en que su compañía se nos vuelve a dar continuamente: Memores Domini. Esto vale, naturalmente, para todas las vocaciones, porque toda vocación establece este recorrido. Los Memores Domini se conciben como compañía de Cristo en el mundo.

¿Cuáles son las condiciones para que esto sea posible ahora, aquí, en este instante?
Son esencialmente dos: ante todo, la verdad de sí, el amor al Ser, la pasión constante por la propia humanidad.

Es la tercera premisa de El Sentido Religioso.
En segundo lugar, la compañía guiada –y subrayo “guiada”–, porque la garantía de permanecer en el origen del carisma se encuentra en la relación con la autoridad.

¿Entonces, cuál es la diferencia entre la Fraternidad y los Memores Domini?
No es un problema de diferencias o semejanzas, sino de origen. El origen, tanto de la Fraternidad como de los Memores Domini, es el mismo, se trata de dos subrayados de la unicidad del carisma que nos genera. La clave es comprender que lo que salva mi humanidad es la relación con Cristo presente aquí y ahora. Y la forma de esta relación se llama “carisma” y se expresa en una compañía permanente. Sin esto todo se hace formal.

Detengámonos en el tema de la pertenencia.
Es el núcleo de la cuestión: aquello que permanece. La intuición de don Giussani al dar vida a la Fraternidad es un signo claro de su paternidad. En cierto sentido, podríamos decir que él quiere garantizar el futuro de sus hijos; no en un sentido asociativo, económico o social, sino en sentido ontológico: la permanencia de sus hijos en la compañía de Cristo, Cristo, compañía de Dios para el hombre.

En esto consiste el dramatismo de la vida humana, independientemente de la forma de la vocación de cada uno.
Permanecer en el origen es permanecer en la lucha. Hay quien dice: «Yo, ya he comprendido lo que dice don Giussani», y quien está continuamente disponible para el cambio. El punto de vista semejante al que hay entre Dios y yo se realiza cuando permito que mi mirada siga la Suya, y esto es posible dentro del misterio de la compañía guiada.

¿Por qué hablas de misterio a propósito de la compañía guiada?
Porque no es una guía elegida con criterios sentimentales o políticos. El misterio de la autoridad es el misterio de Cristo. La autoridad es Cristo presente. Ésta es la diferencia entre la concepción verdadera de la Iglesia y la que prevalece hoy, que reduce la Iglesia a una opinión.

¿Y, esto es siempre una tentación?
Uno de los riesgos mayores, también entre nosotros, consiste en reducir el carisma a una opinión, a un pensamiento. En ese sentido se hace evidente lo que decíamos antes: lo que caracteriza una posición humana verdadera es el deseo de ser corregido, porque el carisma es de Otro. Por eso, es necesario buscar siempre la corrección.

Tanto los Memores Domini como la Fraternidad establecen una regla. ¿Cómo definirías el contenido de la regla?
El contenido de la regla es la corrección: no es un hacer yo sino un hacer con.
¡Pero no en el sentido de colegialidad! Para eso bastaba con el viejo Partido Comunista.
¡Colegialidad no! Hacer con quiere decir hacer con Cristo. Cuando hablamos del misterio de la compañía guiada nos referimos a esto. Cuando no se reconoce la guía, se deja de percibir el Misterio.

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La Asociación Memores Domini reúne a personas de Comunión y Liberación que siguen una vocación de entrega total a Dios dentro del mundo. Los Memores Domini tuvieron su origen en Milán en el año 1964, en el ámbito de la experiencia de Gioventù Studentesca.
Después de difundirse por distintas diócesis, la Asociación fue erigida canónicamente por el obispo de Piacenza, Mons. Enrico Manfredini, el 14 de junio de 1981. Siete años después, el 8 de diciembre de 1988, los Memores Domini fueron aprobados por la Santa Sede, que reconoció su personalidad jurídica como “Asociación eclesial privada universal”.
La primera casa empezó en 1968 en una finca rehabilitada a las afueras de Milán. Actualmente existen 300 casas, 80 de las cuales en el extranjero.